Washington, D.C.- El presidente Donald Trump escaló las tensiones comerciales con China este viernes al criticar duramente al líder Xi Jinping en su red social Truth Social por las nuevas restricciones a las exportaciones de tierras raras, elementos clave para la industria tecnológica y de defensa. En un mensaje cargado de acusaciones, Trump amenazó con represalias económicas inmediatas, incluyendo un alza «masiva» en los aranceles a productos chinos, y anunció que ya no ve razones para reunirse con Xi en la cumbre de la APEC en Corea del Sur a finales de este mes.
«¡Están sucediendo cosas muy extrañas en China! Se están volviendo muy hostiles y están enviando cartas a países de todo el mundo indicando que quieren imponer controles a la exportación de todos los elementos de producción relacionados con las tierras raras, y prácticamente cualquier otra cosa que se les ocurra, incluso si no se fabrica en China», escribió Trump en su publicación matutina. Agregó que esta maniobra «saturaría» los mercados globales y complicaría la vida de casi todas las naciones, especialmente a China misma. «Nadie ha visto algo así», enfatizó, al tiempo que insinuaba que la medida buscaba opacar sus recientes avances en un acuerdo de paz en Oriente Medio entre Israel y Hamás.

El mensaje de Trump llegó apenas un día después de que el Ministerio de Comercio de China anunciara el jueves una ampliación radical de sus controles sobre las exportaciones de estos minerales críticos. Beijing incorporó cinco nuevos elementos a la lista restringida —holmio, erbio, tulio, europio y iterbio—, elevando el total a 12 de los 17 tipos de tierras raras existentes.
Las normas también exigen licencias para la exportación de tecnologías relacionadas con su extracción, fundición, reciclaje y fabricación de imanes, extendiendo el alcance a usos en el extranjero, incluyendo aplicaciones militares y semiconductores. Según el ministerio, estas medidas buscan «salvaguardar la seguridad nacional e intereses» de China, rechazando en principio licencias para fines bélicos o empresas de defensa.
Funcionarios de la Casa Blanca, que hablaron bajo condición de anonimato, describieron la acción china como una «escalada drástica» que sorprendió incluso antes de la respuesta pública de Trump. Fuentes cercanas a la administración indicaron que esta movida podría haber sido una reacción a la reciente ampliación por parte del Departamento de Comercio de EE.UU. de su «lista de entidades no confiables», que incluye más firmas chinas sujetas a controles de exportación.
China domina alrededor del 90 por ciento del procesamiento global de tierras raras, materiales esenciales para todo, desde smartphones y vehículos eléctricos hasta radares militares y aviones de combate. Esta dependencia ha sido una preocupación de larga data para Washington, expuesta dramáticamente en 2010 durante una disputa marítima con Japón, cuando Beijing impuso un embargo temporal que paralizó industrias niponas.
Una cumbre en jaque por la guerra comercial
La amenaza de Trump pone en riesgo la primera reunión cara a cara entre ambos líderes en casi un año, programada en las afueras de la cumbre de la APEC en Gyeongju, Corea del Sur. «No he hablado con el presidente Xi porque no hay motivos para hacerlo. Esto fue una verdadera sorpresa, no solo para mí, sino para todos los líderes del mundo libre.
Tenía previsto reunirme con el presidente Xi en dos semanas, en la APEC, en Corea del Sur, pero ahora parece que no hay motivos para hacerlo», escribió el mandatario estadounidense. CNN contactó a la Casa Blanca para confirmar si la reunión fue oficialmente cancelada, pero no obtuvo respuesta inmediata.
Previamente, China había extendido una invitación a Trump para visitar Beijing durante su gira asiática, con la expectativa de una cumbre paralela a la APEC.
Sin embargo, sin avances claros en las negociaciones, el gobierno de Trump rechazó la oferta, según un alto funcionario. Las conversaciones comerciales entre ambos países han sido intensas en los últimos meses, con rondas centradas en mitigar la vulnerabilidad de EE.UU. ante el dominio chino.
En junio, ambos gobiernos formalizaron un acuerdo temporal sobre envíos de tierras raras que alivió escaseces, pero industrias como la de semiconductores aún lidian con los efectos residuales.
Trump no se limitó a la cancelación: advirtió que, dependiendo de la «orden hostil» de China, se vería forzado a «contrarrestar financieramente su acción» como presidente. «Por cada elemento que ellos han podido monopolizar, nosotros tenemos dos», añadió, aludiendo a esfuerzos domésticos para diversificar la cadena de suministro. Analistas como Tim Zhang, de Edge Research en Singapur, interpretan las restricciones chinas como un intento de Beijing para ganar leverage en las charlas bilaterales, especialmente ante la cumbre inminente.
