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Meridiano 107
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Don Venustiano

José Luis Muñoz Pérez Texto: José Luis Muñoz Pérez
21 mayo, 2025
en > Efemérides
Tiempo de Lectura: 64 minutos
Portada Efemérides
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Investigación y edición de José Luis Muñoz Pérez

¡Gloria eterna al insigne patricio

que lanzara su reto al tirano,

tremolando en su enérgica mano

del honor y la ley el pendón…!

No existe mexicano instruido en la primaria que no conozca su nombre, pero son muy pocos los que saben el nivel de trascendencia de su papel en la Revolución y en la historia nacional. No es el prócer más famoso, tampoco fue un destacado  general que ganara grandes batallas o un político que arrastrara multitudes, carecía de los peculiares características de caudillo iluminado que hicieron que otros personajes fueran más populares y reverenciados por las mayorías; pero sin duda es El Estadista de la Revolución, El  Constructor del Estado Mexicano postrevolucionario y quien promulgó la Constitución Política que aún nos rige. Por si fuera poco, también el fundador del Ejército. Sus atributos fueron madurez, paciencia y cálculo. Un día como hoy  21 de mayo, en 1920, Don Venustiano Carranza fue asesinado siendo Presidente de México en Tlaxcalantongo, Puebla, cuando huía de la capital pretendiendo radicar su tambaleante gobierno en Veracruz.

Los restos de Carranza.

También vive en la memoria colectiva por su inconfundible rostro, dotado de una singular y larga barba, luciendo sus pequeños espejuelos, y regularmente se le menciona como Don, lo que a ningún otro revolucionario.

Fueron varios sus méritos, grandes sus aciertos y pocos sus errores.

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Su primer gran mérito fue posicionarse como defensor de la legalidad al oponerse y levantarse en armas contra el chacal usurpador Victoriano Huerta, asesino del Presidente Francisco Madero y del Vicepresidente José María Pino Suárez el 22 de febrero de 1913, hecho que quebrantó la institucionalidad y dio principio a una lucha fratricida que duraría 4 años y costaría un millón de vidas. Sólo otros 2 gobernadores tuvieron las agallas para desconocer al asesino Huerta: Maytorena, de Sonora y Abraham González, de Chihuahua. Pero Maytorena prefirió renunciar y refugiarse en los Estados Unidos para ver de lejos la tragedia en la que se sumía el país y González fue también asesinado cerca de Mapula el  7 de marzo de 1913.  Así que Carranza fue el único que enfrentó al chacal.

El aniversario de su muerte nos permite hoy un fugaz vistazo a sus andanzas, que fueron las de México en su época.

El jovencito Venustiano Carranza

Nació en Cuatro Ciénegas,  actual estado de Coahuila, entonces unido al de Nuevo León, el 29 de diciembre de 1859. Fue el undécimo hijo del coronel liberal Jesús Carranza, juarista de cepa, y de doña María de Jesús Garza, ambos mexicanos de nacimiento y él con alguna ascendencia vasca. El pueblo contaba entonces con unos 2 mil habitantes. Don Jesús fue repetidamente presidente municipal y por lo tanto su familia era ampliamente conocida en la región.

Poco o nada se sabe de sus hermanos, 15 en total. Uno se llamó Emilio, pero por supuesto no es el famoso piloto aviador y otro Jesús, que luchó como soldado en la revolución, primero junto a Pablo González Garza y acompañó a su hermano prácticamente en toda la  gesta, llegando  a obtener el grado de general.

Su nombre es por demás peculiar. No hay otro Venustiano en  la historia de México y una búsqueda en la historia universal sólo me arrojó el dato de San Venustiano, un gobernador romano de la Toscana entre los siglos 3 y 4, martirizado por convertirse al cristianismo y  quien aparece en el santoral católico el día 30 de diciembre, por lo que habiendo el niño Carranza nacido el 29 de ese mes,  es de suponerse que su nombre fue inspirado en el calendario, como era costumbre. El diccionario dice que  significa «hermoso, agraciado» , del latín Venustus por su relación con Venus.

A los 14 años de edad, en 1874, Venustiano terminó la secundaria en el célebre Ateneo de Saltillo y marchó a la capital de la República para matricularse en la Escuela Nacional Preparatoria, dónde se graduó, pero al ingresar a la Facultad de Medicina, según sus biógrafos, su debilidad visual le impidió continuar y regresó a su pueblo para dedicarse  al campo.

Frecuentemente se dice que fue un hacendado. Sin duda, su familia poseía tierras y él adquirió algunas, pero cualquiera que conozca la región central de Coahuila sabe que es un desierto de muy escasa productividad ganadera y menos aún agrícola. Los suelos son particularmente pobres, extremadamente salinos  y con abundantes dunas de yeso. La palabra sólo puede aplicarse a enorme distancia.

Se interesó en la política local y cuando murió su padre lo sucedió como presidente municipal, interino o provisional. Tuvo un gran interés por la educación de los niños, sumamente desatendida. Ya para entonces Coahuila y Nuevo León se habían separado por decreto de Benito Juárez en 1864.  En 1887 fue electo presidente municipal  pero se vio obligado a renunciar por discrepancias con el gobernador José María Garza Galán. En 1893 Garza Galán se lanzó  en busca de  la reelección y el joven Venustiano, junto con su hermano Emilio, organizó una  férrea oposición que llamó la atención del mismísimo  Porfirio Diaz. Venustiano tuvo la habilidad de convencer al todopoderoso presidente de que su desacuerdo no era anti porfirista,  de manera que el dictador le encargó mediar al distinguido y poderoso gobernador de Nuevo León, general Bernardo Reyes. Reyes apoyó a Carranza y a los inconformes al grado que  Díaz le pidió a Garza Galán que retirara su candidatura.

José María Garza Galán

Fue un gran triunfo que nadie esperaba. El prestigio del joven Carranza  se redimensionó en la comarca. Había provocado la caída del gobernador que lo había acosado y frustrado su presidencia municipal.

Con la venía de Don Porfirio, Carranza pudo reincorporarse a la política y de nuevo ganó las elecciones en su municipio en 1894. Pero algo más se sumo a sus activos: conoció a Bernardo Reyes y Reyes  simpatizó con él.

Bernardo Reyes era el general más prestigiado de la época porfirista. No sólo un renombrado militar, sino también un calificado intelectual y dotado de excepcional habilidad como gobernante, por lo que estaba claramente posicionado como el más factible sucesor de Don Porfirio.

Eso le acarreó el recelo de la  poderosa cofradía  autodenominada “los científicos”, un grupo de políticos, intelectuales y hombres de negocios de clase alta y de educación privilegiada que influyeron en gran medida en la vida política de México durante los últimos años del porfiriato y que ocupaban importantes cargos en el gobierno. Impulsaban la inversión extranjera, la conveniencia de exportar productos naturales y urgían el establecimiento de una sistema racional y nacional de impuestos. Entre ellos son  memorables el precursor del grupo Gabino Barrera, quien introdujo en México el positivismo,  -de la teoría positivista de Augusto Comte– que se convirtió en doctrina oficial no solo de la educación sino del Estado. Por alguna razón Barrera cayó de la gracia de Diaz y fue enviado de embajador a Alemania; Manuel Romero Rubio, Secretario de Relaciones Exteriores y padre de Carmelita, la segunda esposa de Don Porfirio;  José Yves Limantour, el líder indiscutido del grupo,  economista, ministro de Hacienda era el favorito de Don Porfirio y su nombre fue sinónimo de la élite gobernante; Justo Sierra, prominente  Intelectual, político y educador, defensor de la modernización y el progreso científico; Ramón Corral, político y militar, gobernador de la Ciudad de México y ministro de Guerra, Alfredo Chavero, Emilio Pimentel, Enrique C. Creel, Emilio Rabasa, Fernando Pimentel y Fagoaga, Alfredo Chavero, Francisco Bulnes y otros, ciertamente todos hombres brillantes.

Gabino Barrera

Este grupo se impuso en poder e influencia a Bernardo Reyes ante Don Porfirio.

Reyes tenía una espléndida trayectoria.  Después de participar cuando joven en  las fuerzas republicanas y hacer frente a la intervención francesa bajo las órdenes del general Ramón Corona,  en 1880 ascendió  a General de Brigada y fue designado comandante militar de San Luís Potosí. Posteriormente fue trasladado con igual cargo a Sinaloa y Sonora. En 1884 se le designa  comandante militar en Nuevo León, con el objetivo de someter al poder central de Porfirio Díaz a los cacicazgos de los generales neoleoneses Gerónimo Treviño y Francisco Naranjo, de Evaristo Madero en Coahuila, y de Servando Canales en Tamaulipas. Al cumplir eficazmente la tarea encomendada, se convirtió en el hombre fuerte de la región noreste del país. En 1885 fue nombrado por el Senado gobernador interino de ese estado y dos años después fue electo gobernador constitucional.  En 1900 fue llamado a ocupar el  ministerio de Guerra y Marina, cargo que ocupó hasta 1903 y período en el que se enfrentó a Los Científicos, frontalmente con Limantour.

General Bernardo Reyes

En respuesta al conflicto entre los dos secretarios, Reyes y Limantour, Díaz creó la vicepresidencia de la República, amplió a seis años el periodo presidencial y nombró como candidato a vicepresidente al “científico” Ramón Corral.

Nuevamente  fue gobernador de Nuevo León  de 1903 a 1909, no sin oposición a su reelección que culminó el 2 de abril de 1903 con una balacera en la plaza Zaragoza de Monterrey arrojando decenas de muertos y heridos, y el encarcelamiento de centenas de oposicionistas. Sin embargo, Reyes desempeñó una labor de gobierno notable: el comercio y la industria florecieron, en buena medida debido a las facilidades otorgadas tanto a los capitales nacionales como a los extranjeros; impulsó las obras de infraestructura, tales como servicios de agua, drenaje y teléfono;  fomentó el crédito y la urbanización, y por primera vez legisló en materia de accidentes laborales,  estableció la vacunación obligatoria contra la viruela y creó la congregación de Colombia, a fin de otorgarle a Nuevo León frontera   con los Estados Unidos.

Reyes tuvo un buen número de partidarios entre los jóvenes porfiristas, por lo que se crearon clubes que pugnaron para que fuera candidato a la vicepresidencia en 1909, manteniendo a Díaz como presidente, de modo que se abriera el círculo cerrado de los “científicos” y se eliminara a Limantour de la posible candidatura presidencial. El 18 de marzo del mismo año Reyes hizo públicas sus aspiraciones a la vicepresidencia. El Partido Democrático, integrado por porfiristas, lo respaldó y dio a conocer su programa, que no planteaba cambios sustantivos o amenazantes. Sin embargo, los reyistas pudieron atraer a algunos gobernadores y senadores, a numerosos grupos de burócratas, militares de distinta graduación, profesionistas, maestros, estudiantes y periodistas, así como clases medias que formaban parte de la élite del poder pero cuyas posibilidades de ascenso se hallaban obstaculizadas por la permanencia infranqueable de los “científicos”. Luís Cabrera, José López Portillo, Francisco Vázquez Gómez, Jesús Urueta, Venustiano Carranza, fueron entusiastas miembros del reyismo. Juan Sánchez Azcona dirigió el periódico reyista México Nuevo. También surgieron organizaciones reyistas como el Club Soberanía Popular, el Club Central Reyista 1910, el Partido Nacionalista Democrático y el Club Organizador del Partido Democrático. El clavel rojo en la solapa, distintivo reyista, comenzaba a proliferar en los actos públicos.

El periodista James Creelman

En el inter, en marzo de 1908, la revista Pearson’s publicó una entrevista de su periodista James Creelman en la que Porfirio Diaz declara que México está listo para la democracia y que aceptará con gusto a la oposición en las siguientes elecciones de 1910.

Cuando Díaz se decidió por la reelección del vicepresidente Corral y llamó al orden a los jóvenes porfiristas “democráticos”, el general Reyes, argumentando su absoluta lealtad a Porfirio Díaz, eludió la posibilidad de aspirar a la vicepresidencia y manifestó su apoyo a Ramón Corral. Desde su hacienda de Galeana renunció a la lucha política e hizo un llamado a sus partidarios para que votaran a favor de Corral.

En septiembre Reyes regresó a Monterrey y bajo la presión de Corral y del general Treviño, jefe de la zona militar de Nuevo León, el 23 de octubre de 1909 renunció a la gubernatura. Fue sustituido por el general José María Mier identificado con Treviño y Corral.

El vicepresidente Ramón Corral

Díaz lo envío a Europa con el supuesto encargo de estudiar la organización militar y los sistemas de reclutamiento de los países de esa región. En realidad era el destierro.

Impedir el ascenso de Reyes fue quizá el mayor error político de Porfirio Diaz. Bloqueo con ello una sucesión pacífica de transición generacional que hubiese dado al país un amplio respiro y, posiblemente evitado la insurrección.

En 1908, en pleno auge Reyista,  Venustiano Carranza fue nombrado Gobernador interino de su estado. Un año después pretendió la candidatura a ser electo, pero Diaz no lo aprobó. Su cercanía con el grupo de Bernardo Reyes, le significó ganarse la oposición de los científicos y del propio Díaz. Sin embargo, Carranza se postuló como candidato independiente a las elecciones para gobernador y por supuesto fue derrotado. Nadie podía ganar sin la bendición de Diaz.

Carranza, candidato independiente.

El resultado en términos prácticos fue que Carranza ya estaba fuera del grupo en el poder o, pudiéramos decir, fuera del sistema.

