Cd. Juárez, Chih.- La indignación por el brutal homicidio del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, perpetrado el 1 de noviembre, cruzó fronteras estatales y detonó una manifestación masiva este lunes en el suroriente de esta frontera. Decenas de integrantes del grupo civil Ciudadanos Unidos tomaron las calles para clamar justicia y alertar que la violencia en México ha rebasado cualquier control gubernamental.
Convocada por el empresario Francisco Aguirre, líder del colectivo, la caminata pacífica inició en el supermercado sobre la avenida De las Torres y Ramón Rayón, avanzando con determinación hacia el bulevar Francisco Villarreal Torres y Paseo de la Victoria. Los manifestantes, con pancartas en alto que recordaban al edil michoacano como un servidor público dedicado, coreaban consignas que denunciaban la impunidad rampante y exigían respuestas inmediatas de las autoridades.
“Es inaceptable que alguien que trabajaba por su comunidad, que incluso suplicaba apoyo al Gobierno Federal, termine pagando con su vida de esta forma tan cruel”, espetó Aguirre durante el recorrido, capturando el sentir colectivo de frustración. El empresario no escatimó en advertencias: la inseguridad azota no solo a funcionarios, sino a activistas y ciudadanos comunes, convirtiendo el caso de Manzo en un espejo trágico de la crisis nacional.
En un tono que escaló la urgencia, Aguirre lanzó un llamado drástico: si las cosas no se componen de inmediato, la única salida será solicitar intervención del gobierno estadounidense para brindar la ayuda que México parece incapaz de ofrecer. Sus palabras resonaron entre los participantes, quienes insistieron en que la violencia desbordada demanda acciones concretas, no más promesas vacías.
La protesta, que transcurrió sin incidentes, subrayó el hartazgo ciudadano ante un clima de terror que se extiende por regiones enteras del país. Manzo, recordado por su lucha contra la delincuencia en Uruapan, se erige ahora como símbolo de los riesgos que enfrentan quienes intentan cambiar el rumbo en medio del caos. En Juárez, esta marcha no fue solo un homenaje, sino un grito de alerta: la impunidad sigue ganando terreno, y la sociedad civil no está dispuesta a permanecer en silencio.