En el Congreso, el presidente del Comité Selecto sobre el Partido Comunista Chino, John Moolenaar, republicano por Michigan, calificó las acciones de Xi como «una declaración de guerra económica contra Estados Unidos y una bofetada al presidente Trump». Moolenaar urgió medidas inmediatas, como eliminar el trato comercial preferencial a China, crear reservas nacionales de minerales críticos y endurecer controles de exportación de tecnología avanzada. En una carta enviada a Trump el mes pasado, el legislador ya había instado a coordinar con aliados para contrarrestar el «estrangulamiento» chino en tierras raras e imanes esenciales para la defensa y la manufactura avanzada.
Mercados en picada por temores de Trade War 2.0
La reacción de los inversores fue inmediata y contundente. Tras la publicación de Trump, Wall Street vio una venta masiva que borró ganancias recientes: el Dow Jones cayó 600 puntos, un 1,3 por ciento; el S&P 500 bajó un 1,5 por ciento; y el Nasdaq, con su peso en tecnología, se desplomó un 2,1 por ciento, su peor sesión desde abril. Acciones de gigantes como Nvidia, AMD y Tesla, dependientes de cadenas de suministro chinas para componentes raros, lideraron las pérdidas, mientras que firmas de tierras raras como MP Materials Corp subieron en medio de la incertidumbre.
Esta volatilidad revive los fantasmas de la guerra comercial de primavera, cuando aranceles de represalia elevaron los impuestos a importaciones chinas hasta un 145 por ciento, empujando los mercados al borde de una fase bajista. Solo en abril, tras exenciones a productos electrónicos como smartphones, y en mayo con una reducción mutua de aranceles —EE.UU. al 30 por ciento y China al 10 por ciento hasta noviembre—, los índices recuperaron terreno y alcanzaron máximos históricos. Ahora, con el comercio bilateral crucial para la economía estadounidense —especialmente ante la temporada navideña y el auge de la inteligencia artificial—, analistas advierten de un «gigante dormido» que podría despertar.
El desplome se extendió a Europa, donde el STOXX 600 cayó un 1,25 por ciento, y a los bonos del Tesoro, con el rendimiento del bono a 10 años tocando mínimos desde septiembre. El dólar se debilitó, reflejando temores de una escalada que afecte el crecimiento global. Empresas como Amazon y Target, expuestas a importaciones chinas, también sufrieron, subrayando cómo el pulso entre Washington y Beijing impacta directamente en el consumidor estadounidense.
La vulnerabilidad expuesta y la carrera por la autosuficiencia
Las declaraciones de Trump resaltan la ansiedad subyacente por el control de Xi sobre un sector vital para la seguridad nacional de EE.UU. y sus aliados. Altos funcionarios han convocado a ejecutivos de tecnología y minería en los últimos meses para acelerar la producción doméstica, invirtiendo 400 millones de dólares en MP Materials, el único productor estadounidense de tierras raras, y estableciendo precios mínimos gubernamentales. Sin embargo, admiten que estos esfuerzos son incipientes: incluso con nuevas instalaciones en Mountain Pass, California, y Fort Worth, Texas, EE.UU. solo alcanzará el 1 por ciento de la producción china de imanes de neodimio por el fin de 2025.
Esta brecha ha impulsado medidas recíprocas, como amenazas estadounidenses a visas de estudiantes chinos, controles sobre software y equipo aeroespacial, y restricciones al etano, un subproducto petrolero clave para Beijing. Un funcionario de Washington confirmó que «todas las opciones están de nuevo sobre la mesa», alineándose con la advertencia de Trump. Expertos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) advierten que, sin diversificación rápida, EE.UU. permanece vulnerable a los «caprichos estratégicos» de Xi a corto plazo.
El episodio de esta semana, calificado por un alto funcionario como un «momento geopolítico de gran magnitud», recuerda cómo China ha weaponizado sus recursos en el pasado, desde el embargo a Japón en 2010 hasta restricciones en galio, germanio y grafito entre 2023 y 2025. Mientras Trump y Xi navegan esta nueva crisis, el mundo observa si la cumbre de la APEC se convertirá en un campo de batalla diplomático o en una oportunidad perdida para desescalar una rivalidad que amenaza con reconfigurar la economía global.



