Un cáncer de páncreas se llevó hace 28 años al actor italiano, que conquistó a decenas de mujeres excepto a Claudia Cardinale, su amor platónico. Dino De Laurenis, el productor de La dolce vita (1960), quería a Paul Newman para el papel de intrépido periodista en la mítica película de Federico Fellini. Sin embargo la insistencia de Giulietta Masina, que había recitado con Marcello Mastroianni en el teatro, convenció a su marido, Federico Fellini, para que apostara por el actor italiano. Una apuesta triunfal que marcó el comienzo de una profunda amistad y una fructífera carrera juntos.
Se cumplen 28 años de la muerte de uno de los más grandes actores de todos los tiempos y en Italia. Marcello Mastroianni falleció en un día como hoy, el 19 de diciembre de 1996 en París, víctima de un cáncer de páncreas. En una entrevista concedida poco antes de morir al periodista italiano Eugenio Scalfari, fundador del diario La Repubblica, Mastroianni reconoció haber sufrido por amor. «Si quiere saber qué pienso del amor, se llevará una desilusión. No lo conozco bien. A veces creí sentirlo, pero quizás era mi sufrimiento al sentirme rechazado», confesó.
La vida de Mastroianni estuvo repleta de grandes pasiones. Como la que vivió con la actriz francesa Catherine Deneuve, madre de su segunda hija, Chiara , o la complicada relación que mantuvo con Faye Dunaway. Pero no fue hasta el final de sus días que el genial intérprete romano reconoció haber estado profundamente enamorado de Claudia Cardinale. Un amor no correspondido. «Nunca tuvimos nada», reconoció Cardinale en una entrevista hace varios años al diario Il Fatto Quotidiano. Pero el actor jugó todas sus cartas para seducir a su compañera en 8 y medio (Federico Fellini, 1963) o El bello Antonio (Mauro Bolognini, 1960). «Cartas, flores…, era un hombre con clase que no sabría cómo explicar. Era bellissimo. Pero yo nunca cedí por recomendación de mi familia».
Cuando pocas semanas antes de morir su compañera sentimental de los últimos 20 años, Anna Maria Tatò, rodó un documental sobre la vida del actor, llamó a Cardinale para participar en él. La actriz debía aparecer por sorpresa en una habitación de hotel. Pero la sorpresa se la llevó a ella. Cuando el actor entró, en lugar de saludarla, le increpó: «Eres una tonta, yo estaba enamorado de verdad y nunca me has tomado en serio. He sufrido durante años». Las escenas, relatadas por la actriz, nunca salieron a la luz.
Marcello Mastroianni nació el 28 de septiembre de 1924 en Fontana Liri, en la provincia de Frosinone, no muy lejos de Roma. En septiembre pasado se cumplieron 100 años de su nacimiento. En la capital italiana, a donde se había mudado con su familia con 9 años, comienza a hacer sus pinitos en el cine y el teatro. Allí conoce a su primera y única esposa, la actriz Flora Carabella. La pareja se casó en 1950. De su unión nació su primera hija, Bárbara. Y aunque su matrimonio terminó tan pronto como comenzó su éxito en la gran pantalla, el actor romano nunca quiso el divorcio. «La amistad que me unía a Marcello era más fuerte que cualquier otra cosa: éramos como un gran clan», confesó la única viuda ‘oficial’ del actor en una de sus pocas entrevistas.
Su lista de romances -ciertos o no– es tan larga como la de sus películas. Y es difícil decir quién fue de verdad el amor de su vida. Jeanne Moreau, su compañera en La noche (Michelangelo Antonioni, 1961), Anouk Aimée, con la que trabajó en La dolce vita, Catherine Deneuve, Faye Dunaway… De la actriz norteamericana, a la que conoció en el rodaje de Amantes (Vittorio De Sica, 1968) llegó a decir que había sido la única que le había hecho «perder la cabeza». «Cuando su historia se acabó, Marcello me llamó a Madrid y me dijo: ‘Faye me ha dejado’. Me necesitaba. Y yo volví a Roma», contó Carabella, que falleció en 1999.
La hija de ambos, Barbara, recordaba recientemente en una entrevista a Vanity Fair cómo después de que Dunaway dejara a su padre, éste la pidió que llamara a la actriz para convencerla de darle una nueva oportunidad. «Y ella se enfadó bastante. No conmigo, sino con el directo interesado. Y si me pongo en su lugar, yo también me habría enfadado. Pero pobrecito, lo había intentado todo».
La naturalidad con la que el actor vivió su agitada vida sentimental se quebró tras su fallecimiento. El estreno de Sí, ya me acuerdo, el documental dirigido por Anna Maria Tatò, así como el testamento del actor, que dejó a su última pareja sus derechos de imagen, levantó la ira de las hijas y de las ‘otras’ mujeres de Mastroianni, que acusaron a la directora de haber filmado la agonía del intérprete para su propio beneficio. El actor vivió sus últimos días apoyado en un bastón y recluido en su casa de París. Un final amargo para una vida de película. ( La base de la nota, es un texto de Soraya Melguizo)
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