Washington, D.C.- Donald Trump sugiere que el T-MEC podría renegociarse o incluso eliminarse, lo que pondría en jaque el comercio entre México, EE.UU. y Canadá.
En un contexto de tensiones comerciales globales y negociaciones estratégicas en curso, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a generar controversia al cuestionar públicamente la necesidad de mantener el T-MEC, el tratado comercial entre Estados Unidos, México y Canadá. Durante declaraciones ofrecidas en la Casa Blanca, justo antes de reunirse con el primer ministro canadiense Mark Carney, Trump dijo estar abierto a una renegociación, aunque se preguntó: «¿si es siquiera necesario?».
Estas palabras no solo reabren la incertidumbre en los mercados, sino que amenazan con fracturar el marco de cooperación económica más importante del hemisferio occidental.
El T-MEC fue una de las principales banderas del primer mandato de Trump. Sustituyó al viejo TLCAN, que estuvo en vigor por más de dos décadas y cuya renegociación fue promovida con fuerza desde la campaña electoral de 2016. Trump lo vendió como un triunfo frente a sus críticos y una recuperación de empleos industriales para Estados Unidos.
Sin embargo, a menos de un año de su vencimiento, el presidente estadounidense pone en duda el mismo acuerdo que impulsó y firmó, en una jugada que parece más política que económica, pero que tiene profundas implicaciones para México, Canadá y la estabilidad del comercio regional.
Desde su llegada al poder, Trump ha hecho de la revisión de acuerdos comerciales una estrategia de presión y reposicionamiento internacional. China, Europa, Japón y América Latina han sido blanco de estas revisiones. En medio de una guerra comercial prolongada, Trump insiste en que Estados Unidos ha sido tratado injustamente durante décadas y que ahora “se negocia desde la fuerza”.
En sus palabras, “estamos revisando muchos acuerdos y tomaremos decisiones en las próximas semanas”, una frase que sugiere no solo incertidumbre, sino una estrategia para obtener mejores condiciones en medio de su nuevo ciclo de gobierno.
Canadá responde: “El T-MEC es solo una base para algo más amplio”
Durante la reunión bilateral, el primer ministro canadiense, Mark Carney, trató de suavizar el discurso de Trump asegurando que el T-MEC representa una base para negociaciones más amplias, aunque reconoció que “algunas cosas tendrán que cambiar”. Esta declaración indica que Canadá no descarta ajustes, pero sí defiende el marco actual del acuerdo como un punto de partida.
Carney, que ha demostrado una postura diplomática pero firme frente a las provocaciones de Washington, intentó mantener el equilibrio entre el pragmatismo económico y la soberanía canadiense.
Aunque no estuvo presente en la reunión, México es el tercer vértice del triángulo comercial, y el que más podría perder en caso de que el T-MEC se modifique radicalmente o se desactive. El país depende en gran medida de las exportaciones hacia Estados Unidos y Canadá, y ha ajustado su modelo económico y regulatorio para adaptarse al T-MEC.
Una posible renegociación volvería a abrir frentes sensibles como:
• las reglas de origen en la industria automotriz
• los derechos laborales y ambientales
• los mecanismos de resolución de disputas
• el sector agroalimentario y energético
Los analistas coinciden en que este tipo de declaraciones de Trump responden tanto a una estrategia de presión en las negociaciones como a un movimiento calculado para mantener su base electoral movilizada. Plantear la “renegociación o incluso desaparición del T-MEC” permite a Trump proyectar fuerza frente a sus votantes y consolidar su narrativa de «América Primero».
Además, con elecciones legislativas y presidenciales a la vista, este tipo de discursos funcionan como herramientas para reposicionar a Trump como el único capaz de defender los intereses estadounidenses.
Aunque un colapso del T-MEC parece poco probable en lo inmediato, sí existen riesgos importantes:
1. Disrupciones en las cadenas de suministro, especialmente en el sector automotriz.
2. Aumento de aranceles o barreras no arancelarias, que impactarían directamente en los precios al consumidor.
3. Inseguridad jurídica para inversiones extranjeras en los tres países.
4. Mayor fragmentación económica regional, justo cuando otras regiones (como Asia) consolidan bloques comerciales más sólidos.
Las declaraciones de Trump vuelven a colocar al T-MEC en el centro del tablero geopolítico y comercial de América del Norte. Aunque de momento no hay decisiones formales, la posibilidad de una renegociación —o peor aún, de una cancelación— preocupa a empresarios, trabajadores y gobiernos.
En los próximos meses, lo que parecía un acuerdo ya consolidado podría convertirse en el nuevo campo de batalla comercial, y como siempre, los ciudadanos comunes serán los primeros en sentir sus efectos.
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