Ciudad Juárez, Chihuahua.- En un esfuerzo por revertir el olvido que azota al patrimonio histórico de la frontera, la Comisión Edilicia de Nomenclatura y Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Juárez se alió con dependencias clave para trazar un presupuesto ambicioso que salve de la ruina a los monumentos que custodian la memoria colectiva de la ciudad. La reunión, celebrada este miércoles, marca un giro decisivo hacia la preservación seria, dejando atrás intervenciones superficiales que apenas disimulaban el avance inexorable del deterioro.
Bajo el liderazgo de los regidores José Mauricio Padilla y Pedro Alberto Matus Peña, la comisión se congregó con figuras de peso en el aparato municipal: el director general de Obras Públicas, Daniel González García; el titular de Limpia, Gibran Solís Kanahan, y un equipo multidisciplinario del Instituto para la Cultura del Municipio de Juárez (IPACULT), junto a expertos de la Dirección de Desarrollo Urbano. El eje del diálogo fue el borrador presupuestal para 2026, con el que se pretende no solo maquillar fachadas, sino emprender reparaciones estructurales que devuelvan vida a esculturas y plazas erosionadas por el tiempo, el clima desértico y el descuido urbano.
Padilla, con la voz cargada de urgencia, rememoró el año fiscal en curso como un capítulo de penurias: sin un solo peso asignado, la comisión se limitó a gestos modestos, como la instalación de placas conmemorativas o retoques elementales que no hicieron mella en el mal que corroe las bases de bronce y piedra. «Ahora vamos por lo grande», afirmó el regidor, al detallar que el monto preliminar solicitado ronda los cinco millones de pesos, suficientes para arrancar con limpiezas profundas, refuerzos antisísmicos y tratamientos anticorrosivos en un catálogo de sitios emblemáticos que incluyen el monolito de Los Indomables en el Parque El Chamizal, la glorieta del eje vial Juan Gabriel y el Libramiento, o la Plaza del Periodista en el cruce de Insurgentes y Constitución. Estos espacios, testigos mudos de la historia fronteriza, acumulan grietas y óxido que amenazan su integridad, según el diagnóstico inicial elaborado en sesiones previas de la comisión.
El peso del abandono: un 20% de la herencia en jaque
El deterioro no es un secreto en Juárez, una urbe donde el sol implacable y las tormentas de arena han conspirado durante décadas contra sus símbolos pétreos. Hasta un 20% de los aproximadamente cien monumentos inventariados en la ciudad claman por intervención urgente, desde la reposición de placas perdidas hasta rehabilitaciones completas que eviten colapsos, revelan reportes municipales acumulados a lo largo de 2025. Elementos como La Ronda Feliz en El Chamizal o la escultura Paloma de la Esperanza junto a la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe ilustran el drama: vandalismo ocasional, acumulación de residuos y exposición al tráfico vehicular han convertido en reliquias frágiles lo que debería ser orgullo vivo de la comunidad.
En este contexto, la iniciativa de la comisión trasciende lo administrativo para erigirse en un llamado ético. «El objetivo es que esta Comisión no pase a la historia como la que solo barnizó monumentos; buscamos hacer las cosas bien y preservar el patrimonio de nuestra ciudad», proclamó Padilla, evocando un pasado de presupuestos raquíticos —como los 8.6 millones destinados en enero a monolitos y plazas, pero diluidos en proyectos fragmentados— que dejaron en el limbo a decenas de piezas. La frontera, cuna de figuras como Pancho Villa o el propio Benito Juárez, no puede permitirse perder estos anclajes identitarios, que no solo adornan avenidas sino que narran la epopeya de migración, revolución y resiliencia chihuahuense.
La cifra final no será capricho, sino fruto de un escrutinio riguroso. Obras Públicas asumirá la batuta en un estudio técnico y financiero que, una vez concluido, blindará la solicitud ante el cabildo y el erario. Más allá del corto plazo, los regidores vislumbran la creación de un fondo permanente, inspirado en propuestas de octubre pasado, para que la conservación deje de ser un paréntesis anual y se convierta en pilar de la política cultural juarense. En un Juárez que mira al 2026 con renovadas ambiciones, este pacto entre regidores y burócratas podría ser el catalizador que transforme el lamento por lo perdido en un legado perdurable, honrando no solo a los héroes de bronce, sino a las generaciones que los heredarán.



