Morelia, Michoacán.- El fiscal general de Michoacán, Carlos Torres Piña, presentó este lunes videos que reconstruyen el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Alberto Manzo Rodríguez, perpetrado la noche del 1 de noviembre durante el Festival de las Velas en la Plaza Morelos. Las imágenes muestran al autor material, un joven de entre 17 y 19 años según peritajes forenses, moviéndose con impunidad entre la multitud antes de disparar siete veces contra el edil, quien falleció horas después en un hospital local. El arma, una pistola 9 milímetros ligada a dos homicidios previos en la región, y la meticulosidad del ataque señalan la mano del crimen organizado, aunque Torres evitó identificar al grupo responsable.
El sicario se registró en un hotel céntrico de Uruapan a las 16:00 horas del sábado, donde realizó compras menores. A las 20:00 horas, enfundado en una sudadera blanca, abandonó el inmueble y se internó en la plaza abarrotada por el festival, que atraía a cientos de familias en conmemoración del Día de Muertos. Las grabaciones captan su avance sin tropiezos: sorteó el gentío y se aproximó al alcalde, quien posaba para fotos con niños, para abrir fuego a quemarropa en abdomen y brazos. Solo tras los disparos se observa el caos, con asistentes huyendo y escoltas respondiendo. Un regidor municipal y un guardaespaldas de Manzo resultaron heridos en el intercambio.
Pruebas balísticas y toxicológicas confirman la autoría: residuos de rodizonato de sodio en ambas manos del agresor prueban que accionó el arma, mientras análisis revelan consumo reciente de anfetaminas y marihuana. El cadáver, sin identificación, ha impedido su plena identificación; Torres solicitó colaboración al Instituto Nacional Electoral para cotejar datos biométricos. Fuentes federales complementan el panorama: el Gabinete de Seguridad reporta que el atacante fue abatido en el sitio por el equipo de protección del alcalde, compuesto por 14 elementos de la Guardia Nacional, mientras dos presuntos cómplices fueron detenidos en las horas subsiguientes. Al menos dos personas intervinieron en la logística, según la Fiscalía, y las indagatorias avanzan para capturar al resto de la célula.
De diputado morenista a alcalde independiente que desafió a cárteles y al gobierno federal
Carlos Manzo Rodríguez, de 40 años, irrumpió en la política local como un outsider implacable contra la inseguridad que azota Michoacán, epicentro de la producción de aguacate y blanco de extorsiones por parte de cárteles como el Jalisco Nueva Generación. Nacido en Uruapan en 1985, hijo de un activista social, egresó en Ciencias Políticas del ITESO y escaló desde auditor del IMSS hasta diputado federal por Morena en 2021, cargo que dejó en 2024 para postularse como independiente.
Fundador del Movimiento del Sombrero, una agrupación ciudadana que rechazó cuotas partidistas y promovió una «limpieza total» de la delincuencia —con frases como «abatir al que se resista»—, Manzo ganó la alcaldía en junio de 2024 con el 66% de los sufragios, el primer triunfo independiente en la historia de Uruapan. Su gestión, iniciada el 1 de septiembre, incluyó cancelaciones de eventos públicos tras atentados a policías y peticiones directas de apoyo a la presidenta Claudia Sheinbaum, a quien retó públicamente por la estrategia de «abrazos, no balazos». Apodado el «Bukele michoacano» por su retórica dura, Manzo denunció el uso de armas militares por narcos y el abandono estatal, lo que lo posicionó como blanco prioritario en una entidad donde seis alcaldes han sido ultimados en 2025.
El Movimiento del Sombrero, también conocido como La Sombreriza, impulsó victorias paralelas en 2024: una diputada federal y un legislador local, todos bajo el credo de combatir la «porquería que nos mata». Tras el homicidio, su viuda, Grecia Quiroz, asumirá la regiduría para perpetuar el legado, según aliados que proponen su candidatura interina al Congreso estatal.
La muerte de Manzo desató una ola de repudio que se materializó en manifestaciones masivas el domingo y lunes. En Uruapan, cientos recorrieron las calles en una procesión sentida, con velas y retratos del alcalde, exigiendo justicia y más recursos federales contra la impunidad que, según analistas, ronda el 95% en homicidios políticos michoacanos. El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla calificó la marcha como «una participación muy sentida», reconociendo el duelo colectivo en la «capital del aguacate», donde el crimen organizado controla rutas y huertos.
En Morelia, la capital estatal, la protesta inició con normalidad bajo el lema «Que el miedo no nos calle», convocada por estudiantes y colectivos juveniles que portaban pancartas contra la violencia. Sin embargo, un grupo radicalizado irrumpió en el Palacio de Gobierno, causando destrozos con pintas y lanzamiento de cohetes, antes de confrontar a policías con provocaciones. Ocho personas —tres mujeres entre ellas— fueron arrestadas en posesión de tres bombas molotov. Bedolla minimizó el incidente, atribuyéndolo a «pescadores en río revuelto» de partidos opositores, y negó vínculos con el alcalde local, Alfonso Martínez, a quien consultó directamente. «Incluso le pregunté sobre lo ocurrido y me dijo que no tuvo nada que ver», relató el gobernador.
La presidenta Sheinbaum condenó el «vil asesinato» y prometió «cero impunidad», mientras senadores de Morena, PT y PVEM expresaron solidaridad con la familia. En redes, surgió un corrido anónimo que narra el atentado y exalta a Manzo como «el que no se rajaba», reflejando el impacto cultural del crimen. Las autoridades federales y estatales insisten en que las pesquisas no cesarán hasta desmantelar la red responsable, en un Michoacán donde la violencia política ya suma siete víctimas en dos años.



