Apatzingán, Michoacán.- Horas después de que el cuerpo de Bernardo Bravo Manríquez, un incansable defensor de los productores de limón, fuera hallado con huellas de tortura en una carretera solitaria de Tierra Caliente, fuerzas federales irrumpieron en la región para capturar a Rigoberto López Mendoza, alias ‘El Plátano’. Este hombre, señalado como el autor intelectual del crimen, encabezaba operaciones de extorsión que asfixiaban al sector citrícola, y su detención marca un golpe rápido contra la red criminal que opera en las sombras de los huertos.
Bravo, presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán y figura clave en el Tianguis Limonero, había convertido su voz en un escudo para cientos de familias. Proveniente de una dinastía de limoneros con tres décadas de arraigo en la zona, el joven empresario y licenciado en Derecho asumió el liderazgo apenas un año atrás, en octubre de 2024. Su agenda era clara: combatir los precios irrisorios que recibían los productores por su cosecha, a menudo por debajo de los costos de producción, y sobre todo, denunciar las cuotas de «protección» que los cárteles imponían como un impuesto mortal. «No estamos de acuerdo en esos precios pagados al limón puestos en empaque y puestos en industria. No tienen sentido ni lógica alguna para poder mantener a nuestros jornaleros y mano de obra», declaró en uno de sus últimos mensajes públicos, un video que circuló como un grito de auxilio en redes sociales.

Una ejecución que silencia protestas en Tierra Caliente
El domingo 19 de octubre, Bravo viajaba de regreso desde Morelia hacia Apatzingán, donde planeaba reunirse con empacadoras para eliminar intermediarios que acaparaban ganancias. Pero en las afueras de la cabecera municipal, hombres armados lo interceptaron, lo retuvieron en la localidad de Cenobio Moreno y lo sometieron a horas de tormento. Su cadáver apareció al amanecer del lunes dentro de su camioneta Toyota Tacoma gris, abandonada en una brecha rumbo a Los Tepetates, cerca de la Presa del Rosario. Las primeras pericias de la Fiscalía General del Estado de Michoacán revelaron impactos de bala y evidencias de violencia extrema, un patrón que evoca el asesinato de su padre, Bernardo Bravo Valencia, precursor del gremio citrícola, ejecutado de manera similar años atrás.
La muerte de Bravo no es un hecho aislado en una región donde el limón, principal motor económico de Michoacán con exportaciones que superan las 800 mil toneladas anuales, se ha convertido en botín de guerra. Productores locales señalan directamente a Los Viagras, una facción de Cárteles Unidos, como los ejecutores, cumpliendo amenazas que flotaban desde hace meses. En septiembre, el grupo duplicó sus extorsiones, pasando de uno o dos pesos por kilo de fruta a tres o cuatro, un «derecho de piso» que obliga a contadores infiltrados a vigilar cada empaque. Aliados con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), estos criminales controlan rutas y huertas, paralizando la producción en paros masivos que Bravo mismo impulsó la semana previa, cuando agricultores vertieron toneladas de limón en las carreteras como protesta.
Alianzas criminales bajo la mira federal
La captura de ‘El Plátano’ llegó como un rayo en la tarde del lunes, resultado de un operativo conjunto entre la Secretaría de la Defensa Nacional, la Fiscalía michoacana, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, y el gobierno estatal. López Mendoza, originario de Aguililla y con operaciones centradas en Cenobio Moreno, fungía como jefe operativo de Los Blancos de Troya, una célula que actúa como brazo armado de Los Viagras y mantiene lazos con el CJNG. Bajo su mando, se coordinaban no solo los cobros forzosos a limoneros y aguacateros, sino también reclutamientos y ejecuciones selectivas, incluyendo el doble homicidio de agentes federales en 2024.
Esta detención se suma a una serie de golpes contra la red extorsionadora en 2025. En febrero, cayó Gerardo ‘N’, alias ‘La Silla’, líder de Los Blancos de Troya y yerno de César Arellano Sepúlveda, ‘El Botox’, el presunto capo máximo buscado por secuestro. Apenas en octubre, Jhon Mario ‘N’, ‘El Llanero’, otro operador de cuotas en Tierra Caliente, fue arrestado. Sin embargo, productores como Roberto Guzmán, de la Unión Agrícola Regional de Apatzingán, advierten que estas acciones, aunque bienvenidas, no bastan: «Nadie puede burlar los conteos de Los Viagras en los empaques, porque tienen a contadores que calculan cada peso».
La presidenta Claudia Sheinbaum, en su conferencia matutina del 21 de octubre, calificó el crimen como «muy triste y lamentable», extendiendo solidaridad a la familia de Bravo –incluyendo a su esposa, Amelí Gissel Navarro Lepe, presidenta del Tribunal Electoral estatal– y exigiendo justicia plena. «Es todo un tema su labor social», reflexionó, aludiendo a las manifestaciones que Bravo lideró contra el «coyotaje» y las presiones que, según senadores como Marko Cortés, involucran incluso al gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, de Morena, en acusaciones de complicidad pasiva.
Mientras el velorio de Bravo se realiza en privado en Morelia por razones de seguridad, y universidades locales suspenden desfiles cívicos en Apatzingán por temor a represalias, el Valle de Apatzingán se congela en duelo. El gobernador Ramírez prometió avances en la investigación, que ya explora cambios en la ruta de Bravo y posibles filtraciones. Pero en los campos, donde jornaleros esperan jornales que apenas cubren el pan, persiste la pregunta: ¿cuántos líderes más caerán antes de que el limón vuelva a oler a progreso y no a miedo?



