El viaje de Noroña a Palestina: fingimiento y corrupción
El viaje del senador Gerardo Fernández Noroña a Palestina, anunciado con pompa solidaria y programado del 22 de octubre al 2 de noviembre de 2025, no es más que un ejercicio de autopromoción disfrazado de activismo humanitario. Bajo el pretexto de documentar el «genocidio» en Gaza y reunirse con autoridades palestinas, Noroña abandona su escaño en el Senado mexicano en un momento de crisis interna, como las inundaciones en el sureste y la inseguridad rampante en Michoacán. Esta ausencia, justificada como un acto de «diplomacia parlamentaria», ignora las prioridades nacionales y revela una desconexión elitista: mientras México lidia con miles de desaparecidos y niños sin quimioterapia, el legislador prefiere posar en asentamientos palestinos para alimentar su ego en redes sociales, como ya lo hizo en Roma con una kufiya, sin mover un dedo por las madres buscadoras de fosas en su propio país.
Violación a la Ley de Responsabilidades Administrativas
La financiación del periplo de Noroña por Emiratos Árabes Unidos, que cubre el boleto aéreo y posiblemente más, es un escándalo ético que apesta a corrupción disfrazada de generosidad. Aunque el senador asegura que no usa recursos públicos y que es una «invitación de trabajo», esto viola flagrantemente la Ley General de Responsabilidades Administrativas, que prohíbe a servidores públicos aceptar obsequios o beneficios de gobiernos extranjeros cuyo valor supere límites mínimos, para evitar influencias indebidas. Noroña, con su historial de mansiones inexplicables y vuelos privados, ahora acepta este «regalo» de una monarquía absoluta como los Emiratos, donde el jeque Mohammed bin Rashid Al Maktum ha sido acusado de esclavitud moderna y represión brutal, convirtiendo su viaje en un apoyo implícito a un régimen opresor mientras predica derechos humanos.
Licencia de 12 días: cosmética para encubrir abuso de poder
Noroña pretende que su licencia de 12 días es un gesto de transparencia, solicitándola formalmente para evitar ausencias injustificadas, pero esto es mera cosmética para encubrir un abuso de su posición. Como senador, su rol implica representar a México en foros internacionales, no emprender giras personales que podrían interpretarse como representación oficial sin el aval de la presidenta del Senado, Laura Itzel Castillo, a quien le correspondía la invitación original de junio. Al reprogramar el viaje por el «fracaso del alto al fuego», ignora que visitas como esta, financiadas externamente, contravienen el Código de Ética del Senado y los lineamientos de Morena contra regalos, abriendo la puerta a denuncias por conflicto de intereses.
Agenda vacía: autopromoción sin impacto real en Gaza
La supuesta agenda de Noroña –reuniones en Emiratos, Jordania y posibles incursiones «temerarias» a Gaza– huele a fingimiento vacío, sin impacto real en la crisis palestina más allá de tuits y videos en vivo que alimentan su culto a la personalidad. Este viaje, pospuesto desde agosto, llega en un contexto donde su credibilidad está por los suelos: denuncias de lavado de dinero por Roberto Gil Zuarth, acusaciones de dobles sueldos y una mansión que no cuadra con su salario. Al alardear de no temer represalias de EU –»lo peor es que me quiten la visa»–, minimiza riesgos reales para México, como tensiones diplomáticas con aliados clave, y convierte una tragedia global en un show personal.
Hipocresía morenista: excusas que perpetúan la impunidad
Defensores como Adán Augusto López argumentan que «invitaciones de trabajo» son comunes –citando visitas a Francia o Perú–, pero esto no absuelve a Noroña de su responsabilidad individual; al contrario, perpetúa una cultura de impunidad donde Morena excusa lo que flagelaría en la «mafia del poder». El Código de Ética del Senado exige declarar y rechazar tales beneficios, y los lineamientos de Morena prohíben explícitamente regalos extranjeros, haciendo de este viaje una infracción clara que podría derivar en sanciones administrativas o penales si se interpone denuncia. Noroña, con su retórica incendiaria contra Israel, ignora que su financiador, Emiratos, normaliza relaciones con Tel Aviv vía Acuerdos de Abraham.
Oportunismo que socava al Senado y a México
En última instancia, este periplo de Noroña no coadyuva al «derecho a existir» de Palestina, como él presume, sino que socava la integridad del Senado mexicano al priorizar su activismo performativo sobre el cumplimiento de las obligaciones propias de su cargo. Al retar a denuncias –»que metan lo que quieran»–, evade el escrutinio y distrae del fondo: un genocidio real en Gaza que merece acción colectiva, no selfies de un senador ausente. Si México aspira a credibilidad internacional, debe investigar esta violación flagrante de la ley, recordando que la solidaridad genuina empieza en casa, atendiendo a damnificados locales antes de jetearse a conflictos ajenos con boletos ajenos.



