Morelia, Michoacán. – Alejandro Torres Mora, sobrino del exlíder de autodefensas Hipólito Mora Chávez, perdió la vida la noche del viernes en un ataque armado perpetrado al interior de su domicilio en la tenencia de Felipe Carrillo Puerto, conocida como La Ruana, municipio de Buenavista. Junto a él falleció su esposa, cuya identidad permanece reservada por las autoridades, mientras otra persona resultó herida de gravedad.
El tío de la víctima, Guadalupe Mora, señaló directamente a presuntos integrantes del grupo criminal Los Viagras como responsables del atentado, denunciando la continuidad de una ola de violencia que ha golpeado a la familia Mora Chávez en repetidas ocasiones. Con este homicidio, suman tres los parientes directos abatidos en agresiones vinculadas al narcotráfico: el primero fue Manuel Mora, hijo de Hipólito, caído en 2014 durante un enfrentamiento con la facción de Antonio Torres, alias El Americano; el segundo, el propio Hipólito Mora Chávez, ejecutado el 29 de junio de 2023 junto a tres de sus escoltas en el mismo poblado; y ahora Alejandro Torres Mora, en un episodio que revive el terror en la región de Tierra Caliente.
La Ruana, enclavada en un corredor disputado por cárteles, sigue sumida en un ciclo de balaceras, explosivos lanzados desde drones y vehículos blindados que aterrorizan a la población civil. Un año después del asesinato de Hipólito Mora, las hostilidades no cesaron, y en junio de 2025 Guadalupe Mora elevó una súplica a organismos internacionales, alertando que los habitantes viven “bajo el terror de un conflicto armado” sin respuesta efectiva de las instituciones. La irrupción reciente del Cártel Jalisco Nueva Generación ha intensificado la pugna por rutas clave, pese a la Base de Operaciones Interinstitucionales desplegada por el gobierno estatal.
Hipólito Mora, fundador de las autodefensas que desafiaron al crimen organizado hace más de una década, se convirtió en símbolo de resistencia civil, pero su oposición le costó la vida en un ataque atribuido también a Los Viagras. Su muerte dejó un vacío de impunidad que resuena en cada nuevo episodio de violencia.
Hasta el cierre de esta edición, la Fiscalía General del Estado de Michoacán no ha emitido un informe detallado sobre los agresores ni el móvil preciso del crimen, manteniendo en vilo a una comunidad que clama por justicia en medio de la indiferencia institucional.



