Guachochi, Chihuahua.- Un brutal ataque armado perpetrado en la medianoche del domingo 26 de octubre contra un vehículo que transportaba a una familia de docentes dejó un saldo de cuatro personas fallecidas y nueve heridas de gravedad, entre ellas un niño de dos años que se debate entre la vida y la muerte. El incidente, ocurrido en la colonia Turuseachi del municipio de Guachochi, ha sido calificado por autoridades como un posible error de los sicarios, quienes habrían confundido a las víctimas inocentes con su objetivo real en medio de la escalada de violencia que azota la Sierra Tarahumara.
La Fiscalía General del Estado de Chihuahua (FGE) inició de inmediato las indagatorias para esclarecer los hechos, que inicialmente se reportaron con un saldo preliminar de siete homicidios, pero que horas después se ajustaron a cuatro defunciones confirmadas tras la atención médica en la clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Elementos de las Bases de Operación Interinstitucional acudieron al lugar tras un alerta de la clínica, donde se registraron las primeras víctimas, y extendieron el operativo a la carretera hacia la localidad de Yoquivo, en el sector conocido como El Lobito, donde se localizaron indicios adicionales del tiroteo.
Víctimas inocentes en el fuego cruzado
Entre los fallecidos se encuentran Luis Ever C. P., de 44 años, un maestro de la escuela Timoteo Martínez en Turuseachi, quien circulaba junto a su familia cuando fue alcanzado por las ráfagas; Alicia B. T., de 43 años, residente en la colonia Huizarochi; y Roberto R. R., de 39 años, originario de la colonia La Loma. La cuarta víctima permanece sin identificar, según el reporte actualizado de la FGE, que trasladó los cuerpos al Servicio Médico Forense para las necropsias de ley y la individualización pendiente.
Los heridos, en su mayoría miembros de una misma familia dedicada a la educación, recibieron atención de urgencia en el hospital rural del IMSS de Guachochi, donde su estado se reporta como grave. Entre ellos destacan Crishelen S. P., de 20 años, de la carretera Sinforosa en Huizarochi; Camila P. B., de 18 años, también de esa zona; Jorge H. A., de 39 años, de la colonia Obrera; y Jorge Humberto P. B., de 22 años, de Turuseachi. Adicionalmente, un bebé de dos años, identificado como L. D. B. T., resultó con heridas de bala en extremidades, junto a otros como Blanca Rosa C. E., de 44 años; Sergio J. F., de 27 años; y Eddy Omar F. M., de 25 años, todos con lesiones en diversas partes del cuerpo provocadas por proyectiles de arma de fuego.
Familiares y vecinos de las víctimas han expresado consternación en las redes sociales, describiendo a Luis Ever como un educador comprometido con la comunidad rarámuri, cuya muerte deja un vacío en la escuela local. «Era un hombre dedicado a sus alumnos, no merecía esto», relató un allegado en un testimonio recogido por medios locales, subrayando el terror que genera la impunidad en una región donde los civiles quedan atrapados en disputas ajenas.
Un tiroteo en medio de la cotidianidad
De acuerdo con las indagatorias preliminares de la FGE, las víctimas se desplazaban a bordo de sus vehículos por las colonias Turuseachi y El Lobito, algunas caminando y otras en ruta hacia sus hogares, cuando fueron sorprendidas por un enfrentamiento entre grupos de civiles armados. El ataque inició alrededor de la medianoche con descargas de armas largas de alto calibre, dejando cientos de casquillos percutidos en el pavimento y en las aceras. Especialistas de la Unidad de Servicios Periciales procesaron las escenas y aseguraron tres vehículos con impactos de bala: una camioneta Chevrolet Tahoe modelo 2000 color arena, un Nissan Sentra 1987 rojo y una Dodge Durango 2004 roja, todos con daños en carrocería y cristales que evidencian la intensidad del intercambio de fuego.
Testigos oculares, protegidos por anonimato por temor a represalias, describieron cómo el estruendo de las detonaciones paralizó el municipio durante varios minutos, con residentes atrincherados en sus hogares mientras los disparos resonaban en la noche serrana. «Pensamos que era otro ajuste de cuentas entre ellos, pero esta vez nos tocó a nosotros», confesó una vecina de Turuseachi, quien vio cómo el vehículo familiar era acribillado sin piedad. Autoridades locales sugieren que el comando armado, posiblemente vinculado a células del crimen organizado que operan en la zona, erró su blanco en un contexto de rivalidades por el control de rutas de narcotráfico, dejando una estela de tragedia inadvertida.
La Fiscalía de Distrito Zona Sur, con apoyo del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional, ha desplegado un operativo amplio para salvaguardar a los habitantes de Guachochi y dar con los responsables. «Estamos procesando todas las evidencias balísticas y testificales para reconstruir la cadena de eventos y garantizar justicia», informó un portavoz de la FGE en un comunicado inicial, aunque hasta el momento no se han reportado detenciones. Los cuerpos de las víctimas no identificadas serán sometidos a protocolos genéticos para su localización familiar, mientras que los heridos permanecen bajo vigilancia médica, con el niño de dos años en condición crítica que genera preocupación entre el personal sanitario.
Este suceso se suma a la ola de violencia que ha marcado octubre en Chihuahua, donde el estado registró al menos 12 homicidios dolosos solo el fin de semana pasado, posicionándose nuevamente en los primeros lugares nacionales. En Guachochi, epicentro de la Sierra Tarahumara, el 80 por ciento de los 123 homicidios reportados en la zona sur durante 2024 se concentraron en este municipio y Guadalupe y Calvo, atribuidos mayoritariamente a disputas entre carteles como remanentes del Cártel de Sinaloa y grupos locales. Figuras como el abatido «Chapo Calín» en enfrentamientos previos ilustran la persistencia de estos ciclos, donde la pobreza extrema y el aislamiento geográfico facilitan la impunidad.
La comunidad de Guachochi, declarada Pueblo Mágico en 2023 pese a su historial de masacres, clama por mayor presencia federal y programas de protección a civiles. Mientras las sirenas de ambulancias se desvanecen en las curvas de la sierra, la pregunta persiste: ¿cuántas vidas más se perderán en este laberinto de balas antes de que la paz regrese a las tierras rarámuris?
