Chihuahua, Chih.- Este domingo las calles se transformaron en un mar de energía y solidaridad con la cuarta edición del Medio Maratón 21K Chihuahua Capital Darenka, un evento que reunió a más de 1,157 corredores adultos en una celebración atlética que no solo desafió límites físicos, sino que también unió a la comunidad en torno a una causa noble: el apoyo a niños con cáncer a través de la Asociación Civil Darenka.
Familiares, amigos y miles de espectadores se volcaron a las avenidas para animar a los participantes, creando un ambiente festivo que resonó con aplausos, música en vivo y mensajes de aliento, recordando que el deporte trasciende la competencia para convertirse en un puente de empatía y esperanza. Este medio maratón, que aspira a consolidarse como el referente pedestre de la ciudad, brilló con una mezcla ecléctica de talento local —destacando la resiliencia de atletas chihuahuenses—, competidores nacionales de estados como Nuevo León y Jalisco, e incluso invitados internacionales de Kenia y Etiopía, quienes aportaron ritmos élite y diversidad cultural. Paralelamente, la edición especial Runners Kids vivió su propia explosión de alegría con 422 niñas y niños entre 4 y 15 años, que recorrieron distancias adaptadas de 400 metros a 3 kilómetros en un circuito seguro y motivador, fomentando desde temprana edad valores como la perseverancia, la salud y el trabajo en equipo, bajo la atenta mirada de entrenadores y voluntarios que repartían medallas simbólicas y frutas refrescantes.
La ruta, diseñada con maestría para resaltar el patrimonio urbano y natural de Chihuahua, inició y culminó en el imponente Estadio Olímpico de la Ciudad Deportiva —un coloso de concreto y verde que alberga sueños deportivos desde su inauguración en 2011—, partiendo a las 8:00 horas bajo un cielo despejado y temperaturas ideales de 18 grados Celsius. El trazado de 21.097 kilómetros serpenteó por iconos de la urbe: la Avenida Tecnológico, arteria moderna flanqueada por centros educativos y comercios vibrantes; la histórica Calle Carranza, evocando la Revolución Mexicana con sus fachadas coloniales; el Paseo Bolívar, corazón cívico con su glorieta de la bandera y fuentes danzantes; el Mirador de la Montaña, punto panorámico que ofrece vistas épicas de la Sierra Madre; y la Avenida Ortiz Mena, vía comercial que conecta con barrios residenciales, antes de regresar triunfal al estadio. Esta configuración no solo minimizó interrupciones viales —con cierres parciales coordinados por la Dirección de Tránsito Municipal desde las 6:00 horas—, sino que también integró estaciones de hidratación cada 5 kilómetros con agua, electrolitos y geles energéticos, además de puestos de primeros auxilios con paramédicos del Instituto Chihuahuense del Deporte y Cultura Física (Ichdcf). El cronometraje computarizado vía chip garantizó tiempos precisos, y la cobertura en vivo a través de redes sociales del evento permitió que familiares ausentes siguieran la acción en tiempo real, amplificando el impacto comunitario.
Organizado por un consorcio de instituciones y empresas comprometidas con el desarrollo deportivo y social, el 21K Chihuahua Capital Darenka contó con el respaldo inquebrantable del Gobierno Municipal a través del Instituto Municipal de Cultura Física y Deporte (Imcufide), que aportó logística y promoción; Chihuahua Espectacular, entidad que enaltece la identidad local con espectáculos paralelos como danzas folclóricas rarámuris en la meta; la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), cuya participación subraya el rol del sector privado en fomentar hábitos saludables entre empleados y familias; y el Ichdcf, que integró al evento en su calendario estatal de competencias, alineándolo con iniciativas como el Programa Estatal de Activación Física. Esta cuarta edición, que repartió una bolsa premiadora de 700 mil pesos en efectivo y obsequios —incluyendo relojes deportivos, vouchers para gimnasios y paquetes de nutrición—, surgió en 2022 como respuesta a la necesidad de un medio maratón emblemático en la región noroeste, inspirado en eventos como el Maratón de la Ciudad de México pero adaptado al terreno semiárido y la altitud de 1,420 metros sobre el nivel del mar de Chihuahua.