En enero de 1909 Francisco I. Madero, también coahuilense, éste sí hacendado e hijo de una familia adinerada,  publicó su libro titulado La sucesión presidencial en 1910. El Partido Nacional Democrático  en el que se planteó la necesidad de eliminar la dictadura porfirista  a la que define caracterizada por una  ley y unas elecciones que sólo sirven para perpetuar el poder de una élite. A lo largo de la publicación, Madero hace énfasis en la necesidad de elecciones democráticas, un sistema de rotación para cargos públicos y la formación de organizaciones políticas para convocar a elecciones libres. Se muestra convencido de que una vez que mejorara la condición política, se le podría hacer frente a los problemas que aquejaban a la sociedad, especialmente la desigualdad económica y lanza una convocatoria:

«Luchemos, pues, con resolución y serenidad para demostrar la excelencia de las prácticas democráticas, asegurar para siempre nuestra libertad y consolidar definitivamente la paz; la paz de los pueblos libres que tiene por apoyo la ley.»

El libro tuvo un gran éxito y le dio a Madero presencia y relevancia nacional.

Madero y sus allegados trabajaron en la conformación de agrupaciones políticas que dieran paso al tránsito de la democracia, sin hacer llamamientos a las armas, y conformándose, por el momento, con un cambio en la vicepresidencia de la República mientras se desarrollaban otras formas de cambiar el sistema.

Esto confirma que si Bernardo Reyes hubiera sido el candidato a la vicepresidencia el  devenir  se hubiera manifestado distinto.

Pero el error de Diaz ocasionó que el reyismo  y los aspirantes a establecer una democracia se sumaran a Madero.

El libro tuvo un gran éxito y proyecto a Madero

El Partido Reyista se disolvió y sus miembros formaron el Partido Nacionalista Democrático, que participó junto con el Partido Antirreeleccionista de Madero en la Convención Nacional Independiente, celebrada en la Ciudad de México en abril de 1910, resolviendo presentar como candidatos a la presidencia de la República a Francisco I. Madero, y a la vicepresidencia a Francisco Vázquez Gómez, un ex porfirista que inspiraba serenidad en ciertas clases.

Por aclamación se  adoptó el lema Sufragio Efectivo, No Reelección”, diseñado por José Vasconcelos.

El 18 de julio de 1909 se constituyeron en la ciudad de Chihuahua dos organizaciones políticas opositoras, el Club Central Benito Juárez y el Club Electoral Ignacio Allende, filiales del Partido Nacional Antirreeleccionista. Sus directores locales fueron don Abraham González, el excoronel del ejército federal José Perfecto Lomelín Vázquez, los abogados Tomás Silva y Aureliano S. González, el periodista Rafael Martínez y el profesor Braulio Hernández, y estaba integrado por cerca de 200 miembros. El Club Benito Juárez extendió sus actividades propagandísticas a todos los rincones del estado, apoyado en su órgano de difusión oficial El Grito del Pueblo, y con la colaboración de los periódicos El Correo y El Padre Padilla, cuyos directores Silvestre Terrazas y Adolfo Fuentes, respectivamente, simpatizaban con sus propuestas. La intensa campaña emprendida por los clubes oposicionistas fue abierta, respetuosa y moderada. Una de sus principales exigencias fue el cumplimiento de la Ley Electoral como “único medio para garantizar el sufragio efectivo.” Toribio Ortega se reunió en varias ocasiones en la capital del estado con don Abraham González, líder del Partido Antirreeleccionista, y fundó una filial en Cuchillo Parado.

A su vez, el Partido Reeleccionista y el Partido Porfirista lanzaron la candidatura presidencial de Díaz, pero diferentes candidatos a la vicepresidencia. Ramón Corral competía por los miembros del Partido Científico y Teodoro Dehesa por el Partido Porfirista. El rechazo a la candidatura de Corral reunía el más  amplio número de votantes.

Abraham González, El líder antirreeleccionista chihuahuense.

Las campañas iniciaron el mismo  abril. Madero recorrió varios estados del país logrando indudables muestras de simpatía. No se habían registrado campañas electorales más animadas en la historia del país.

Aunque unos meses atrás no estaba plenamente decidido y seguía añorando a Bernardo Reyes, en cuanto  Madero fue candidato Venustiano Carranza se sumó  sin reservas con su paisano, avivando la campaña en Coahuila. Se encontraron e hicieron buena química.

El 16 de enero de 1910, Madero llegó a la ciudad de Chihuahua, acompañado por su esposa Sara Pérez y Roque Estrada, y fue recibido por Abraham González y demás jefes del partido; se efectuó un mitin en el Teatro Coronado y dirigió un discurso a una numerosa multitud. Al día siguiente, Madero llegó a Hidalgo del Parral, y allí lo recibieron los líderes locales del partido, Guillermo Baca, Juan Bautista Baca y José G. Rocha, y en la noche lo aclamaron dos mil personas en el Jardín Hidalgo.

Luego,  acompañado de Abraham González y de Roque Estrada, Madero  llegó por tercera vez a Ciudad Juárez donde permaneció hasta el  19 de enero, desplegando una intensa actividad proselitista con gran éxito.

El régimen había intentado en todo momento obstaculizar la campaña oposicionista: hubo denuncias de que se boicoteó la publicación del periódico El Antirreeleccionista, y el señor Madero fue acusado de robo de guayule, por lo que se giró una orden de aprehensión en su contra. Sin embargo, a pesar de las dificultades, Madero pudo culminar su gira política. Los miembros de los clubes chihuahuenses llevaron a cabo una intensa campaña a favor de su candidato presidencial, así como por los nominados a puestos locales, la gubernatura y el congreso local. Durante la campaña hubo señalamientos de acoso de agentes gubernamentales a los líderes antirreeleccionistas y al propio candidato durante los mítines.

Roque Estrada

El 6 de junio el candidato Madero fue aprendido en Monterrey, de la manera más absurda y por supuesto autoritaria. Roque Estrada, un fogoso orador  que acompañaba a  Madero en su gira por distintos estados del país tuvo una discusión con el jefe de la policía local.  Estrada  desistió de seguir averiguando y se escabulló. Poco más tarde  algunos policías acudieron al domicilio donde se encontraba Madero para que les revelara el paradero de su compañero, pues el jefe quería confrontarlo de nuevo. Madero se negó a dar informes sobre Roque y fue remitido a la comisaría.  Al saber sobre los hechos, Estrada se entregó pidiendo que soltaran a Madero, pues a quien buscaban era a él.

Sorprendentemente los dos fueron procesados acusados de injuriar al presidente de la República.

Diez y seis días después, el 22 de junio ambos prisioneros  fueron trasladados a San Luis Potosí, pues presuntamente allá se había pronunciado el discurso incendiario del que derivaron las acusaciones y confinados a la prisión estatal.

Según documentos originales del archivo de Martín Luis Guzmán, que utilizó para escribir su  Cómo se enjuició a Madero en 1910, que apareció en 40 entregas en el periódico El Universal a lo largo del año de 1941,   el proceso fue radicado en el Juzgado de Distrito de San Luis Potosí, que era la instancia en esa entidad federativa para entender los delitos del fuero federal. Se consignó ante el juez Lic. Tomás Ortiz, fungiendo como secretario del juzgado el Lic. Julio Betancourt y como agente del Ministerio Público el Lic. Ramón Alemán. Durante algunos momentos, por licencia del juez titular, ocupó su lugar el  Lic. Enrique Milán.

La acusación contra el Lic. Roque Estrada es por el delito de ultrajes al C. Presidente de la República, cargos que se le fincan en la ciudad de Monterrey y que luego son radicados en San Luis; en contra de Francisco I. Madero se fincaron  los delitos de “encubrimiento del delito de insultos a la autoridad”, luego él mismo fue indiciado por “delitos a la autoridad” y cuando es trasladado a San Luis Potosí se le agrega el de “conato de rebelión”.

A duras  penas nos es imaginable en la actualidad la existencia de delitos como el de ultrajes al Presidente, práctica tan común y cotidiana en el día a día desde hace décadas. Y mucho menos concebir que un candidato a la Presidencia de la República sea remitido a prisión  por “encubrimiento del delito de insultos a la autoridad”. De carcajada.

José Reyes Estrada, Rafael Martínez Rip-Rip y Adolfo Fuentes Gámez, directores del periódico antirreleccionista de Chihuahua El Grito del Pueblo en 1910.

Antes de efectuarse las elecciones primarias, el gobierno federal preparó una serie de medidas represivas contra los antirreeleccionistas. El gobernador interino del estado de Chihuahua, José María Sánchez, reforzó a las fuerzas policiacas en todo el estado. En Parral, el 27 de junio las autoridades locales arrestaron a los líderes antirreeleccionistas Guillermo Baca, Atanasio Michel, Manuel Becerra, Narciso Baca, Miguel Baca Ronquillo y José G. Rocha bajo el cargo de conspiración. En Batopilas, el seis de julio, Francisco D. Salido, miembro del Colegio Electoral y destacado correligionario maderista, fue también arrestado. Durante la jornada electoral, en la mayoría de las poblaciones del estado, los maderistas acusaron a las autoridades de haberse apoderado de las mesas de votación, utilizando a la policía, y de haber hecho pasar como electores a empleados gubernamentales y miembros de las fuerzas armadas, desconociendo a los electos por la mayoría

Así llegaron las elecciones  primarias del  26 de junio de 1910 y el siguiente 10 de julio las secundarias, unas para legisladores las otras para el ejecutivo, que dieron por ganadores a Porfirio Díaz como presidente con un 98.96% de los votos, un total de 18 mil 625,  y Ramón Corral como vicepresidente.  A Madero se le acreditaron  196 votos, un 1.04 %.

Doctor Rafael Cepeda

El 22 de julio se depositaron 8 mil pesos  en el juzgado de distrito y ambos  fueron liberados bajo fianza, teniendo la ciudad de San Luis Potosí como cárcel, es decir bajo la prohibición estricta de salir de ella. La decisión de  facilitar la libertad bajo fianza fue directamente de Porfirio Diaz, gracias a la intervención del Obispo de San Luis Potosí, José María Ignacio Montes de Oca , quien convenció  de interceder con el  dictador al delegado apostólico  Giuseppe Ridolfi.

Dos días después de ser publicado el bando solemne que declaraba formalmente al presidente y vicepresidente para el periodo 1910-1916, y con los rumores de que volverían a ser detenidos Madero y Roque decidieron huir del país.

En la madrugada del 6 de octubre de 1910, el líder revolucionario emprendió la fuga de la ciudad vestido con un overol de mecánico ferroviario y sombrero guaimeño. Con la ayuda del doctor Rafael Cepeda fue conducido a una estación apartada a 13 kilómetros de la ciudad de San Luis y abordó un vagón de carga que lo llevó  directo y sin tropiezos a la estación de San Antonio, Texas, acompañado de Rafel Cepeda, jefe del Partido Antireeleccionista  en San Luis y de su mozo Julio Peña, donde se encontró con su esposa y con el núcleo principal de exiliados maderistas, entre ellos Juan Sánchez Azcona, Aquiles Serdán, Enrique Bordes Mangel, Federico González Garza y Miguel Albores. Según coinciden todas las fuentes, Venustiano Carranza ya estaba en San Antonio, también en plan de exiliado, pero no encontré el dato de cuándo partió de México.

Ahí elaboraron el llamado Plan de San Luis, que fecharon el 5 de octubre. Pero ni fue escrito en San Luis ni en esa fecha. La razón de que así lo llamaran y fecharan fue para eludir las leyes de neutralidad de Estados Unidos con México, es decir, para evitar que se  estableciera formalmente que estaban convocando a derrocar al gobierno desde territorio norteamericano. La fecha fue el último día que Madero estuvo “preso” en la ciudad de San Luis Potosí, que como ya vimos tenía legalmente como cárcel.  En él se declaraban nulas las elecciones efectuadas en junio de ese mismo año, por fraudulentas,  reafirmando el

principio de no reelección y reiterando el derecho del pueblo a la efectividad del sufragio.

Reproducción del Plan de San Luis

                  “Conciudadanos: Si os convoco para que toméis las armas y derroquéis al gobierno del Gral. Díaz, no es solamente por el atentado que cometió durante las últimas elecciones, sino por salvar a la patria del porvenir sombrío que la espera continuando bajo su dictadura y bajo el gobierno de la nefanda oligarquía científica, que sin escrúpulos y a gran prisa están absorbiendo y dilapidando los recursos nacionales […] No vaciléis, pues, un momento. Tomad las armas, arrojad del poder a los usurpadores, recobrad vuestros derechos de hombres libres y recordad que nuestros antepasados nos legaron una herencia de gloria que no podemos mancillar. Sed como ellos fueron: invencibles en la guerra, magnánimos en la victoria.”

Pero sobre todo, El Plan hacía un llamado a toda la población a levantarse en armas  el 20 de noviembre de 1910 a las 6 de la tarde.

Carranza ya formaba parte de una rebelión armada.

Al calce de la edición del plan, viene la siguiente nota: “El presente plan sólo circulará entre los correligionarios de más confianza hasta el 15 de noviembre, desde cuya fecha se podrá reimprimir; se divulgará prudentemente desde el 18 y profusamente desde el 20 en adelante”.

Se cuenta que en San Antonio Madero  se hospedó en la casa de Ernesto Fernández Arteaga en el barrio de San Pedro,  y que cuando terminó el Plan de San Luis, la señora María Petre de Fernández, esposa de su anfitrión, cruzó la frontera en compañía de su hija Irene, con el plan escondido dentro de una muñeca, para entregarlo a los rebeldes mexicanos para su impresión y distribución. Así, los agentes porfiristas que vigilaban todos los pasos de Madero y de sus seguidores en el extranjero, no se dieron cuenta de que una madre y su pequeña fueron las portadoras del documento que iniciaría la Revolución Mexicana.

Una de las grandes lacras del gobierno porfirista  que señala en Plan es algo de plena actualidad en nuestros días:

                  “Tanto el poder Legislativo como el Judicial están completamente supeditados al Ejecutivo”.

