Uruapan, Michoacán.— La noche del sábado 1 de noviembre se tiñó de sangre en el corazón de esta ciudad aguacatera cuando un comando irrumpió en el Festival de Velas y descargó al menos seis balazos contra Carlos Alberto Manzo Rodríguez, presidente municipal independiente de 40 años, conocido como “El del Sombrero” por su distintivo atuendo vaquero.
Manzo, quien minutos antes había inaugurado el encendido de miles de cirios en la plaza principal mientras cargaba en brazos a un niño disfrazado y abrazaba a su propio hijo, regresó al lugar para fotografiarse con familias ataviadas de catrinas y esqueletos. Allí, entre el aroma a cempasúchil y el eco de “La Llorona”, un sicario se acercó por la espalda y abrió fuego. El edil cayó fulminado; un escolta murió protegiéndolo y otro resultó herido de gravedad.
Los guardaespaldas repelieron el ataque: uno de los agresores quedó tendido sin vida en el pavimento, mientras dos más eran sometidos por policías municipales y civiles. Videos captados por asistentes muestran el pánico colectivo: cientos de personas, muchas con niños en brazos, corren despavoridas entre detonaciones y gritos de “¡al suelo!”.
El sexto alcalde asesinado en México en 2025
“Condenamos enérgicamente el cobarde atentado”, escribió de inmediato el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla en X, al confirmar la detención de los dos sobrevivientes y el despliegue de Guardia Nacional. Horas después, la presidenta Claudia Sheinbaum convocó al Gabinete de Seguridad y aseguró que Manzo contaba con 14 elementos federales de protección, además de refuerzos enviados días antes.
El crimen marca el sexto alcalde ejecutado en México durante 2025 y el tercero en Michoacán, tierra donde operan al menos seis cárteles que disputan rutas de fentanilo y extorsión al aguacate. Manzo había denunciado amenazas directas del CJNG y Viagras; apenas en octubre suplicó a Sheinbaum y al secretario Omar García Harfuch: “No quiero ser un alcalde más de los ejecutados”.
En su corto mandato, el exdiputado federal por Morena —del que se desligó para ganar como independiente— limpió la policía local, ofreció un millón de pesos por decomisos y prometió abatir delincuentes “sin un solo balazo” si bajaba la violencia. Su estilo confrontacional lo comparaba con Nayib Bukele y lo convertía en blanco.
Este domingo, entre veladoras y coronas, el pueblo lo despidió al grito de “¡Justicia!” y “¡Fuera Morena!”. El féretro, cubierto por la bandera de Uruapan, recorrió las mismas calles donde hace un año mataron al periodista Mauricio Cruz minutos después de entrevistarlo. La plaza, testigo de dos magnicidios en 365 días, quedó en silencio bajo la luna de muertos.
La Fiscalía estatal ya interroga a los detenidos. El país espera que esta vez la detención no sea solo un consuelo efímero ante el dominio del miedo.



