1.- Las acusaciones de corrupción y colusión con el narcotráfico contra Alfredo Ramírez Bedolla, gobernador de Michoacán por Morena, han escalado a un nivel alarmante con su inclusión en la lista de «Narcopolíticos», una plataforma que documenta nexos entre políticos y el crimen organizado. Basadas en documentos de inteligencia de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) filtrados a través de los Guacamaya Leaks, las imputaciones destacan vínculos familiares directos con Cárteles Unidos, una alianza criminal que controla regiones clave de Tierra Caliente. Por ejemplo, Adalberto Fructuoso Comparán Rodríguez, alias «El Fruto» y tío del gobernador, fue sentenciado a 11 años de prisión en Estados Unidos por traficar 550 kilos de metanfetamina para este cártel, mientras que su primo, Adalberto Comparán Bedolla, recibió 10 años por un intento similar de recepción de cargamento en Miami. Estos lazos no son meras coincidencias familiares, sino evidencia judicial que sugiere una red de protección que permea hasta el Ejecutivo estatal, cuestionando la integridad de un gobierno que prometió erradicar la impunidad en la Cuarta Transformación.
2.- El espectro de la colusión se extiende al proceso electoral de 2021, donde Hipólito Mora, fundador de las autodefensas michoacanas y asesinado en 2023, denunció públicamente que Cárteles Unidos intervino a favor de Ramírez Bedolla mediante intimidaciones a candidatos opositores y control de casillas electorales. En una entrevista con la periodista Anabel Hernández, Mora afirmó categóricamente: «Cárteles Unidos trabajó para apoyar a Morena, la operación electoral fue por parte de Cárteles Unidos, así fue». Aunque el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) reconoció la «incidencia focalizada» de grupos criminales en municipios como Múgica, Gabriel Zamora y La Huacana —invalidando casillas pero validando el triunfo general—, esta decisión revela una tolerancia institucional que huele a complicidad. Tales irregularidades no solo socavan la democracia local, sino que ilustran cómo el narco financia y asegura lealtades políticas, perpetuando un ciclo de corrupción que Ramírez Bedolla, como exdiputado y fundador de Morena en el estado, debería haber combatido desde sus raíces.
3.- Bajo el mandato de Ramírez Bedolla, Michoacán ha visto un repunte en la violencia que contradice sus promesas de abandonar la «guerra contra el narco» por políticas sociales. Con más de 1,740 homicidios desde octubre de 2021 hasta abril de 2025, el estado permanece como epicentro de disputas entre Cárteles Unidos y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que en 2022 amenazó directamente al gobernador por supuestamente proteger a su rival. El reciente asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, el 3 de noviembre de 2025, no es un hecho aislado, sino el clímax de una permisividad que permite a Cárteles Unidos —integrado por células como Los Viagras y La Nueva Familia Michoacana— dominar economías locales mediante extorsiones en bodegas y rutas de aguacate. Esta inacción, enmarcada en la supuesta «paz» de la 4T, critica duramente la narrativa oficial: ¿es estrategia o rendición ante el poder fáctico del narco, que Bedolla heredó del panista Silvano Aureoles pero no ha desmantelado?
4.- La ausencia de una respuesta contundente por parte de Ramírez Bedolla ante estas gravísimas imputaciones agrava la percepción de opacidad y encubrimiento en su administración. A diferencia de sus denuncias pasadas contra Aureoles por nexos narco —como en marzo de 2025, cuando presentó pruebas de corrupción judicial al liberar a una operadora del CJNG—, el gobernador guarda silencio frente a evidencias que lo salpican directamente, lo que invita a especular sobre su incapacidad o disposición para transparentar. Senadores del PRI han exigido su renuncia, y organizaciones civiles claman por una investigación federal exhaustiva, recordando que la colusión no es solo personal, sino sistémica en Morena, con al menos 50 políticos del partido vetados por visas en EE.UU. por presuntos lazos con el tráfico. En un estado asediado por el terror, esta parálisis crítica demanda no solo revocación, sino una depuración radical que exponga cómo la corrupción narco erosiona la soberanía y la esperanza de Michoacán.



