Ciudad de México.- Un hombre ebrio se acercó por la espalda a la presidenta Claudia Sheinbaum durante un breve recorrido peatonal en el corazón de la capital, la abrazó sin consentimiento, le tocó la cadera y el pecho, e intentó besarla en el cuello. Horas después, el agresor fue arrestado y puesto a disposición de la Fiscalía de Investigación de Delitos Sexuales, en un caso que ha desatado un amplio debate sobre la violencia de género y la vulnerabilidad incluso de las más altas autoridades.
El incidente ocurrió el martes 4 de noviembre, poco antes del mediodía, cuando la mandataria federal salía de Palacio Nacional rumbo a la Secretaría de Educación Pública (SEP), a solo cuatro calles de distancia, para asistir a la Reunión Nacional de Universidades e Instituciones Públicas de Educación Superior. Optó por un trayecto a pie de unos cinco minutos –en lugar de los 20 que tomaría en automóvil– para mantener su cercanía con la ciudadanía, cruzando la calle Moneda y tomando un atajo por el Templo Mayor, zona cerrada al público general, hasta llegar a Justo Sierra y República de Argentina.
Allí, mientras saludaba a transeúntes, Uriel Rivera Martínez, un mandadero de ópticas en las calles Madero y Tacuba, se aproximó sigilosamente por detrás. En aparente estado de ebriedad –y según él mismo, bajo los efectos de drogas–, pasó un brazo sobre el hombro de Sheinbaum y con el otro la manoseó en zonas íntimas, en un gesto que duró apenas segundos pero quedó inmortalizado en un video que se viralizó de inmediato en redes sociales. La presidenta, al percatarse, se alejó instintivamente, y fue Juan José, coordinador del grupo de seguridad conocido como Ayudantía, quien intervino para apartar al sujeto.
El reportero Carlos Jiménez, de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, compartió en sus redes una fotografía del presunto agresor, lo que aceleró la identificación y difusión del caso. Fuentes cercanas al equipo de seguridad confirmaron que Rivera Martínez también había acosado a otras mujeres en la misma zona minutos antes, lo que agrava el perfil del delito.
Arresto nocturno y traslado a la Fiscalía
Varias horas después de la agresión, alrededor de las nueve de la noche, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México detuvieron a Uriel Rivera Martínez en el Centro Histórico, gracias a las imágenes del video y el reporte inmediato del equipo presidencial. El Registro Nacional de Detenciones registró el hecho, y el hombre fue trasladado de inmediato a las instalaciones de la Fiscalía de Investigación de Delitos Sexuales, en la colonia Doctores de la alcaldía Cuauhtémoc.
Autoridades penales clasificaron el acto no como un simple acoso callejero –que ameritaría hasta cuatro años de prisión–, sino como abuso sexual por los tocamientos explícitos, con penas que podrían alcanzar los 10 años de cárcel en la legislación de la capital. Rivera Martínez, de unos 40 años y sin antecedentes conocidos, alegó en su declaración inicial que no reconoció a la víctima como la presidenta y que actuó bajo influencia de sustancias, pero la Fiscalía ya investiga su historial para descartar reincidencia.
«Si esto le pasa a la presidenta, ¿qué les espera a las demás mujeres?»: Sheinbaum
Visiblemente conmovida pero firme, Claudia Sheinbaum relató el episodio esta mañana durante su conferencia matutina en Palacio Nacional, donde confirmó haber interpuesto una denuncia formal ante la Fiscalía capitalina. «No me di cuenta de inmediato, pero decidí levantar la denuncia porque esto es algo que viví como mujer y lo vivimos todas las mujeres en el país. Si esto le hacen a la presidenta, ¿qué va a pasar con todas las demás?», expresó, enfatizando que actúa no solo en su nombre, sino en representación de millones de mexicanas que enfrentan impunidad diaria.
La mandataria descartó modificar su esquema de seguridad, pese al fallo que permitió el acercamiento: «No podemos alejarnos de la gente, eso sería negar de dónde venimos. No hay riesgos conocidos, pero sí lecciones que aprender». Anunció dos medidas inmediatas: una revisión coordinada con la Secretaría de las Mujeres para garantizar que el acoso sexual sea delito penal en los 32 estados del país –actualmente lo es solo en la CDMX y algunas entidades–, y una campaña nacional de concientización titulada «El acoso es un delito: respeto por la mujer en todos los sentidos». Datos oficiales revelan que el 70% de las mexicanas mayores de 15 años han sufrido violencia, y más del 90% de los casos de acoso no se denuncian por miedo o desconfianza en las autoridades.
El caso ha sacudido al ámbito político. El coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, exigió «extremar precauciones» en los protocolos de seguridad presidencial, recordando el reciente asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, y alertando sobre la creciente violencia contra figuras públicas. En redes, el incidente generó un torrente de solidaridad con Sheinbaum y repudio al agresor, con hashtags como #NoAlAcoso y #MujeresNoEstamosSolitas trending en X durante la noche del martes.
Mientras la Fiscalía avanza en la carpeta de investigación, el episodio subraya una realidad cruda: ni el cargo más alto del país exime de la cotidianidad del hostigamiento. Sheinbaum, con su denuncia, busca convertir la vulnerabilidad en un catalizador para reformas que protejan a todas, reafirmando que el respeto al espacio personal es un derecho innegociable en México.