Federico González Garza. Uno de los revisores del Plan de San Luis.

Durante la redacción del Plan en San Antonio actuaron como “revisores” Federico González Garza, Juan Sánchez Azcona, Enrique Bordes Martínez y Roque Estrada. Aquiles Serdán estuvo encargado de vigilar tanto la casa como la estación del tren  para detectar cualquier posible movimiento de la policía secreta porfirista.

El primer problema surgió cuando Madero pretendió incluir en el Plan una cláusula estableciendo que en caso de su muerte la jefatura del movimiento  debería recaer en el doctor  Francisco Vázquez Gómez, por haber sido éste  electo por  la Convención Antirreleccionista candidato a la vicepresidencia. Pero era ésta una verdadera incongruencia.  Vásquez Gómez se había manifestado en artículos  de distintos periódicos así como en entrevistas  como enemigo de todo procedimiento violento,  era partidario de reconocer como bueno el triunfo de Diaz y Corral en las elecciones, proponía  prepararse para los comicios de 1916 y llamaba a que se suspendiera toda acción y rechazaba  que el Partido Antirreeleccionista reanudara labores. En suma, estaba en contra de una revolución. Pero Madero insistía en “respetar” su designación como candidato a la vicepresidencia. En principio, con dificultades, cedió a posponer lo relativo a esa cláusula que les impedía avanzar en la elaboración del Plan. Fue necesario que pasaran unos días hasta que finalmente  Madero aceptó no hacer referencia  a la sucesión en la jefatura revolucionaria. Según el historiador Celso Argüelles fue Carranza quien finalmente logró persuadirlo.

Ya empezaba Madero a dar muestras de no ser muy inteligente en el manejo de la ciertas situaciones.

General Toribio Ortega

Como todos sabemos el coyamense Toribio Ortega, presidente del Club Antirreeleccionista se anticipó y proclamó un alzamiento en   Cuchillo Parado el 14 de noviembre de 1910 al frente de 60 seguidores,  haciendo huir  al cacique local y presidente seccional  Ezequiel Montes, agente personal del gobernador Creel,  y declarando a este poblado como el primer punto del país bajo poder revolucionario. Por eso el pueblo es  reconocido como “cuna de la Revolución”.

No hubo en Cuchillo Parado un combate propiamente dicho y de ahí los sublevados  se internaron en la zona del Pegüis.

Mi apreciado amigo el doctor Santiago Portilla Gil de Partearroyo, insigne historiador e investigador de  El Colegio de México narra que  “Toribio Ortega se  adelantó al 20 de noviembre porque supo que  el presidente seccional iba a aprenderlo. Reunió a sus correligionarios (del club)  y en la mañana del 14 salieron de la población después de pronunciarse. Días después se reunieron  con los antirreeleccionistas que habían cruzado la frontera y rondaban Ojinaga”

El día 19 llegó a Cuchillo Parado una partida militar  y ocupó el pueblo sin resistencia.

En una carta dirigida a Don Venustiano Carranza, fechada el 10 de junio de 1914, el general Toribio Ortega hace referencia al levantamiento del 14 de noviembre de 1910 en Cuchillo Parado:

«[…] al frente de un puñado de hombres, sin más elementos que mi inmensa fe en la justicia, me lancé al campo de batalla retando en duelo a muerte a la tiranía […] Cuatro años han transcurrido sin alegar méritos que carezco, sólo puedo sentir una satisfacción y un orgullo que me bastan; el haber sido leal.»

El 18 de noviembre, la policía poblana alertada de que algo se tramaba, arribó a la casa de los hermanos Aquiles y Máximo Serdán en la capital del estado con la intención de realizar un cateo. Los Serdán trataron de impedirlo y sobrevino la balacera. Ambos hermanos perdieron la vida y el plan de la insurrección del día 20  en su región se vino abajo. Fue el primer enfrentamiento entre maderistas y fuerzas porfiristas del período revolucionario.

Albino Frías, suegro de Pascual Orozco

Muy puntuales fueron  Albino Frías y su yerno y segundo al mando Pascual Orozco,  liderando el levantamiento armado en  San Isidro, Chihuahua, el 19 de noviembre y  sitiando la Ciudad de Guerrero al día siguiente.  Participaron también en ese primer contingente    Antonio y Pablo Frías, hijos de Albino; Pascual Orozco Merino (el padre); José, Marcelo y Samuel Caraveo, Graciano Frías y sus hijos Graciano, Pablo y Jesús María, José y Alberto Orozco, Cruz, Felícitos y José María Márquez, Ignacio Pacheco, Hilario Sías, José G. Rochín, el ingeniero Francisco D. Salido, Jesús y José Morales, Leonardo, Luis, Víctor y Ramón Solís, Eleuterio, Eduardo y Flavio Hermosillo, Pablo y Patricio Rodríguez, Juan y José Dozal, Cipriano y su hijo Silviano Gómez, Tadeo, Jesús y Felícitos Vázquez, Fidel y José González, Agustín y Ramón Estrada. Como es claro, un conjunto de familiares.

El historiador y escritor chihuahuense Reidezel Mendoza Soriano, narra los siguientes hechos:

                  “… sumaban cerca de cuarenta hombres, se levantaron en armas y se apoderaron de Estación Miñaca, de la línea del ferrocarril al Pacífico, y donde estaban almacenadas armas que habían sido compradas por las compañías mineras. Los insurrectos saquearon la Oficina de Correos y se llevaron parque, pistolas y dinero. El capitán Francisco Antillón, jefe de la policía, estaba ausente, y los elementos de Seguridad Pública que custodiaban la localidad rindieron las armas. Antillón era primo de Pascual Orozco, pero también su enemigo personal. Enseguida, los revolucionarios retornaron a dormir en su pueblo, San Isidro, y la mañana del domingo 20, sitiaron y atacaron la casa del viejo rival de Pascual Orozco, Joaquín Chávez, que en esos momentos estaba en la ciudad de Chihuahua, por lo que sus hijos Cástulo y Enrique encabezaron la defensa con 50 tarahumaras. Los Chávez solicitaron auxilio a la guarnición de Ciudad Guerrero pero no obtuvieron respuesta y al poco tiempo tuvieron que rendirse, pues la breve resistencia fue vencida con un cartucho de dinamita que arrancó la puerta principal. Los revolucionarios sometieron a los tarahumaras a los pocos disparos, y se apoderaron de armas, municiones, 40 caballos y dos mil pesos que impusieron como multa a Cástulo Chávez. Varios vecinos se incorporaron a las filas de los rebeldes.

Orozquistas con Orozco en San Isidro.

 

En Chihuahua, Coahuila y Veracruz hubo otros seis levantamientos entre el 14 y el 19.

El domingo 20 hubo 13 hechos de armas, siete en Chihuahua seis en los estados de Durango y Veracruz.

El día 21 Cástulo Herrera, Guadalupe Gardea y Francisco Villa se apoderaron de San Andrés y Guillermo Baca y Manuel Chao  atacaron la Plaza de Hidalgo del Parral.

Sin duda fue Chihuahua el estado que más rápida y cuantitativamente respondió al llamado del Plan de San Luis, bajo la firme dirección de Abraham González.

Doralicia Carmona, historiadora, comenta que “ Durante el siguiente mes, habrá más de cuarenta hechos de armas en nueve estados, principalmente en la sierra occidental. Por una parte, dichas sublevaciones, serán vistas como acciones de grupos sin importancia, muy localizados; por otra parte, no serán enviadas tropas de inmediato porque las indagaciones en torno a los antirreeleccionistas capturados, revelarán que éstos tienen contactos en el ejército, lo que obligaría a los militares porfiristas a hacer una purga, previa a cualquier movilización, pues no se arriesgarán a enviar oficiales y soldados desafectos. Mientras, Porfirio Díaz sufre el dolor de una infección dental…”

Doctor Santiago Portilla.

Santiago Portilla precisa que “los grupos  de insurrectos eran pequeños y lo normal era que  después de pronunciarse  en alguna población  salieran de ella y recorrieran el campo buscando adeptos, armas y oportunidades de  hacerse de algún pueblo o de combatir con destacamentos federales sin arriesgar demasiado”.

“El periodista norteamericano Thimoty G. Turner estaba en  una cantina de Ciudad Juárez el 4 de febrero de 1911 cuando el griterío de la gente lo hizo salir a la calle para observar  como un oficial federal de caballería, con el uniforme manchado de sangre, entraba a galope a la ciudad  llevando en ancas a una mujer herida. Detrás de ellos otros dos caballos, sin jinete, corrían con los ojos espantados y en las monturas traían huellas rojizas del combate.  El oficial logró detener a su caballo justo frente a la comandancia  del ejército mientras los otros equinos siguieron su carrera hasta el puente internacional que  cruzaron solos, como presagios fantasmales”

Así inicia la narración  en el libro 1911 La Batalla de Ciudad Juárez de Pedro Siller y Miguen Ángel Berumen,  Berumen y Muñoz Editores, de la llegada de las tropas de Pascual Orozco a la región fronteriza que culminó con la Toma de Ciudad Juárez el 10 de mayo del mismo año y consecuentemente  con la renuncia de Porfirio Diaz a la Presidencia de México.

El excelente libro de Pedro Siller y Miguel Angel Berúmen editado en Ciudad Juárez por Berumen y Muñoz, Editores

La noche del 13 de febrero de 1911 Francisco I. Madero había cruzado de El Paso, Texas, a Ciudad Juárez por el Vado de la Herradura, Hacienda de San Agustín, en las inmediaciones de Guadalupe, lo que se conoce hoy como El Valle de Juárez. Iba acompañado de Abraham González, José de la Luz Blanco, Roque Estrada, Raúl Madero, el italiano Giuseppe  Garibaldi, Alberto Harrington y 20 norteamericanos que se sumaron al movimiento. González le había ofrecido el despliegue de fuerzas organizadas en Chihuahua, puestas a sus órdenes.

Dentro del estado Madero realizó varios desplazamientos los primeros 3 meses del año,  de la frontera a la Hacienda de Bustillos en San Antonio de los Arenales,  a las haciendas de San Diego y El Refugio en la región de Casas Grandes.  Es aquí donde la madrugada del 6 de marzo lidera el primer combate y aunque es herido y derrotado, es el último en retirarse del campo de batalla.

Al replegarse los insurrectos, se resguardan en la hacienda del refugio, de Jacobo Anchondo, donde  Madero recibe el reconocimiento como presidente provisional de México que le otorgan sus seguidores. Orozco es nombrado General y Villa Coronel.

Mientras tanto,  mantienen sitiada a Ciudad Juárez y se registran algunas escaramuzas.

En abril comienzan  negociaciones con el gobierno porfirista en El Paso, Texas,  para poner fin a la lucha armada. Con ese propósito  llegaron a Ciudad Juárez dos representantes del gobierno porfirista ofreciendo  la renuncia del vicepresidente  Ramón Corral, la capacidad de designar a cuatro ministros en el gabinete presidencial y a 14 gobernadores. Madero estuvo a punto de ceder a la propuesta porfirista incluyendo la aceptación de la continuidad de José Yves Limantour en Hacienda, pero  Madero se encontró con la férrea oposición de Venustiano Carranza y  de Roque Estrada.

El mismo mes Orozco y Villa  desplazan tropas  hacia la frontera  y se acuartelan en la Hacienda del Refugio en Casas Grandes.

El 25 de abril los rebeldes atacaron la Estación Bauche del ferrocarril a unos kilómetros de Ciudad Juárez.  Contra todo pronóstico esta batalla resultó una contundente Victoria que permitió a los maderistas instalarse  a la orilla del Río Bravo, frente a la Fundidora

Madero en La Casa de Adobe

Madero toma como su cuartel una construcción rústica  cercana al Rio Bravo a la que denominan la Casa de Adobe, hoy un pequeño museo.

Desde El Paso los vecinos observan como espectáculo los enfrentamientos y las modernas cámaras fotográficas personales de venta en La Popular se agotan rápidamente.

El gobierno estadounidense movilizó 20 mil soldados a la región para prevenir cualquier posibilidad de que su territorio se viera contaminado con los combates.

Díaz también temía una posible intervención por parte de Estados Unidos si algún ciudadano norteamericano resultaba herido por parte de los revolucionarios o si a los revolucionarios se les ocurría asaltar la ciudad de El Paso. Por su parte, Madero  recibió un reclamo del cónsul norteamericano diciéndole que las balas estaban cruzando la frontera y ya habían herido a un ciudadano de su país.

Madero decidió  no correr ningún riesgo y ordenó a  sus comandantes que no hubiera más disparos. Además, confiaba en que las negociaciones con el gobierno de Diaz rindieran  fruto favorable a su causa.

El 7 de mayo Porfirio Diaz publica un manifiesto a la nación en el que destaca varios logros que a Madero  le llenaban el ojo.

La Popular de El Paso vendió docenas de cámaras fotográficas personales

En principio, el gobierno informa que las demandas de No Reelección ya fueron aprobadas por la cámara de diputados y  están en proceso de aprobación por el senado. Que pronto se aprobará una reforma electoral que garantice el Sufragio Efectivo. Pero declara “de todo punto incompatible con un régimen legal la exigencia de la revolución de que presenten su renuncia el Presidente y el Vicepresidente de la República… en estos momentos tan difíciles, si hubiera de aceptarse, dejaría a la Nación abandonada a todos los azares y peligros y abriría en nuestra historia otro siniestro periodo de anarquía, cuyo imperio y cuyas consecuencias nadie puede prever”,  (lo que resultó profético). Para finalizar, da por fracasadas las negociaciones.