En sus primeras tres ediciones, atrajo un crecimiento exponencial: de 800 participantes en 2022 a más de 1,200 en 2024, con énfasis en inclusión al incorporar categorías para personas con discapacidad y etnias indígenas. Este año, la alianza con Darenka A.C. —fundada en 2018 para brindar apoyo integral a infantes oncológicos, desde quimioterapias hasta terapias lúdicas— elevó el perfil filantrópico: cada inscripción de 700 pesos (o 1,000 en beneficio directo a la causa) contribuyó a becas médicas, y se estima que el evento recaudó fondos para al menos 50 tratamientos, según estimaciones preliminares de los organizadores.
Los reflectores se posaron en los ganadores absolutos, quienes no solo cruzaron la meta con tiempos estelares, sino que encarnaron la diversidad y el espíritu indomable de la prueba. En la rama varonil general, el keniano Alfred Kipserem Cherop, un fondista de 28 años con palmarés en maratones africanos y experiencia en altitudes similares, se coronó con un crono de 1:08:09, superando por más de dos minutos a su compatriota en segundo lugar y destacando la maestría en pacing que lo llevó a un sprint final demoledor en los últimos 400 metros del estadio. Cherop, quien llegó a Chihuahua tras competir en el Maratón de Chicago, dedicó su victoria a la causa de Darenka, donando parte de su premio de 150 mil pesos a la asociación.
En femenil general, la mexicana Andrea Valle Prieto, oriunda de Torreón, Coahuila, y entrenadora de alto rendimiento con 32 años de trayectoria, irrumpió con 1:23:10, un registro que la posiciona como candidata para los Juegos Olímpicos de 2028; su estrategia de hidratación constante y visualización mental la impulsó a dejar atrás a rivales locales, emocionando a la multitud con su grito de «¡Por Chihuahua y por la vida!» al recibir la medalla.
La categoría rarámuri varonil vio el triunfo de Aristeo Valencio Cubesari, un corredor indígena de 25 años de la Sierra Tarahumara, con 1:16:08 —un tiempo que honra la herencia ultrarresistente de su pueblo, conocido por ultramaratones en cañones como el de Urique—; Valencio, huarache en pies y camiseta con motivos tarahumaras, superó obstáculos como el repecho del Mirador para embolsarse 50 mil pesos, reinvirtiéndolos en su comunidad escolar. Su contraparte femenil, Sabina Fuentes Contreras, de 22 años y originaria de Guachochi, completó la distancia en 1:57:30 pese a un terreno irregular, simbolizando la empoderación indígena en un evento que reserva plazas exclusivas para rarámuris y ofrece transporte desde la sierra.
Finalmente, en débiles visuales, Rubén Corral Chávez, chihuahuense de 40 años y guía certificado, navegó la ruta con su compañero de 1:58:20, utilizando un arnés y comandos verbales para sortear curvas; su victoria, premiada con 30 mil pesos, resalta las divisiones inclusivas que el 21K ha pionerizado, con categorías adicionales como silla de ruedas y máster que premiaron a más de 200 atletas.
Más allá de los podios, el evento fue un mosaico de historias humanas: desde el veterano local de 65 años que completó su décimo 21K personal, hasta madres primerizas en Runners Kids que corrieron con sus hijos en brazos simbólicos, y voluntarios que sumaron 500 manos en avituallamientos y barrido de ruta. La meta, adornada con inflables gigantes, un escenario con banda de rock local interpretando himnos motivadores y un área de recuperación con masajes y yoga, se convirtió en zona de fiesta donde corredores intercambiaron experiencias bajo toldos patroc



