Palm Beach, Florida.- Este 7 de enero, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, propuso que el Golfo de México debería ser renombrado como “Golfo de América”. La declaración, realizada durante una conferencia de prensa en Mar-a-Lago, generó controversia y se suma a otras ideas polémicas del mandatario, como comprar Groenlandia, recuperar el control del Canal de Panamá y convertir a Canadá en el estado 51 de Estados Unidos.
La sugerencia de Trump surgió en un contexto de fuertes críticas a la situación migratoria entre ambos países. El presidente electo insistió en que México debe frenar el flujo de migrantes hacia Estados Unidos, advirtiendo que, de no hacerlo, se implementarían nuevos aranceles, una amenaza recurrente desde su primera presidencia (2016-2020).
Trump también destacó que Estados Unidos proporciona un financiamiento significativo a México, al tiempo que señaló los problemas de violencia derivados del narcotráfico.
“Hacemos la mayor parte del trabajo allí. Vamos a cambiar el nombre del Golfo de México a Golfo de América. Es un nombre hermoso, abarca mucho territorio y es apropiado”, afirmó Trump.
La agencia de noticias argentina Infobae abordó la controversia en un artículo en el que aclara que Trump carece de facultades para renombrar el Golfo de México por sí solo. Según el análisis, modificar el nombre de un accidente geográfico de relevancia internacional implica un proceso complejo que involucra aspectos legales, diplomáticos y científicos.
El artículo señala que el cambio de nombre de un cuerpo de agua como el Golfo de México requeriría consenso entre diversas entidades nacionales e internacionales. Esto se debe a la importancia geopolítica y económica del golfo, que afecta a varios países, incluidos México, Estados Unidos y Cuba.
Infobae subraya que el nombre “Golfo de México” tiene raíces históricas que se remontan al siglo XVI, cuando exploradores españoles lo utilizaron para describir la vasta masa de agua que rodea la península de Yucatán. Modificar este nombre representaría un desafío cultural y político considerable.
El proceso de cambiar un nombre geográfico está regido por normas internacionales. Organismos como la ONU y la Organización Marítima Internacional (OMI) podrían intervenir si un cambio afecta la soberanía de los países o la seguridad marítima. La Comisión de Nombres Geográficos de la ONU también supervisa tales modificaciones y facilita acuerdos entre países.
En conclusión, la propuesta de Trump de renombrar el Golfo de México a “Golfo de América” es, en la práctica, inviable sin un extenso y complejo proceso internacional.