                  Pero como todos sabemos, Orozco, Villa, y José de la Luz Blanco y Garibaldi decidieron desobedecer las órdenes de Madero e iniciaron nuevas hostilidades contra el ejército federal, logrando en 24 horas escalar un enfrentamiento de altas proporciones. Por más que lo intentó, Madero no pudo contener los combates y  tras dos días de intensos tiroteos y enfrentamientos cuerpo a cuerpo, exhausta ya la tropa federal, cayó el último reducto de la defensa y la plaza fue ocupada por una fuerza de aproximadamente 2,500 antirreeleccionistas.  A las 3 de la tarde del 10 de mayo,  el general federal Juan N. Navarro anuncia su rendición.

Al ser capturado  Juan Navarro, muchos soldados revolucionarios, entre ellos Pascual Orozco y Francisco Villa exigieron fusilarlo en el acto. Giuseppe Garibaldi se interpuso entre la muchedumbre y logró ponerlo a salvo. Esto irritó a Villa y a Orozco, pero Madero intervino y evitó que fuera ejecutado, argumentando una cláusula del Plan de San Luis que prohibía fusilar a quien depusiera las armas.

General Juan Navarro

A pesar de sus resistencias,  de reclamar la desobediencia y de las fricciones en su grupo, Madero entró triunfante en  Ciudad Juárez el mismo 10 de mayo y se estableció en las oficinas de la Aduana.

El 21 de mayo Porfirio Diaz presentó su renuncia.

Ese mismo día Madero firmó los Tratados de Ciudad Juárez y designó su primer gabinete provisional.

El gabinete estuvo formado por su hermano Gustavo Madero como Secretario de Hacienda; Francisco Vázquez Gómez como Secretario de Relaciones Exteriores; Federico González Garza como Secretario de Gobernación; José María Pino Suárez en Justicia; Manuel Bonilla en Comunicaciones y Venustiano Carranza como Secretario de Guerra.

El nombramiento de Carranza causó  estupor, no sólo entre los comandantes que habían ganado la batalla sino en todo el primer círculo, principalmente porque Carranza no era militar ni había participado jamás en  una batalla. Quizá el más irritado fue Pascual Orozco, que ambicionaba el cargo.

Posteriormente, Carranza fue designado gobernador provisional revolucionario de Coahuila, ocupando ambos cargos al mismo tiempo.

Francisco León de la Barra – según el historiador Alejandro Rosas el prototipo de la decencia: hombre de educación refinada, reflexivo, elevado por la lectura y los viajes, amante de las buenas costumbres, con alcurnia en sus apellidos, perteneciente a las clases acomodadas de la capital y miembro de la comunidad católica- fue designado presidente provisional el 25 de mayo y convocó a elecciones presidenciales y  de gobernadores que se llevaron a cabo en absoluta tranquilidad el 15 de octubre de 1911.

Francisco León de la Barra.

Como consecuencia, Madero asumió la Presidencia  el 6 de noviembre para culminar el período de 1910-16 y el 22 de noviembre Venustiano Carranza sumió como Gobernador Constitucional de Coahuila.

Pronto fue evidente  el error cometido  en los Tratados de Ciudad Juárez que aceptó y firmó Madero.

En “La crisis del maderismo”, Santiago Portilla reflexiona sobre la crisis que partió de los Acuerdos de Ciudad Juárez signados al triunfo de la Revolución maderista, que anularon al Plan de San Luis, ya que se aceptó la continuidad de los poderes Legislativo y Judicial de la dictadura porfirista, y se licenció al ejército revolucionario.  Lo primero que había establecido el Plan de San Luis era la nula legitimidad del presidente Porfirio Díaz, pues su séptima reelección había sido a todas luces fraudulenta. Como producto de la misma elección, el Congreso de la Unión fue también desconocido. Los revolucionarios documentaron el fraude con cientos de testimonios con los que formaron un enorme Memorial, con base en el cual demandaron la anulación de las elecciones. Sin embargo, a la hora de la negociación acaso por ingenuidad, acaso por cansancio, se aceptó la continuidad de la legislatura espuria, que se convertiría en un gran obstáculo. El Ejército Federal fue derrotado políticamente, mas no militarmente, y sus altos mandos quedaron resentidos, pero quedaron  a cargo.

Además, Pascual Orozco y Emiliano Zapata, dos de los principales líderes revolucionarios, se rebelaron contra el Presidente porque sentían que había traicionado a la Revolución, lo que provocó la escisión de su base social.

Un común denominador en estos errores parece ser la ingenuidad de Madero.

Factores que contribuyeron a la debilidad del gobierno maderista fueron sin duda la obstaculización a su gobierno por parte de la XXV Legislatura; la crítica implacable de la prensa, que en su mayoría seguía siendo porfirista; el descontento entre los hacendados y grandes empresarios que vieron amenazados sus privilegios ante las iniciativas agrarias y laborales; y la actitud desestabilizadora del embajador de Estado Unidos, Henry Lane  Wilson. Todos estos elementos se sumaron al clima golpista que se desarrolló desde fines de 1912 y que estalló el 9 de febrero de 1913 con la Decena Trágica, encabezada por Bernardo Reyes y Félix Díaz, a quienes Madero había perdonado la vida tras sus intentos golpistas en los meses anteriores.

Wilson, instigador y cómplice del asesinato

Un elemento que distanció a Carranza con Madero fue la desobediencia del primero en disolver las tropas coahuilenses que habían ayudado a la revolución. Pronto se  vio que Carranza tenía la razón, cuando, en principio,  debió hacer uso de ellas para repeler la sublevación de Pascual Orozco.

Pero no es tarea de esta efeméride  analizar el gobierno de Madero.

Es menester precisar que Madero no se representaba a sí mismo sino a una causa, la de la libertad y la democracia contra la dictadura. Su deleznable  asesinato no fue pues sólo la pérdida de un presidente y su vicepresidente. México empezaba con Madero su camino a la democracia, concebida como un régimen de libertades individuales y ciudadanas, un sistema en que hombres y mujeres eligieran a sus gobernantes mediante votos libremente emitidos. Esa democracia vinimos a tenerla hasta fines del siglo pasado, 80 años después. Esta fue la magnitud de la tragedia, de los efectos del cuartelazo de febrero de 1913.  La libertad y el valor de la ciudadanía fueron los valores que se perdieron en el crimen del chacal Huerta.

Friedrich Katz, uno de los mejores conocedores de la Revolución mexicana, afirma que el mayor error de Madero fue mantener al ejército derrotado en lugar de haberlo disuelto y haberse sostenido sobre su propia fuerza armada, lo cual hubiera sido en sentido estricto la lógica revolucionaria. Katz comparaba a la Revolución mexicana con otros exitosos procesos revolucionarios de carácter no solo político y militar sino también social, como las revoluciones francesa, rusa, china, cubana y otras. En todos esos casos los revolucionarios triunfantes se habían apoyado en su propio ejército y habían hecho a un lado al de la tiranía, haciendo caso omiso de la legalidad vigente.  Pero Madero no. Cuando Katz dice “fue el peor error de Madero” obviamente acierta cabalmente.

Militarmente, por tanto, la derrota en efecto no se consumó, es decir, la derrota entendida como destrucción y desarme completo de la fuerza enemiga. Esto sólo llegó a ocurrir con fuerzas federales considerables en Ciudad Juárez, Torreón, Chilpancingo (cerca de ahí, donde la fuerza federal fue capturada por los antirreeleccionistas con artillería y demás armas). Ocurrió también en Cuautla, que los zapatistas tomaron. A pesar de estas innegables derrotas, el resto del ejército federal quedó prácticamente intacto.

Frederick Katz.

Madero le tenía temor al militarismo. Su libro La sucesión presidencial de 1910, que había escrito para prepararse intelectualmente para la formación de un partido de oposición, para la lucha legal por el poder, se basa justamente en la idea de que el peor enemigo de México en el siglo XIX, en ese siglo de gran inestabilidad política, había sido el militarismo. Es decir, personas que se habían levantado contra tal o cual presidente, contra tal o cual tiranía y luego le habían cobrado muy caros sus servicios al país. Ese era el militarismo. Y el militarismo podía conducir al poder absoluto, decía Madero, como había ocurrido con Porfirio Díaz. Acaso por eso rechaza a Orozco y también por eso designa Secretario de Guerra y Marina al civil  Venustiano Carranza.

Sin embargo, los acuerdos de Ciudad Juárez contuvieron un punto que ofendía a los federales, que era su evacuación de los estados de Sonora, Chihuahua y Coahuila, en los que permanecerían las fuerzas revolucionarias por insistencia de los gobernadores. En el proceso de licenciamiento de las demás tropas revolucionarias del país, hubo varios choques entre antirreeleccionistas y federales, con saldo casi siempre de muertos insurgentes. En estos casos, por su inclinación institucionalista, Madero se puso del lado de los federales, lo que provocó resentimiento entre sus propias filas.

El acuerdo de mantener a las fuerzas antirreeleccionistas como irregulares en Sonora, Chihuahua y Coahuila, matizan la crítica de  Katz en el sentido de que Madero y los antirreeleccionistas no mantuvieran su ejército sino el federal. Por lo menos se tuvo esta reserva, que llegado el momento demostró ser decisiva, pues no debemos olvidar que fueron estas fuerzas irregulares del norte las que constituyeron el pie veterano del Ejército Constitucionalista que rechazaría el cuartelazo de 1913 y terminaría venciendo, ahora sí definitivamente, al ejército federal porfiriano.

Tumba del General González Salas.

Con esas fuerzas Venustiano Carranza se pudo oponer a un ejército federal mucho mejor preparado que en 1910, comandado por Huerta, y por supuesto pudo derrotarlo.

Madero nunca tuvo la visión para percibir esta palpable realidad.

Primero como Jefe de la Revolución triunfante y luego como Presidente electo   Madero intentó ganarse al ejército federal mostrando su lealtad institucional, mejorando sus condiciones materiales, mejorando los cuarteles, acabando con la leva forzada (esto quizá no les gustó tanto a los generales resentidos), mejorando el armamento y, esto es importante por su valor simbólico, dedicándole discursos con párrafos elogiosos a la fuerza federal. La actitud de Madero hacia el ejército federal obviamente no era bien vista por sus partidarios.

Nuevamente escuchemos a Santiago Portilla:

 La lucha contra el orozquismo fue muy difícil; era una fuerza grande de Chihuahua, ya veterana de la revolución y Madero, presidente ya, manda a luchar contra los orozquistas al general José González Salas, por petición de él mismo, quien era secretario de Guerra. Era un militar honorable, de los leales a Madero. Pero cuando está González Salas en Chihuahua, en su campamento, Orozco le manda una máquina loca, es decir, una locomotora cargada de dinamita, que estalla en el centro del campamento federal y genera una mortandad impresionante entre los soldados federales, y después de eso, al ver las pérdidas y avergonzado por no haber previsto la maniobra, José González Salas sube a su vagón y se pega un tiro. Aquí empezamos a ver algunos hechos fortuitos que van a ir dando lugar al gran villano en esta historia.

¿Quién fue a combatir entonces a Pascual Orozco?: Victoriano Huerta, quien hizo una campaña muy bien meditada y muy lenta ganando posiciones, mandando a los revolucionarios leales de Chihuahua, entre ellos Pancho Villa, a los de Sonora y de Coahuila por delante y bombardeándolos él mismo con su artillería. En esa campaña Victoriano Huerta forma la primera División del Norte como eje de la reorganización del ejército federal.  Huerta comprende que debe reorganizar a todo el ejército federal para darle la fuerza que no tuvo antes y enfrentar a los maderistas, y lo logra. Cambia los mandos por gente más joven, más capaz, mejor armada, más conocedora del terreno. Madero arma mejor al ejército federal. Y entonces Huerta gana poder. Al derrotar a la rebelión orozquista, la más grande contra Madero, gana un gran poder dentro del ejército y en la política nacional. Por su importancia en los hechos posteriores al asesinato de Madero, cabe recordar en este momento que, ante la oposición armada de Zapata y Orozco contra Madero, Pancho Villa permaneció firme, leal al dirigente antirreeleccionista. De los hechos descritos, se desprenden dos conclusiones –ojo, porque esto no se suele mencionar–: uno, la lucha política por la democracia de Madero se modifica socialmente. El libro en el que describo con detalle la rebelión de Madero se titula Una sociedad en armas porque lucharon contra Porfirio Díaz miembros de todas las clases sociales: campesinos, obreros, rancheros, mineros, clase media y hasta hacendados como Madero. O sea, ya la sociedad mexicana estaba cansada de la dictadura, de la falta de libertad que había impuesto Díaz. Sin embargo, de la lucha política, y después armada, unificadora de la sociedad, con la rebelión de Zapata y de Orozco se pasa a una lucha de clases, porque los liderazgos populares ya están reprochándole a Madero ser hacendado, ser amigo de los ricos, ser amigo de los federales y creen que está traicionando los principios de la revolución. Ellos mismos hacen que esta lucha se convierta en una lucha de clases. Y dos, debilitan en su mismísima raíz al maderismo gobernante, prefigurando las condiciones propicias para el cuartelazo de 1913. Ciertamente no fue la única causa de debilitamiento, pero sí una muy grave.

Zapata y Orozco contribuyeron de manera muy importante a la crisis del maderismo. Zapata se levanta contra Madero menos de un mes después de que el presidente demócrata toma posesión y más aun, adelantándonos, cuando Huerta perpetra el golpe de estado y asesina a Madero en febrero de 1913  Orozco se unió al régimen de Huerta. La revuelta de Orozco contra Madero empañó en cierta medida su reputación revolucionaria, pero su posterior apoyo a Huerta agravó la repugnancia contra él.

Federico Gamboa, diputado por Chihuahua.

