Chihuahua, Chih.- La Fiscalía de Distrito Zona Centro elevó a diez el número de cuerpos sin vida extraídos de un tiro de mina en la comunidad de Santo Domingo, municipio de Aquiles Serdán, en un operativo que vincula directamente el hallazgo con la desaparición de cuatro hombres originarios de Durango reportada hace apenas unos días. Tres de las víctimas ya coinciden preliminarmente con los desaparecidos, mientras que las autoridades forenses continúan con peritajes para esclarecer el destino del cuarto y determinar si hay más restos en el sitio, conocido por ser un recurrente basurero de la violencia en la región.
El caso remonta al 29 de octubre, cuando Jesús Román de Santiago Solís, de 42 años; Juan Corral Acuña, de 37; su hermano Ezequiel Corral Acuña, de 36, y Jair Núñez Gandarilla, de 40, abandonaron el hotel Marrod en la colonia Deportistas de la capital chihuahuense, presuntamente para establecer un negocio de máquinas tragamonedas en territorio controlado por grupos delictivos. Viajaban en una camioneta GMC Sierra, hallada calcinada el 30 de octubre en el kilómetro 208 de la carretera Chihuahua-Delicias, con placas a nombre de uno de ellos, lo que activó de inmediato las alertas de la Unidad Especializada en Personas Ausentes.
Una llamada anónima fue el detonante clave: alertó a las autoridades sobre posibles restos humanos en tiros de minas abandonadas en Aquiles Serdán, una zona montañosa plagada de excavaciones olvidadas que datan de la época porfiriana. Equipos de la Agencia Estatal de Investigación (AEI), adscritos a la unidad de ausentes, rastrearon el área y se toparon con tres accesos: uno clausurado por completo, otro llamado «La Democracia» lleno de escombros hasta 300 metros de profundidad, y el tercero, «La Cueva del Diablo», de acceso tan precario que obligó a descender por un punto alternativo denominado «La Cueva del Murciélago» o «La Diabla».
El rescate inició el 31 de octubre con cuatro cuerpos, seguido de dos más el 2 de noviembre y cuatro adicionales el lunes 3, completando la decena de víctimas, todas de sexo masculino y en avanzado estado de descomposición debido a la humedad y la profundidad —hasta 110 metros en algunos casos—. El fiscal Heliodoro Araiza Reyes y el titular de la unidad, Edwin Iván Rodríguez Balderrama, detallaron en rueda de prensa que el sitio no es ajeno a estos horrores: en octubre de 2021 se recuperaron tres cuerpos y restos óseos; en enero del mismo año, más fragmentos humanos; agosto de 2019 vio emerger cinco cadáveres, entre ellos los de Luis Martín Perea López e Ivannia Perea Prieto; y noviembre de ese año dejó al descubierto restos de cuatro personas junto a casquillos de 9 mm y .40 mm, huellas de balaceras que nunca se resolvieron.
Tres identificados por complexión y rasgos: el cuarto en el limbo
Los peritajes iniciales arrojaron luz sobre tres de los cuerpos rescatados en el primer descenso: coinciden en complexión robusta y rasgos físicos con Ezequiel Corral Acuña —cabello negro corto y lacio, ojos café oscuro, tez trigueña oscura—, Juan Corral Acuña —cabello castaño oscuro, ojos café claro, con barba y bigote— y Jair Núñez Gandarilla —cabello negro corto, ojos café claro, tez trigueña oscura, marcado por una cicatriz en la ceja derecha y un lunar bajo el ojo izquierdo—. Estos hallazgos preliminares, basados en protocolos de rehidratación de huellas dactilares y comparaciones genéticas en curso, confirman la temporalidad del crimen, alineada con la fecha de desaparición de los duranguenses.
El cuarto cuerpo del grupo inicial no arroja coincidencias con Jesús Román de Santiago Solís, el único desaparecido aún sin rastro, descrito como de 42 años y complexión media. Mientras tanto, los otros seis restos —recuperados en fases posteriores— permanecen sin identificar, aunque fuentes extraoficiales sugieren que podrían pertenecer a víctimas de crímenes aislados o ajustes de cuentas previos, dada la historia del lugar como fosa clandestina. «Se cree que hay más cuerpos en la mina», advirtieron reportes en redes sociales, eco de la llamada anónima que inició todo.
La Dirección de Servicios Periciales y Ciencias Forenses trabaja contrarreloj en análisis de entomología y balística para precisar la hora y causa de muerte, mientras la AEI profundiza en la cadena de custodia de la camioneta incinerada y posibles testigos en el hotel Marrod. El fiscal Araiza Reyes enfatizó que no se descarta un móvil ligado al control territorial por el juego ilegal, un conflicto que ha salpicado a migrantes en busca de oportunidades en Chihuahua.
El operativo, que se extenderá mientras persistan indicios de más restos, une fuerzas de la AEI, la Comisión Local de Búsqueda, Protección Civil, el Ejército Mexicano y la Policía Municipal de Aquiles Serdán, en un despliegue que contrasta con la impunidad histórica de estos sitios mineros. Rodríguez Balderrama reiteró el compromiso de la unidad de ausentes: «Continuamos la rehidratación de huellas y los peritajes genéticos para dar cierre a las familias, y el barrido exhaustivo para no dejar nada atrás». En un estado donde las desapariciones suman miles, este rescate no solo honra a los caídos, sino que reaviva el clamor por justicia en las entrañas de la sierra chihuahuense.



