Ciudad Juárez, Chih.- La comunidad artística de la frontera norte se une en un emotivo tributo a María Silvana Luna Ramos, la joven fotógrafa juarense de apenas 20 años cuya breve pero impactante trayectoria dejó una marca indeleble en el panorama cultural local. El Instituto para la Cultura del Municipio de Juárez (IPACULT) anuncia la inauguración de la exposición “Dejando huella”, un homenaje póstumo que abrirá sus puertas este sábado 8 de noviembre a las 5:00 de la tarde en el Museo de Arqueología e Historia de El Chamizal (MAHCH), y que permanecerá accesible al público hasta el 15 de diciembre.
Con 25 imágenes seleccionadas de su prolífico archivo, la muestra captura la esencia de una artista que transformó sus vivencias personales en un lenguaje visual profundo y accesible, explorando las complejidades del alma humana. Desde el éxtasis del amor hasta el abismo del desamor, pasando por la dependencia emocional y la resiliencia ante la pérdida, las fotografías de Luna invitan al espectador a un viaje introspectivo, donde cada cuadro se convierte en un espejo de las emociones universales. “Nos entrega el corazón en sus manos, para invitarnos a mirar el nuestro”, describe Hoglá Liset, una de las curadoras que acompañó sus pasos creativos y que ahora, con cariño y admiración, orquesta este adiós definitivo a su obra.
Superando el silencio: la determinación de una artista emergente
María Silvana Luna Ramos no era solo una fotógrafa; era un testimonio vivo de cómo el arte puede derribar murallas invisibles. Originaria de Ciudad Juárez, la joven enfrentó la discapacidad auditiva desde los 15 años, una condición que, por negligencia médica, no fue diagnosticada a tiempo y que la obligó a navegar un mundo de sonidos ausentes. Sin embargo, en lugar de rendirse, canalizó esa quietud en una pasión voraz por la imagen. Trabajando de día en una estética local para sostener sus sueños, dedicaba sus noches a talleres como Foto bordado y FOTOTOUR MUREF, donde pulió una voz propia: íntima, cruda y cargada de empatía.
Su debut formal llegó en enero de 2025, apenas meses antes de su inesperada partida. El 25 de enero, bajo el techo de la Galería San Luis Contemporáneo, presentó su primera exposición individual, una serie de 35 piezas en formatos grande y mediano que diseccionaban el amor en todas sus facetas. “Mi fotografía es el reflejo de mi propia experiencia y observación del amor y sus complejidades”, confesó entonces en una entrevista con El Diario de Juárez. “A través del amor busco explorar los temas del amor, el desamor, la dependencia emocional y la resiliencia”. Apoyada por Las Vanguardistas Exposiciones –el colectivo curatorial formado por Daniela Gutiérrez, Itzel Olvera y Hoglá Liset– y por aliados como Haydee Alonso y Miguel Vargas, Luna no solo expuso sus obras, sino que inspiró a decenas de espectadores a confrontar sus propios dolores. Aquella muestra, abierta hasta el 15 de febrero en la avenida Benito Juárez 101-C, zona Centro, fue un éxito que trascendió las salas: un llamado a “amar sin miedo, a perdonar y a seguir adelante, incluso en medio del dolor y la pérdida”, como ella misma lo expresó.
Un legado truncado: el dolor de la comunidad y la luz que persiste
El mundo del arte juarense se estremeció el 2 de julio de 2025, cuando se conoció la noticia de su fallecimiento. María Silvana, esa “joven promesa” que había irrumpido con la frescura de quien ve el mundo por primera vez, dejó un vacío que aún resuena en redes sociales, galerías y colectivos. Mensajes de condolencia inundaron plataformas como Facebook, donde la describían como “un espíritu libre que rompió el muro del silencio con su lenguaje artístico”. Su participación previa en la exposición colectiva del Colectivo de Fotógrafas Border Bridge, meses atrás en el mismo MAHCH, ya había anticipado su potencial: un talento que fusionaba lo personal con lo colectivo, lo vulnerable con lo empoderador.
“Dejando huella” no es solo una recopilación de fotos; es un puente entre su ausencia y la memoria colectiva. Curada con el mismo esmero que guió sus pasos iniciales, la exposición rescata imágenes inéditas que profundizan en su exploración emocional, recordándonos que el arte de Luna no buscaba la perfección técnica, sino la conexión humana. En un contexto donde las artistas emergentes de la frontera luchan por visibilidad –especialmente aquellas con discapacidades–, su historia se erige como faro: una mujer que, a pesar de las barreras, dejó huellas que invitan a la reflexión y al duelo compartido.
El MAHCH, ese bastión cultural enclavado en el histórico Parque El Chamizal, se transforma una vez más en refugio para el alma. La inauguración de este sábado promete no solo palabras de bienvenida, sino un ritual de celebración: músicos locales, lecturas de sus textos acompañados de proyecciones y, sobre todo, el silencio reverente ante sus obras. IPACULT, a través de esta iniciativa, reafirma su compromiso con los talentos locales, extendiendo la mano a una comunidad que, como dice Liset, “necesita mirar hacia adentro para sanar”.
Para quienes la conocieron –compañeras de taller, curadoras o simples admiradores–, asistir será un acto de resistencia contra el olvido. Para los nuevos, una oportunidad de descubrir a una voz que, aunque silenciada prematuramente, sigue hablando a través de sus lentes. “Dejando huella” no cierra un capítulo; lo abre de par en par, recordándonos que las emociones, como las fotografías, perduran más allá del instante capturado. La entrada es libre; el impacto, inevitable.