Por otra parte, el gobierno de Madero debió enfrentar la pertinaz resistencia del Congreso a todas sus iniciativas, unas Cámaras formadas con incondicionales del dictador, que los designaba a su gusto. Decía Federico Gamboa, el autor de Santa, en su diario: “yo soy diputado por un distrito de Chihuahua en el que nunca he puesto el pie”. Díaz era de la idea de que el Congreso debía tener personalidades destacadas como escritores, diplomáticos, como Federico Gamboa, juristas, grandes propietarios. Digamos que le dio lustre al Congreso poniendo a personas prestigiadas en las esferas sociales, pero era un Congreso a modo y jamás hicieron nada que pudiera contrariar ni mínimamente a Porfirio Díaz. Pues estos mismos, una vez que Madero se hace presidente, bloquean “democráticamente” todas sus iniciativas. Se convierten en un poder irracional obstruyendo todo, lo cual hace que se retrasen las cosas que Madero se había propuesto como gobernante y que había ofrecido como candidato. Ellos contribuyen de manera muy importante a la generación de ese ambiente desestabilizador.

Filomeno Mata y su ilustre periódico

Un elemento más, muy importante, del cual debemos acordarnos siempre, es la prensa. Es el mismo caso. Tenemos una prensa básicamente dominada por Porfirio Díaz y servil con el dictador, con dos ejemplos que son la excepción: El Diario del Hogar, de Filomeno Mata y otro periódico que dirigió Juan Sánchez Azcona que funcionó como una empresa periodística moderna, que prestaba distintos tipos de servicios informativos, pero los dos eran una oposición de carácter independiente con muchos bemoles y al Diario del Hogar lo clausuraron varias veces las autoridades porfiristas porque cualquier insinuación  que no fuera grata al dictador era inmediatamente reprimida. Pero la misma prensa, los mismos periódicos que habían sido todo el tiempo obsequiosos con Porfirio Díaz, con Madero Presidente se convierten en una prensa furibundamente “democrática”, opositora, independiente, que no sólo critica, que insulta, que se burla del chaparro, del enano, del loquito de Madero. Las revistas de caricaturas, el Multicolor y varias otras, eran cotidianamente ofensivas contra Madero, contra su familia, contra su esposa. Madero no siguió el consejo de Gustavo su hermano, compañero de lucha y dirigente del partido que llevó a Madero al poder. Gustavo le decía: mételos a la cárcel por difamación, la ley está de tu lado, y él respondía: nunca me pondré en contra de la libertad de expresión. Él también había sido periodista y había sufrido la censura y la violencia de la dictadura. Gustavo insistía: pero esto no es libertad de expresión, es otra cosa, es un delito, tienes la ley de tu lado. La idea era siempre la misma: yo vine para dar libertad, no para imponer mis ideas.

El gobierno de Madero fue un paréntesis de libertades en el periodo que comprende el Porfiriato y la Revolución hasta su culminación, ya sea que ésta se ubique en 1917 con la promulgación de la Constitución, en 1920 con la muerte de Carranza o en 1940 con el fin del gobierno de Lázaro Cárdenas.

Durante la breve administración de Madero, de apenas un año tres meses, los obreros se manifestaron y organizaron libremente. Cuando Madero llega al poder empiezan a estallar huelgas y su gobierno no reprime ninguna. Los dueños de fábricas esperan que el gobierno reaccione como el anterior y defienda sus intereses, pero Madero les hace ver que es necesario que negocien con ellos sus condiciones de trabajo. Desde su campaña electoral Madero planteaba que las condiciones de trabajo en las industrias y empresas comerciales eran injustas, que debía establecerse un seguro de accidentes, menos horas de trabajo, escuelas nocturnas y dominicales para trabajadores y sus hijos. Su posición ante los empresarios era clara: sabemos que las condiciones de trabajo son horribles, son pésimas, entonces, ¿no creen ustedes que ya es tiempo de empezar a dar un poco de respeto, de mejores horarios, un poco más de salario, algún seguro para accidentes de trabajo que son muchos en las industrias?. Durante su administración se establece la jornada de diez horas de trabajo y anarquistas fundan la Casa del Obrero Mundial, que Madero considera parte de las libertades ganadas por la revolución. Esto  naturalmente le granjeó la animadversión de la clase empresarial, a la que esta libertad le parecía ausencia de gobierno.

Sin duda cometió errores, pero fue el deseo de revancha del ejército virtualmente derrotado, la defección de zapatistas y orozquistas, la animadversión de las élites porfirianas por las acciones emprendidas por el gobierno maderista y el odio desbordado del embajador estadounidense, los que se unieron para  conformar el campo de cultivo  de lo que acabó con la democracia que comenzaba.

Felix Diaz, el sobrino de su tío.

Así sobrevino la Decena Trágica, golpe de Estado que en realidad se prolongó durante 14 días.  El 9 de febrero de 1913 un grupo de soldados disidentes comandado por el general Manuel Mondragón se sublevó, puso en libertad a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz – “el sobrino de su tío”- , a quienes Madero había perdonado la vida  y estaban presos, asaltaron algunas dependencias del gobierno y decretaron el estado de sitio. Se atrincheraron en el complejo conocido como  La Ciudadela.  El general Lauro Villar, leal al presidente,  defendió el Palacio Nacional pero fue herido, no de muerte pero si con la gravedad suficiente para dejarlo fuera de combate. Fue entonces que  Madero nombró en su lugar a Victoriano Huerta, otorgándole el mando de las tropas de la Ciudad de México. Pronto, los sublevados exigieron la renuncia del presidente y del vicepresidente.  El 17 de febrero, Gustavo A. Madero descubrió que Huerta estaba en arreglos con los opositores y lo llevó ante el presidente y lo acusó, Pero el torpe Francisco no creyó en sus palabras, y lo liberó, dándole además un voto de confianza.  Huerta salió de ahí a firmar  un acuerdo —el Pacto de la Embajada—con el embajador Henry Lane Wilson, que reconocía al sobrino de su tío como jefe del ejército.  Wilson odiaba a Madero y frecuentemente enviaba reportes  a Washington en los que lo descalificaba, acusándolo de “inepto e incapaz de sortear las crisis políticas, poniendo en riesgo los intereses y la seguridad de los ciudadanos norteamericanos en México”. Ese pacto no fue autorizado y tampoco se informó de su existencia al Presidente Woodrow Wilson, que acababa de tomar el poder.

Madero y Pino Suárez

Ese mismo día, Madero y Pino Suárez fueron arrestados, y obligados a renunciar al día siguiente. Por ley, asumió la presidencia el Ministro de Relaciones Exteriores Pedro Lascurain, quien permaneció en el cargo tan solo 45 minutos, de las 17:15 a las 18:00 horas, y su única acción fue nombrar a Victoriano Huerta Secretario de Gobernación, para luego también renunciar.  Con esa burda maniobra el nuevo Secretario de Gobernación asumió la Presidencia de la República. El 22 de febrero los depuestos Madero y Pino Suárez fueron enviados a la prisión de Lecumberri y antes de ingresar se simuló un ataque al  vehículo que los conducía y ahí fueron asesinados.

Huerta envió una circular telegráfica dirigida a los Gobernadores: «Autorizado por el Senado he asumido el Poder Ejecutivo «.

A fines de aquel mes aciago la prensa informaba  que a pesar de todas sus pesquisas, era realmente imposible determinar cuántas eran las víctimas de aquellas semanas de infierno. La intensidad del conflicto había impedido dar digna sepultura a los caídos, de todos los bandos, y, temiendo el peligro de una epidemia, la quema de cadáveres se dio en varias calles: Regina, la Calle Ancha, las cercanías de la Ciudadela…

Pedro Lascurain

Los gestos de indignación y desaprobación contra los “bárbaros asesinos” del hecho inmoral y torpe, pésames, condolencias y solidaridad hacia los muertos se dejarían sentir por todo el país en especial por el apreciado presidente “Mártir”. A Piedad García le escribiría el 29 de febrero de 1913 su hermana, que tenía la cara hinchada de llorar, dolor de cabeza y “el alma traspasada” por la muerte de “nuestro querido don Panchito”. Regresó del Panteón Francés con gusto y pesar, porque destapó su tumba para darle el último adiós, y sintió que se privaba. Otras mujeres “aullaban” acompañando a la familia hasta que quedó el cuerpo en la fosa.  Armando González Garza reseñará a su hermano Federico los sucesos  transcurridos del 21 al 25 y el 31 de marzo en el Panteón Francés, cuando gendarmes a caballo y a pie disolvieran las manifestaciones populares. Los soldados llegarían a temer que el cadáver fuera sacado y se dijera que Madero había resucitado por ser el día 23 de marzo “Domingo de Resurrección”. Doscientas mujeres depositarían flores, una corona con listones anchos con letras doradas de imprenta con inscripciones que lo recordaban. Se pronunciarían discursos, y los estudiantes coahuilenses pondrían una corona de pensamientos entre varios vivas en la tumba del “Apóstol”. Otros peregrinaron a la tumba y leyeron sus pensamientos de tarjetas y papeles. La clase estudiantil sería la “más airada” al reprobar con duras palabras el asesinato.

Aunque el país se estremeció, muchos inconformes con el gobierno de Madero aplaudieron el atentado. Huerta contó con el apoyo del ejército y sometió a los gobernadores y quién no se alineo fue asesinado, como fue el caso del chihuahuense Abraham González. Ya vimos que el sonorense Maytorena no reconoció a Huerta, pero prefirió hacer mutis y salir del país. Paralelamente, mediante asesinatos selectivos de representantes populares intimidó a las Cámaras del Congreso y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Gustavo Madero fue cruelmente torturado y asesinado, luego vinieron los asesinatos de Serapio Rendón, Adolfo C. Gurrión, Néstor Monroy, Edmundo Pastelín, y posteriormente del chiapaneco Belisario Domínguez. Buena parte de la cámara de diputados fue encarcelada desde fines de febrero de 1913 y muchos legisladores permanecieron en prisión más de medio año.

Sólo un gobernador tuvo las agallas para  oponerse al usurpador asesino y salir en defensa de la legalidad, a sabiendas de que su decisión significaba prácticamente lanzarse al vacío,  el coahuilense Venustiano Carranza. Y lo hizo sin dilación.

Carranza fija su postura enfáticamente, aun antes de conocer del asesinato del presidente y el vicepresidente: califica  la designación de Victoriano Huerta  como  jurídicamente arbitraria e ilegal; políticamente “el más escandaloso derrumbamiento de nuestras instituciones”; históricamente una “regresión a nuestra vergonzosa y atrasada época de los cuartelazos”.

En Saltillo, Coahuila, el Gobernador Carranza, denunció que se trataba de la usurpación del Poder Ejecutivo; Juan Barragán (Historia del Ejército Constitucionalista), refiere: … “citó a su casa… de la ciudad de Saltillo, a varios miembros de la Legislatura para hacerles de su conocimiento el telegrama de Huerta. Asistieron a esta junta los Diputados Gabriel Calzada, Epigmenio Rodríguez, Vicente Dávila y Jesús Hermosillo, el Teniente Coronel Luis G. Garfias, el Capitán Jacinto B. Treviño y los señores Aldo Baroni, Alfredo Breceda y Ernesto Meade Fierro. ‘Enterados los concurrentes del mensaje, el señor Carranza significó a los Diputados que el Senado carecía de autoridad constitucional para nombrar Presidente de la República, suplir al electo popularmente y facultar a nadie para aprehender a los Primeros Magistrados de la Nación, y que, por lo tanto, era una obligación ineludible del Gobierno coahuilense desconocer y reprobar inmediatamente semejantes actos, de tal manera que si resultaba preciso recurrir al extremo expediente de las armas y hacer una guerra más cruenta que la de TRES AÑOS para lograr la restauración del orden legítimo, la gravedad del caso no arredraría a ningún ciudadano amante de su patria. Concluyó el señor Carranza exhortando a los Diputados para que obraran con entera justificación y energía. Enseguida envió al Congreso una comunicación en que oficialmente daba a conocer el repetido mensaje y sus deseos de que el Gobierno del Estado asumiera la actitud dictada por la ley y por el decoro’”.

En Ramos Arizpe promulgan el Plan de Guadalupe

El oficio que planteaba al Congreso el aspecto legal del caso, decía: … he creído conveniente dirigirme a esa H. Cámara, para que resuelva sobre la actitud que deba asumir el Gobierno del Estado en el presente trance, con respecto al General que por error o deslealtad pretende usurpar la Primera Magistratura de la República…”.

El congreso del Estado promulgó un decreto desconociendo a Huerta, concede al gobernador Carranza facultades extraordinarias para armar fuerzas que defiendan el orden constitucional de la República e invita a otros estados y oficiales con mando de fuerzas a secundarlo… no vacilamos en presentar la resolución como nacida del patriotismo que anima a los miembros de esta H. Cámara.

Carranza contaba, como ya vimos, con  milicias propias, es decir no pertenecientes al ejército federal, al igual que Chihuahua y Sonora. Pero carecía de armamento moderno, de financiamiento, de municiones y pertrechos.

El 10 de marzo recibió la noticia del asesinato de Abraham González.

No perdió el tiempo. El 26 de marzo proclamó el Plan de Guadalupe en la Hacienda del mismo nombre en el municipio de Ramos Arizpe, contiguo a Saltillo, donde redactó y se firmó.  Este es el texto:

Plan de Guadalupe

26 de Marzo de 1913

 

MANIFIESTO A LA NACIÓN

Considerando que el general Victoriano Huerta, a quien el Presidente constitucional don Francisco I. Madero había confiado la defensa de las instituciones y legalidad de su Gobierno, al unirse a los enemigos rebelados en contra de ese mismo Gobierno, para restaurar la última dictadura, cometió el delito de traición para escalar el poder, aprehendiendo a los C.C Presidente y Vicepresidente, así como a sus Ministros, exigiéndoles por medios violentos las renuncias de sus puestos, lo cual está comprobado por los mensajes que el mismo general Huerta dirigió a los Gobernadores de los Estados comunicándoles tener presos a los Supremos Magistrados de la Nación y su Gabinete. Considerando que los Poderes Legislativo y Judicial han reconocido y amparado en contra de las leyes y preceptos constitucionales al general Victoriano Huerta y sus ilegales y antipatrióticos procedimientos, y considerando, por último, que algunos Gobiernos de los Estados de la Unión han reconocido al Gobierno ilegítimo impuesto por la parte del Ejército que consumó la traición, mandado por el mismo general Huerta, a pesar de haber violado la soberanía de esos Estados, cuyos Gobernadores debieron ser los primeros en desconocerlo, los suscritos, Jefes y Oficiales con mando de las fuerzas constitucionales, hemos acordado y sostendremos con las armas el siguiente:

PLAN

1º.- Se desconoce al general Victoriano Huerta como Presidente de la República.

2º.- Se desconoce también a los Poderes Legislativo y Judicial de la Federación.

3º.- Se desconoce a los Gobiernos de los Estados que aún reconozcan a los Poderes Federales que forman la actual Administración, treinta días después de la publicación de este Plan.

4º.- Para la organización del ejército encargado de hacer cumplir nuestros propósitos, nombramos como Primer Jefe del Ejército que se denominará «Constitucionalista», al ciudadano Venustiano Carranza, Gobernador del Estado de Coahuila.

5º.- Al ocupar el Ejército Constitucionalista la Ciudad de México, se encargará interinamente del Poder Ejecutivo al ciudadano Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército, o quien lo hubiere sustituido en el mando.

6º.- El Presidente Interino de la República convocará a elecciones generales tan luego como se haya consolidado la paz, entregando el Poder al ciudadano que hubiere sido electo.

7º.- El ciudadano que funja como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista en los Estados cuyos Gobiernos hubieren reconocido al de Huerta, asumirá el cargo de Gobernador Provisional y convocará a elecciones locales, después de que hayan tomado posesión de su cargo los ciudadanos que hubieren sido electos para desempeñar los altos Poderes de la Federación, como lo previene la base anterior.

Fueron pocos, pero muy valiosos los generales que se adhirieron al Plan. Destacadamente, los sonorenses Álvaro Obregón, su subalterno Elias Calles y Pablo González, que a la sazón se encontraba en Julimes, Chihuahua, a quien Carranza envió un telegrama diciéndole:

El cuartelazo del Ejército Federal que por tanto tiempo temíamos que ocurriera contra el Gobierno del Presidente Madero, hoy ha estallado en México. Debe ud cuidarse de no ser capturado y desarmado e iniciar su regreso a Coahuila en el momento que lo considere oportuno. Lo espero.

General Pablo González.

Carranza, desde Hermosillo, el 6 de octubre de 1913 asciende a González como General de Brigada con motivo de los diferentes combates que enfrentó en Hermanas, Abasolo, Rodríguez, etcétera, en Coahuila, y le otorga el mando del Cuerpo del Ejército del Noreste que comprende los estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

Otro de sobresaliente e indiscutible valor sobre todo en la lucha contra Huerta fue Francisco Villa.

Maytorena.

Maytorena fue sucedido en el gobierno de Sonora por Ignacio Pesqueira, quien  llegaría a ser Secretario de Guerra y Marina por designación de Carranza.

La oposición a Huerta se centró en los estados de Coahuila, Chihuahua y Sonora y parcialmente en la ciudad de Durango.

Prácticamente el resto del país había reconocido la presidencia del chacal Huerta.

El gobernador Carranza, abandonó Saltillo el 23 de marzo de 1913 vestido de “general civil”, en apariencia militar con los botones plateados de su casaca con el símbolo nacional del águila con alas extendidas parada sobre un nopal aprisionando con sus garras y su pico a una serpiente. Cubierto por sus fuerzas estatales cabalgó, no sin antes dirigirse desde el balcón del Palacio de Gobierno a la gente reunida en la plaza en su decisión de combatir a Huerta.

Woodrow Wilson.

Inicialmente Carranza se refugió en Sonora donde los antihuertistas tenían el estado bajo control. El despliegue y las acciones políticas  de Carranza, que estableció las primeras alianzas con los políticos maderistas y los combatientes antihuertistas en el norte a través  de los acuerdos signados en Monclova, Piedras Negras, Hermosillo y Culiacán, no generaban suficiente fuerza militar al movimiento, pero un poderoso factor irrumpía en el escenario: el presidente norteamericano Woodrow Wilson, quien asumió el gobierno de Estados Unidos el 14 de marzo y que no sólo no simpatizaba con  Huerta, sino lo despreciaba profundamente. En julio de 1913 el embajador Henry Lane Wilson cómplice y alentador del golpe de estado y el asesinato de Madero fue llamado por su gobierno para que explicara su desempeño, tras lo cual se le solicitó su renuncia y ya no se le permitió regresar a México. Por más que lo intentó, el nefasto embajador no pudo lograr el reconocimiento de su gobierno al usurpador asesino.

El eje formado por las ciudades de Torreón, Saltillo y Monterrey con sus importantes conexiones ferrocarrileras representó el baluarte del ejército federal huertista contra los combatientes revolucionarios de Coahuila, Chihuahua, Durango y de los otros estados del noreste, desde la Decena Trágica y por más de un año. La guerra en el norte tuvo algunas consecuencias para la economía nacional vinculadas a la estructura productiva de Coahuila; la industria textil, por ejemplo, sufrió la falta del algodón de La Laguna a causa de las interrupciones de las comunicaciones ferrocarrileras, mientras la parálisis de la extracción de carbón en las minas de Coahuila desde el verano de 1913 creó dificultades a las fundiciones metalúrgicas y a la fundición siderúrgica de Monterrey por falta de combustible.  El dominio huertista del eje ferrocarrilero mencionado resulta importante para comprender la evolución de la guerra.

El gobierno de Madero con el propósito de combatir al orozquismo en Chihuahua había transformado Torreón en un punto estratégico creando ahí la Undécima Zona Militar, independiente de la Tercera Zona con sede en Monterrey, y dejando allí una fuerza de tres mil hombres del ejército federal. Carranza, en polémica con Madero, había sostenido -sin éxito- la conveniencia de crear una fuerza local autónoma de excombatientes maderistas y de cuerpos auxiliares, aunque había conseguido que en Saltillo no estacionaran fuerzas federales, aspecto que le ofreció una relativa libertad de acción por un mes tras el cuartelazo. Huerta lanzó ante todo una gran ofensiva para controlar Saltillo, donde el Congreso estatal lo había desconocido.

Primera toma de Torreón.

A principios de julio y tras la derrota de los revolucionarios en Monclova, Carranza ya no pudo defender la unidad territorial de Coahuila y se dirigió a Sonora, donde los dirigentes maderistas habían neutralizado a las fuerzas federales; los combatientes coahuilenses se fragmentaron en varios grupos que actuaron a lo largo de la frontera en Tamaulipas. Los revolucionarios de Durango, en cambio, habían conseguido ocupar la capital estatal a fines de junio de 1913 y, en el mes de julio, llevaron a cabo una serie de acciones contra el ejército federal en Torreón ante el temor de que los federales lanzaran una ofensiva para apoderarse de nuevo de la capital duranguense. Sólo cuando surgió la División del Norte al mando de Pancho Villa y se unieron los combatientes de Chihuahua, de Durango y de La Laguna fue posible tomar Torreón el primero de octubre y resistir por dos meses; pero el ejército federal se reorganizó y volvió a controlar las ciudades laguneras mientras Villa ocupaba la ciudad de Chihuahua. Pasaron cuatro meses antes de que Villa pudiera tomar de manera definitiva la ciudad de Torreón en abril de 1914, provocando el repliegue imprevisto de los huertistas de las zonas fronterizas del noreste. La segunda  toma de Torreón por parte de Villa, práctica y por supuesto involuntariamente sincronizada con la ocupación americana de Veracruz, crearon las premisas del colapso del huertismo

Tropas norteamericanas marchan en Veracruz en perjuicio del chacal Huerta.

Unos diez días después de la toma de San Pedro, lo que completó el dominio villista de toda La Laguna,  el presidente Wilson dio órdenes a las fuerzas navales americanas de desembarcar en Veracruz, hecho que ocurrió el 21 de abril con el pretexto del agravio a la bandera estadounidense por los militares huertistas en el puerto de Tampico y con el propósito de obligar a Huerta a renunciar a la Presidencia. Esta decisión determinó una reacción imprevista en los mandos del ejército federal de las plazas fronterizas del noreste; de hecho, el mismo día 21 de abril, los federales abandonaron Piedras Negras temiendo una intervención americana análoga por tierra y lo mismo ocurrió en Nuevo Laredo y Monterrey, por lo que las fuerzas huertistas se concentraron en Saltillo. Carranza, quien se había trasladado a la ciudad de Chihuahua, solicitó a Villa que atacara con sus fuerzas el empalme de Paredón y tomara Saltillo, acción que el Centauro  llevó a cabo a fines de mayo. Villa con la División del Norte había liberado La Laguna y Saltillo sin ningún apoyo de combatientes coahuilenses.

Con la toma de La Laguna por la División del Norte en abril de 1914, la cosecha de algodón de ese año agrícola fue vendida entera a casas comerciales americanas por la comisión expresamente creada con esta finalidad adscrita a la comandancia militar villista. De hecho, el control de la Comarca Lagunera por parte de Villa representó una importante fuente de financiamiento para la División del Norte en aquella fase crucial hasta septiembre de 1915. Con la derrota del ejército federal en La Laguna se había creado una situación política nueva en Coahuila: Carranza no pudo ejercer su función de gobernador constitucional en La Laguna por más de un año —hasta la derrota de Villa en las batallas del Bajío y en Aguascalientes—, aspecto que sintió como una pérdida de prestigio político como dirigente revolucionario de todo el frente antihuertista norteño; algo semejante ocurrió en Durango pues el gobernador constitucionalista Pastor Rouaix —estrecho colaborador de Carranza desde entonces— tampoco tuvo influencia sobre la parte duranguense de la región algodonera y los importantes distritos mineros y agrícolas aledaños de Mapimí y de Cuencamé. Villa, por otro lado, no consiguió crear un gobierno unitario del estado de Chihuahua y de La Laguna y esta última quedó bajo el dominio de los jefes locales y de la comandancia militar lagunera.

Un peso constitucionalista.

Roberto V. Pesqueira, Luis Cabrera y el mismo Carranza pensaron desde el principio de la insurrección constitucionalista en crear una moneda revolucionaria común a todos los estados del norte como símbolo de unidad antihuertista y para facilitar las condiciones de vida de la población en las regiones controladas por los constitucionalistas, así como para pertrecharse con medios de combate: tras los coloquios en Sonora con el representante del presidente Wilson en que se vislumbró la posibilidad de la revocación del embargo sobre la venta de armas a los revolucionarios, la hipótesis de emitir moneda revolucionaria se hizo más plausible y urgente. Carranza autorizó la emisión de papel moneda del gobierno provisional constitucionalista por treinta millones de pesos; estuvo contratada en Nueva York, y fue disponible a mediados de abril de 1914, cuando Villa ya había tomado Torreón y La Laguna.

Pascual Ortiz Rubio
Alberto J. Pani

Los constitucionalistas habían establecido en Ciudad Juárez una oficina selladora bajo la dirección de Pascual Ortiz Rubio y Alberto J. Pani; así se creó una  administración hacendaria constitucionalista itinerante que transportaba los billetes de Nueva York a Ciudad Juárez -pagando los costos de emisión y flete en dólares- donde se validaban con las firmas de los representantes del gobierno provisional y se distribuían a los jefes revolucionarios del norte, comprendido el mismo Villa en Torreón. El problema más serio fue que, cuando esta emisión entró en circulación a mediados de abril y a lo largo del mes de mayo, las fuerzas revolucionarias habían ensanchado su radio de acción en el norte, por lo que su función originaria se vio desbordada rápidamente. Entre los jefes revolucionarios, Villa fue quien encontró mayores dificultades pues tenía entonces bajo su jurisdicción La Laguna y estaba llevando a cabo la campaña de Saltillo por lo que solicitó ayuda para aliviar las condiciones de vida de la población sin que Carranza pudiera auxiliarle efectivamente. Villa, apremiado por las exigencias inmediatas quería obtener más papel moneda constitucionalista y, el 16 de junio de 1914 en la vigilia del ataque a Zacatecas, decidió  apoderarse de la oficina selladora de Ciudad Juárez como forma de presión política sobre Carranza e hizo arrestar a los responsables constitucionalistas de las varias oficinas. Desde aquel momento la aduana de Ciudad Juárez quedó bajo el control exclusivo villista hasta finales de 1915. Villa, al mismo tiempo, había pedido la entrega de carbón para mover sus trenes de Torreón a Zacatecas; de hecho, había comprado carbón en Estados Unidos, aunque no en cantidad suficiente para cubrir los desplazamientos de la División del Norte. Sin embargo, la extracción de carbón en algunas minas de las cuencas carboníferas de Coahuila, ahora bajo el control de las fuerzas de Carranza, había sido reanudada -tras un año de parálisis- apenas en mayo de 1914 y las cantidades disponibles eran muy limitadas. Sin muchas explicaciones, a Villa no le fue entregada la cantidad de carbón que había solicitado, hecho que él leyó en términos políticos como una medida deliberada por parte de Carranza para condicionar su fuerza militar.

Tren villista transportando soldados y carbón.

Para colmo, cuando se planeó la toma de Zacatecas Carranza pidió a Villa que aportara tropas pero que no fuera él quien encabezara la operación, lo que causó su indignación. Por supuesto, Villa no lo obedeció y personalmente encabezó la toma de Zacatecas el 23 de junio de 1914, con un desempeño brillante del general artillero  Felipe Ángeles.

El gobierno del chacal asesino estaba herido de muerte. La ocupación norteamericana de Veracruz impidió que recibiera armamento y municiones procedentes de Alemania causándole un daño irreparable y definitivo

El 15 de julio el más repugnante criminal que haya ocupado la silla presidencial mexicana huyó a España. Poco más adelante se le unió Pascual Orozco en los Estados Unidos.

Pese a que Villa fue indiscutiblemente el factor militar decisivo en el derrocamiento del gobierno espurio de Huerta, Carranza no le dio el reconocimiento debido, sino al contrario, fue con él tremendamente injusto.

El 13 de agosto de 1914, Álvaro Obregón, en representación del Ejército Constitucionalista, firmó los Tratados de Teoloyucan con el general José Refugio Velasco, representante del gobierno huertista. En ellos aceptó entregar la ciudad de México al ejército revolucionario sin combatir, así como la rendición,  y  formalizaron la disolución del Ejército Federal y el reconocimiento del triunfo constitucionalista. Tras este acuerdo, Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército  Constitucionalista entró triunfalmente a la Ciudad de México el 20 de agosto, simbolizando el restablecimiento de la legalidad y la victoria del Plan de Guadalupe. Pero lo hizo sin la compañía de Villa.

Álvaro Obregón y el general José Refugio Velasco firman los tratados de Teoloyucan.

El historiador coahuilense Javier Villarreal nos recuerda que  el general Velasco era reconocido como el más capaz de los generales del Ejército federal y también como un hombre de honor, leal a las instituciones. Por eso, sus diferencias con Huerta iniciaron desde que éste asaltó el poder y Velasco cuestionó la legalidad de tales acciones. Ese mismo desencuentro lo expresó cuando supo que Madero, ya depuesto, el 20 de febrero se dirigiría a Veracruz para embarcarse al exilio. El general Velasco era el jefe militar del puerto y escribió a Huerta: “Creo conveniente manifestar a usted que mientras no tenga conocimiento oficial de que ha renunciado el Sr. Madero, para mí representa la legalidad y lo sostendré con los elementos que dispongo. Más adelante Velasco se negó a seguir la instrucción de Huerta de fusilar al general Juan Andrew Almazán, quien combatía bajo sus órdenes. Otra prueba de su entereza, después de la derrota que sufrió a manos de Villa en Torreón, fue su decisión de no huir como todos los demás generales de Huerta y hacer frente a sus responsabilidades, a pesar de que su vida peligraba por la Ley Juárez que Carranza había puesto en vigor para castigar a los traidores. Esa actitud fue reconocida por sus vencedores. Carranza instruyó a su hermano Jesús que le asegurara al general Velasco toda clase de garantías.

Ubicación de Teoloyucan

Valentín García Márquez, en su texto “Los Tratados de Teoloyucan, documentos fundamentales para la patria”, subraya la importancia histórica de esos dos sencillos documentos firmados en el guardafango de un automóvil en las afueras de Teoloyucan. Explica que evitaron una nueva invasión norteamericana y permitieron que más adelante los principios de la Revolución quedaran plasmados en la Constitución Política aprobada en Querétaro, razones que llevaron al Congreso de la Unión a incluir el 13 de agosto como una de las fechas del calendario cívico mexicano. Especialista en la historia de Teoloyucan también narra  por qué Obregón decidió estacionar sus tropas en esa pequeña población. Era un lugar estratégico, con las dos vías del ferrocarril (el Nacional y el Central) corriendo paralelas a escasos metros del pueblo; su elevación permitía emplazar la artillería y sumaba  su cercanía a la ciudad de México, mientras que las tropas de avanzada federales estaban en las inmediaciones de Cuautitlán. El autor describe las tensas negociaciones entre ambos bandos y cómo el general Velasco, aceptó sin más la rendición cuando Alfredo Robles Domínguez le enseñó una copia del mensaje del presidente Wilson al comandante de la flota norteamericana en Veracruz, de avanzar hacia la capital del país en caso necesario.

Los constitucionalistas entran en la Ciudad de México.

La primera parte de la magna jornada había terminado. Huerta y sus soldados estaban vencidos; el pueblo, hecho ejército, había sabido erguirse justiciero y había vuelto por los fueros de su dignidad ultrajada; la sangre de sus mandatarios mártires había sido vengada.

Lo que siguió, la entrada de Carranza a la capital, daba luz sobre lo que vendría.

Don Venustiano hizo su entrada triunfal a la ciudad de México el 20 de agosto en compañía del general Álvaro Obregón y otros jefes revolucionarios, como su hermano Jesús, Lucio Blanco, Juan C. Cabral, Francisco Coss, Luis Caballero, Ernesto Santoscoy, Andrés Saucedo, Jesús Dávila Sánchez, Eduardo Hay y Jesús Agustín Castro. La capital  se hallaba desolada y encarecida; su pueblo padecía crisis de hambre porque escaseaban el pan, el pulque, la leche, las legumbres, con precios elevados del huevo, las gallinas y el carbón; y carecía de un gobierno, así como de dinero; no había armas ni trabajo,  con la banca y el comercio cerrados, y habían desaparecido todos los poderes públicos: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. No obstante, el acontecimiento denotó la trascendencia política e histórica que significaba, porque “más de trescientas mil gentes aclamaron al Gran Caudillo revolucionario, tardando la comitiva en su recorrido de la Calzada de la Verónica al Palacio Nacional más de seis horas, obligada a detenerse constantemente ante la ola humana ansiosa de conocer y vitorear al Primer Jefe”.  Carranza se estableció en el Palacio Nacional ese mismo día,  se tomó varias fotografías, una de ellas con los generales Álvaro Obregón a su derecha e Ignacio L. Pesqueira a su izquierda y se sirvió un banquete de honor en el comedor con varios  jefes revolucionarios …Pero sin Villa, sin Felipe Ángeles y sin Pablo González.

Carranza en Palacio Nacional, sin Villa.

Las diferencias intestinas en  lo que resultó del ejército antihuertista hilaron una serie de confrontaciones y enfrentamientos no sólo  políticos sino también combates militares.

1914 y 1915 se gastaron en lo que se llama  la “Lucha de Facciones”.

Quienes alguna vez fueron aliados a las siguientes semanas eran acérrimos enemigos mortales.  Los celos de Carranza sobre su autoridad y el afán protagónico de Villa que varias veces vio minimizados sus méritos y obstaculizadas sus pretensiones, marcaron la pauta de una larga y ardua confrontación.

Obregón intentó convencer a Villa en Chihuahua y Villa estuvo a punto de fusilarlo

Una reunión de los jefes era necesaria para tratar de resolver los desacuerdos que  habían surgido entre ellos. El problema mayor se mantenía entre Venustiano Carranza y Francisco Villa.  Carranza convocó a una junta de gobernadores, jefes políticos y generales del constitucionalismo el 4 de septiembre de 1914, con el fin de “acordar en ella las reformas que deban implementarse, el programa al que se sujetará el gobierno provisional, la fecha en que deberían verificarse las elecciones de funcionarios federales y demás asuntos de interés general” . La idea era que en esta reunión estuvieran representadas todas las corrientes, sin embargo, Carranza decidió expedir la convocatoria con sede en la Ciudad de México. Por lo mismo, Villa se negó a participar, así que Álvaro Obregón se trasladó hasta Chihuahua para llegar a un acuerdo con él; aun así, Villa no accedió a la petición e incluso estuvo a punto de fusilar al general sonorense. La Convención se reunió en la Ciudad de México el 1 de octubre de 1914. Asistieron más de setenta jefes constitucionalistas,  de 104 convocados, entre ellos los generales Álvaro Obregón, Francisco Murguía, Lucio Blanco, Heriberto Jara y Eduardo Hay, así como varios de los más importantes asesores civiles de Carranza, como Luis Cabrera, Jesús Urueta, Gerzayn Ugarte y José N. Macías.  Los militares no ven con agrado la presencia de civiles. Una hora más tarde hace su arribo el Primer Jefe para delegar  su representación en los generales Obregón, Pesqueira y Dávila, miembros destacados de la Comisión de Pacificación, y se retira después para dejar debatir libremente a los asistentes; sin embargo, es notorio el esfuerzo de Luís Cabrera para organizar la reunión, lo cual es recibido con suspicacia por los militares.

Al día siguiente se elegirá la mesa directiva de la Convención: Eulalio Gutiérrez, presidente, Francisco Murguía y Francisco P. Mariel, vicepresidentes. Durante el proceso de aprobación de credenciales, surgirán las primeras dudas ¿era soberana la Convención o seguía sujeta a las órdenes de Carranza? y también las primeras desavenencias acerca de los méritos militares que debían de tener los acreditados, pero Cabrera desviará la discusión planteando si los civiles debían o no participar y proponiendo que en la convención, todos, militares y civiles, fueran considerados iguales.

Al tercer día, el general Eduardo Hay atacará la presencia de civiles porque no están identificados con la Revolución y más que Villa, son el verdadero peligro. La discusión derivará a que si la Convención es soberana, tanto como para depurar a sus propios miembros. Tras enredado debate, sin mayor razonamiento, será expulsado el delegado Canseco, representante del gobernador de Oaxaca, acusado de ser felicista. Finalmente serán aprobadas las demás credenciales.

Eduardo Hay firma al arribar a la convención de constitucionalistas.

Por la tarde, Carranza asistirá a la Convención, señalará que el propósito de la misma es discutir el programa político del Gobierno Provisional de la República, así como fijar la fecha de las elecciones para restablecer el orden constitucional. Asimismo expondrá las reformas que a su juicio deben realizarse antes del restablecimiento del orden constitucional: el reparto de tierras obtenidas por compra o expropiación a los propietarios; el pago en efectivo semanal a todos los trabajadores; la jornada laboral limitada, el descanso dominical, las indemnizaciones por accidentes y en general, el mejoramiento de los obreros. También informará de cuestiones hacendarias, administrativas y judiciales durante su gestión, para luego  referirse al problema que más le preocupa: el villismo. Finalmente concluirá manifestando su obediencia a la Convención, “la única que está facultada a ordenarme, y la única ante la cual se inclinaría mi obediencia…En estos momentos no tiene Jefe la Revolución Constitucionalista… Vosotros sois, desde este momento, los jefes de la Revolución y los jefes del gobierno… sólo puedo entregarlo (el Poder Ejecutivo) y lo entrego en este momento, a los jefes aquí reunidos. Espero la inmediata resolución de ustedes…esperando que su decisión la inspirará el supremo bien de la patria.”

Significa que está renunciando al cargo de Presidente Provisional.

Entonces Villa accedió a asistir a un terreno neutral y el punto elegido fue Aguascalientes, siendo ahora Carranza el que decidió no acudir personalmente

Al abandonar la sala Carranza, Cabrera y Hay tratarán de dirigir el debate hacia su ratificación como encargado del Poder Ejecutivo. Obregón intentará que se dé por aceptada la renuncia y otros oradores pretenderán que esa decisión se tome en Aguascalientes, cuando habrá una asistencia mayor de delegados. Paulatinamente se irá imponiendo la corriente que rechaza la renuncia de Carranza. Es entonces cuando Cabrera propondrá la votación y emitirá públicamente su voto a favor de Carranza, mientras Obregón insistirá en que el compromiso con los generales ausentes es que en Aguascalientes se tome esta decisión.  Sin embargo, Isidro Fabela logrará que se vote primero si se acepta la renuncia y después si la Convención se trasladará a Aguascalientes. Se rechazará la renuncia de Carranza por abrumadora mayoría.

Durante el cuarto día, la discusión se centrará en el traslado de la Convención a Aguascalientes y en quiénes deberán asistir, lo que reavivará el debate sobre si habrá delegados civiles o sólo militares.

Isidro Fabela

Hasta la tarde del día siguiente se iniciará una nueva sesión. Los civiles, para evitar divisiones, renunciarán a su derecho de asistir y con este motivo, Cabrera denunciará que los propósitos de Villa son reaccionarios, porque se necesita una nueva Constitución, no simplemente restablecer el orden legal. Finalmente, tras nuevos debates, el mismo Cabrera propondrá que se suspenda la sesión y se reanude en Aguascalientes, a las diez de la mañana del próximo diez de octubre. Sorprendentemente, obtendrá la aprobación unánime. Así terminarán las sesiones en la ciudad de México.

La Convención Revolucionaria se reunió en la ciudad de Aguascalientes el 10 de octubre de 1914 y tuvo una duración de un mes, hasta el 9 de noviembre. Asistieron representantes del constitucionalismo y del villismo. Fue la asamblea más representativa de la Revolución.

Desde el principio, la convención estuvo dominada por los villistas, quienes impusieron sus puntos de vista a los demás delegados. Los partidarios de Zapata no llegaron hasta el 26 de octubre, una delegación de 26 personas, encabezada por Paulino Martínez y Antonio Díaz Soto y Gama, una comitiva de hombres con títulos militares, pero la mayoría eran, de hecho, civiles que nunca habían dirigido tropas de ninguna forma.

La Convención asumió la soberanía, decidió hacer a un lado a los tres principales caudillos, Carranza, Villa y Zapata, eligió como presidente interino de la República al constitucionalista Eulalio Gutiérrez y comenzó a discutir el programa de gobierno con las reformas sociales, económicas y políticas que exigía la Revolución. Lanzó un mani­fiesto al pueblo de México en el que explicaba las razones de su conformación:

La Convención del 1° de octubre se ha reunido con el objeto de unificar el criterio revolucionario, para determinar las bases y orientación del nuevo Gobierno de la República inspiradas en la opinión de la mayoría de sus ciudadanos armados, para que ese Gobierno realice los ideales de la Revolución y las instituciones democráticas, pues de este modo cumplimos con el compromiso solemne contraído con la Nación, de sustituir a la tiranía por un Gobierno que satisfaga las necesidades públicas actuales. Y del mismo modo que obedecimos a una sola idea y estuvimos animados de una sola aspiración de redención y de progreso para lanzarnos contra la dictadura, de esa misma manera, e impulsados por los mismos sentimientos, nos hemos reunido en esta Convención, ya no para derrocar y para destruir, sino para organizar y construir al nuevo Gobierno Republicano en el cual se han de sintetizar todos nuestros ideales y todas nuestras tendencias.

Los jefes de la división del Norte y del Ejército del sur en Palacio Nacional. A la derecha de Villa, Tomás Urbina, a la izquierda de Zapata Otilio Montaño.

Para el 6 de noviembre de 1914, los delegados de la Convención habían logrado importantes acuerdos que definieron el rumbo y el destino del proceso revolucionario. Venustiano Carranza fue destituido de los cargos que tenía como Primer Jefe del Ejército  Constitucionalista y Encargado del Poder Ejecutivo. Se acordó también suspender las Jefaturas de Cuerpos de Ejército y Divisiones, así como el retiro definitivo del General Francisco Villa como Jefe de la División del Norte. Los convencionistas eligieron al General coahuilense Eulalio Gutiérrez como Presidente Provisional y poco después se declaró un receso de la Soberana Convención Revolucionaria hasta que sus fuerzas militares ocuparan la capital de la República.

Sin embargo, la Convención fracasó y se fracturó cuando el Primer Jefe no reconoció la soberanía de la asamblea ni las decisiones que tomó al destituirlo.

Esto provocó un enfrentamiento militar entre Carranza y la Convención, con Villa y Zapata como principales oponentes.

La convención para el acuerdo, en realidad había dado pie a la prolongación  de la guerra civil.

Villa y Zapata, recién reconciliados, entraron en la Ciudad de México el 6 de diciembre, al frente de un ejército de 60 mil hombres. Carranza y sus partidarios se retiraron temporalmente a Veracruz . Posteriormente, Zapata regresó a su bastión en Morelos , por lo que la alianza con Villa fue, en gran medida, solo para la foto.

La guerra civil en 1915, estaba en su punto más violento  con diferentes facciones luchando por el control del país. Los constitucionalistas, liderados por Carranza, luchaban contra los convencionistas, es decir Villa y Zapata.

General Eugenio Martínez

El 7 de marzo de 1915 se produjo el primer enfrentamiento entre constitucionalistas y convencionistas en Estación Peón, donde el general de división Eugenio Martínez, enviado por Obregón desde la Ciudad de México como vanguardia extrema fue atacado por la caballería villista al mando de los generales Agustín Estrada, Canuto Reyes y Joaquín de la Peña, quienes se replegaban hacia Querétaro con motivo de alejar lo más posible a los constitucionalistas de las posiciones convencionistas. El triunfo, a pesar de la superioridad numérica y esfuerzos hechos por estos generales, correspondió finalmente al general Eugenio Martínez, quien tomó el control de la zona e informó del éxito de esta importante primera batalla, abriendo así camino para la continuación de la avanzada obregonista. Dos semanas después llegó el general Obregón a Estación Cazadero, en donde se le incorporó el general Alfredo Elizondo, procedente de Michoacán.  Villa, al saber la proximidad de Obregón, abandonó precipitadamente Torreón para dirigirse a Irapuato e intentar de  una vez por todas derrotarlo, a pesar de los consejos en contra del general Felipe Ángeles.

Villa arremetió contra Ángeles que ya no acudió al avance de la División del Norte. Fue esa la ocasión de su rompimiento

Villa, con su División en pleno avanzó sobre EL Bajío.

General Felipe Ángeles.

Obregón se internó con sus soldados hasta el centro del país, amenazando con romper las comunicaciones entre los distintos frentes defendidos por los convencionistas. Villa concentró su ejército en Irapuato y Obregón el suyo en Celaya, desde donde planeó su estrategia para esperar a Villa. La primera fase de los enfrentamientos ocurrió los días 6 y 7 de abril de 1915, en los cuales Obregón supo defender su posición ante las arremetidas de los villistas. Estos tuvieron que replegarse a Salamanca, desde donde planearon el contraataque. La fase decisiva comenzó el 10 de abril, cuando Obregón supo aprovechar las debilidades de la estrategia de Villa. El 15 de abril, la victoria correspondió a las tropas de Obregón, tras lo cual Villa se vio obligado a retirarse a León, Guanajuato. Después de esta batalla, hubo otras entre los mismos bandos en Trinidad, León, Santa Ana del Conde y Aguascalientes, pero Villa ya no volvería a operar al frente de la División del Norte. Fue en la batalla de León donde Obregón perdería el brazo derecho.

Sin embargo, por la trascendencia de la Batalla de Celaya se le conoció como El Manco de Celaya.

La victoria de Obregón en Celaya fue un paso importante para la consolidación del gobierno de Carranza.  Se considera que fue uno de los enfrentamientos más sangrientos de la Revolución Mexicana.

Obregonistas en la Batalla de Celaya

De ahí, la debacle acompañó a Villa hasta remitirlo a liderar un puñado de guerrilleros confinado en las montañas de Chihuahua.

Por su parte el general  Pablo González derrotaba a otros villistas en los combates de El Ebano, en Tamaulipas y  en el sur caían los zapatistas hasta refugiarse en las montañas del Estado de Morelos.

El 13 de marzo de 1916 Alvaro Obregón fue designado Secretario de Guerra por Carranza.

Triunfante, don Venustiano declaró capital de la república la ciudad de Querétaro instalando ahí su gobierno, así como las Secretarías de Estado. Por decreto expedido en septiembre de 1916, convocó a la nación a un Congreso Constituyente que debería reunirse en la propia ciudad de ·Querétaro el 20 de noviembre. Hechas las elecciones de diputados Constituyentes, dio principio el Cuarto Congreso Constituyente, que duró en funciones dos meses, diciembre de 1916 y enero de 1917 y al que concurrieron doscientos dieciocho diputados, que firmaron la Constitución el día 31 de enero siendo expedida por Carranza el 5 de febrero de 1917, compuesta por 136 artículos contenidos en nueve títulos.

Fue la  Constitución política más avanzada de su tiempo y la primera en el mundo en incluir los derechos sociales como garantía constitucional, tales  como la jornada laboral de 8 horas, la educación laica y gratuita, las libertades de culto, expresión, asociación y pensamiento, el derecho al voto, a la educación, a la salud y a la seguridad social;  reconoce la importancia de la familia como base de la sociedad y establece normas para su protección. Ha tenido un gran impacto en la historia de México y ha sido fuente de  inspiración para otras constituciones en el mundo. También establecía mecanismos para la protección de los derechos de los ciudadanos y la administración de justicia, algunos de los cuales fueron borrados o anulados en el pasado sexenio de López Obrador, con modificaciones como las perpetradas al derecho de amparo, entre otras. Pero esa es otra efeméride.

Mención sobresaliente merece, a efectos de combatir el mito, que la Constitución del 17 también contiene desde su origen en el artículo 27 la propiedad de la nación sobre los recursos del subsuelo, incluyendo por supuesto el petróleo. También en el gobierno de Carranza se  inició la elaboración de la ley reglamentaria del artículo 27.  Me refiero al mito de que “el petróleo” fue “expropiado” a las compañías extranjeras por Lázaro Cárdenas, cuando lo que realizó el presidente en 1938 fue expropiar  la industria petrolera extranjera establecida en el país, es decir “los fierros” con los que se extraía el petróleo.

Por cierto, fue ese tema, el de la redacción e inclusión del artículo 27 en la Constitución, motivo de presiones  tanto de los Estados Unidos como de Inglaterra que Venustiano Carranza supo sortear y rechazar agregando otro bono a su nacionalismo.

Luego de promulgada la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 se realizaron elecciones para Presidente de la República el 11 de marzo de las que por supuesto surgió ganador Don Venustiano para encabezar el ejecutivo Federal como jefe de estado y de gobierno en el período de 1917 a 1921. Inició su gobierno constitucional el 10 de mayo de 1917.

Su gobierno restableció el orden constitucional y el funcionamiento de las instituciones en condiciones muy difíciles. Aunque tenía el control de la mayor parte del país, persistían ciertos movimientos rebeldes de Villa en Chihuahua, Zapata en Morelos, Félix Díaz y los soberanistas en Oaxaca, Manuel Peláez en la zona petrolera de las Huastecas y José Inés Chávez en Michoacán.

Su  gobierno sufrió las presiones de los gobiernos de Estados Unidos y Alemania para que México se involucrara en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo,  mantuvo la neutralidad y promovió una iniciativa ante los países neutrales para poner fin a la guerra. Carranza tuvo por objetivo la reconstrucción del país, devastado por siete años de guerra civil, por la destrucción y estancamiento de las principales actividades económicas y por la bancarrota de las finanzas públicas. Tuvo logros importantes: comenzó a hacer realidad las reformas agrarias, laborales y educativas establecidas en la Constitución; logró restablecer el funcionamiento de las instituciones; mantuvo una actitud de respeto con los poderes Legislativo y Judicial, y en lo general con las entidades federativas, y promovió una cultura cívica indispensable para fortalecer la identidad nacional.

Columna del ejército norteamericano en Chihuahua durante la Expedición Punitiva.

Carranza alentó  la realización de elecciones para integrar los congresos en los estados, que tendrían facultades extraordinarias como constituyentes, y comenzaron a discutir y a aprobar las constituciones locales en concordancia con la Constitución federal, garantizando que las elecciones locales fueran libres y democráticas.

También  promovió la organización de congresos de comerciantes e industriales para reorganizar la economía y garantizar el abasto de productos básicos.

Condenó con energía las dos invasiones de Estados Unidos a nuestro territorio, en abril de 1914 en Veracruz y la Expedición Punitiva, entre 1916 y 1917. En ambos casos, evitó un conflicto armado con el poderoso vecino y logró la desocupación incondicional en difíciles negociaciones que encabezó Obregón. Desde el comienzo de la guerra europea, que se convirtió en mundial, Carranza declaró la neutralidad de México en el conflicto. Resistió con firmeza las presiones de Alemania para que le declarara la guerra a Estados Unidos a cambio del apoyo militar germano, contenidas en el famoso telegrama Zimmermann, así como las intimidaciones de Estados Unidos y de los grupos conservadores de ese país para que el nuestro entrara a la guerra del lado de los aliados.

Sin ceder un ápice, se ganó el respeto del presidente norteamericano Woodrow Wilson.

Soldados norteamericanos prisioneros en Chihuahua tras la batalla de Carrizal que ganaron las tropas carrancistas.

Cuando fue necesaria la mano firme la aplicó, aun contra el ejército de los Estados Unidos. Recordemos que la única batalla en que el ejército mexicano  ha derrotado al norteamericano  fue en Carrizal, Chihuahua,  el 21 de junio de 1916, que obligó a los invasores a replegarse y puso fin a la Expedición Punitiva. https://meridiano107.com.mx/la-olvidada-batalla-de-el-carrizal/

Ignacio Bonillas

También se le considera el creador del ejército Nacional. En la historia de México han existido tres ejércitos: el que nació con el México independiente, de 1821 a 1860, que después se convirtió en el Ejército Conservador derrotado en la batalla de Calpulalpan y disuelto por Juárez. El segundo es el Ejército Liberal, forjado en la Guerra de Reforma y que se enfrentó a la Intervención Francesa, pasó a ser porfirista y cambió su nombre a Federal y fue disuelto en los Tratados de Teoloyucan en agosto de 1914, al triunfo de la segunda etapa de la Revolución. Por último, el Ejército Constitucionalista, nacido el 19 de febrero de 1913, con el decreto del Congreso de Coahuila, que desconoció al usurpador y facultó al gobernador Venustiano Carranza para organizar fuerzas armadas que restablecieron el orden constitucional. De este surgió la institución que hoy conocemos como el Ejército Nacional Mexicano.

Adolfo de la Huerta luce la Banda presidencial.

Pero llegados los tiempos de la sucesión presidencial cometió su mayor error, al tratar de imponer como sucesor a Ignacio Bonillas intentado desplazar al candidato natural y con los suficientes méritos y popularidad, Álvaro Obregón.

Los sonorenses no toleraron la ofensa y  lanzaron el Plan de Agua Prieta, una sublevación militar en respuesta a la torpe e injusta intención de Carranza.

La rebelión de Agua Prieta aprovechó una serie de conflictos para acusar a Carranza de violación a la soberanía del Estado de Sonora e hizo estallar el movimiento a favor de Obregón.

Las adhesiones a la causa cundirán por todo el país. En menos de un mes, la mayoría de los jefes militares desconocerán a Carranza y aun el grupo militar más importante con el que pudo haber contado don Venustiano, el de Pablo González, se sublevará también. Los zapatistas se les unirán porque culpan a Carranza del asesinato de su jefe. Prácticamente todo el territorio del país estará pronto en manos de los rebeldes. Don Venustiano abandonará la ciudad de México el 7 de mayo de 1920, en un intento de instalar su gobierno en Veracruz, pero será asesinado en Tlaxcalantongo. El triunfo de la rebelión sonorense dejará a Obregón el camino libre hacia la Presidencia de la República.

La Cámara de Diputados nombrará presidente interino a Adolfo De la Huerta el 24 de mayo de 1920, quien convocó a elecciones.

El 5 de septiembre de 1920 Obregón es electo  Presidente de la República y el 30 de noviembre tomó el juramento de su cargo.

Los restos de Venustiano Carranza se encuentran  en el Monumento a la Revolución en la Ciudad de México. Inicialmente, fueron sepultados en el Panteón Civil de Dolores, pero en 1942 fueron trasladados al Monumento a la Revolución, recinto que comparte con los de Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y Francisco Villa.

Monumento a la Revolución.

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  • José Luis Muñoz Pérez

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