El afamado director procedente de Ohio, Steven Spielberg trae una cinta que sigue cierta tendencia de Lincoln (2012) y Puente de espías (2015). Al narrar historias muy estadounidenses, en la que sus personajes se debaten consigo mismos y con su contexto en términos morales e ideológicos. La defensa y construcción de los valores estadounidenses es un tema común en estas cintas. Escrita por la desconocida Liz Hannah y Josh Singer (Spotlight, 2015), The Post fue realizada en un corto periodo de nueve meses, justo en el camino de Ready Player One y con un presupuesto de 50 millones. Protagonizada, por Meryl Streep y Tom Hanks, musicalizada por John Williams (Star Wars: Episode VIII: The Last Jedi, 2017) y con fotografía de Janusz Kaminski (Saving Private Ryan, 1998). Distribuida por la 20th Century Fox y Universal Pictures.
La película es un drama histórico salseado con dosis de intenso suspenso. Aquí se relata la experiencia de Katherine Graham (Streep), la directora del diario The Washington Post y Ben Bradlee (Hanks), el editor ejecutivo del mismo. En 1971 estos personajes se enfrentan a un complicado dilema, de múltiples rostros para dicho periódico (el cual aún no se hacía del prestigio del que gozaría años más tarde), pues un analista militar llamado Daniel Ellsberg (Matthew Rhys) decide, después de encarar la realidad de la Guerra de Vietnam, filtrar a la prensa miles de páginas que revelan la enorme cortina de mentiras construida por el gobierno estadounidense durante cuatro administraciones (sin contar a Richard Nixon) respecto a su intervención en dicho conflicto, sus usos políticos, los motivos de su prolongación entre otros sucios secretos que implican directamente a la presidencia.
Dicha filtración llega primero a The New York Times, diario que después de publicar los primeros artículos escandalosos, se ve obligado a detenerse por una orden de la Corte bajo el argumento de preservar la seguridad de la nación debido al contenido «sensible» de los documentos filtrados. Unos días después The Washington Post se hace con una copia de los documentos, proporcionados por el mismo Ellsberg, y es entonces cuando su directora y su editor ejecutivo deben decidir si publicar o no.
Destaca mucho de esta cinta que en tan poco tiempo se lograra semejante nivel de producción, casting y postproducción. Y de la misma manera se nota también que no todo en ella está completamente terminado, pulido o planeado. Su dirección y fotografía hacen un trabajo maravilloso en sus tareas particulares. La primera se concentra en dar un retrato auténtico y poético del trabajo de la prensa análoga. Son una delicia, estas escenas de oficinas de redacción, imprentas, máquinas de escribir, conversaciones telefónicas y escurridizos pasantes haciendo méritos. La segunda, crea encuadres y movimientos de cámara emocionantes que logran a pulso construir (en lo visual) un filme de suspenso. La cámara hace cenitales, sigue a los personajes al caminar y no teme en darse el lujo de crear metáforas muy gráficas para hablar del empoderamiento femenino o para representar los contrapesos morales de los personajes. Sin duda la dirección y la fotografía se divirtieron harto.
El nivel de producción fue realizado con cuidado. Insertando aquí y allá material real de la época pero manteniendo intacta su naturaleza ficcional. Aunque algunas críticas vean en este un documental, sus intenciones claramente son la de dramatizar a la historia. Su guion es el que lo convierte en un drama aleccionador tirando al didactismo. En definitiva su gran falla es la manera en que los personajes cristalizan el problema. No es ningún secreto que Spielberg tiende al melodrama y en esta ocasión, no faltó casi nada de ello. Su guion es un vaivén entre diálogos, frases poderosas y discursos patrioteros que rayan en lo maniqueo.
Spielberg logra matizar a la prensa y a los periodistas. Graham y Bradlee escribieron y publicaron cuidando al mismo tiempo, sus relaciones con figuras de la administración de Nixon y anteriores. Sus amistades modelaron sus artículos, pero la Guerra de Vietnam les hace recordar el lugar de la prensa en la democracia y reconsiderando la publicación de los documentos así como sus amistades. La publicación de éstos últimos, comienza como una simple carrera con el TNYT sobre una primicia, que luego se convierte en una lucha hombro a hombro contra el gobierno opresor. No se deja de comentar el peso de la seguridad comprometida frente al de la libertad de expresión. El diario se encuentra en una pequeña crisis pues su solvencia económica se ha reducido y Graham se ve en la necesidad de cotizar a la compañía en la bolsa de valores, arriesgado su carácter autónomo-familiar con los riesgos de enemistarse con la Casa Blanca.
En la cinta, la problemática es así de ambivalente por lo menos hasta el último tercio, en que los personajes caen un didactismo tosco. La prensa es la buena y el gobierno el malo. Cualquier intento de matización o incluso humanización se deja a un lado. No culpo para nada a quien acuse a los protagonistas de acartonados en dado punto. Y sí, las actuaciones están a la altura pero sus diálogos dejan ver una ideología demasiado sencilla sobre el bien y el mal. ¿En verdad al TWP sólo le importaba defender la libertad de prensa con dichas publicaciones? Spielberg y el guion de Hannah sugieren que no, pero dicha sugerencia comienza a desdibujarse poco después de la segunda mitad. En esta cinta hay muchos momentos brillantes y otros muy torpes.
A pesar de tratar a su público como infantes, la cinta plantea con seguridad el discurso sobre la importancia y necesidad de una prensa que «sirva a los gobernados y no a los gobernantes». Por un lado, el valor de la cinta como entretenimiento es alto. Este director sabe cómo entretener y cómo ejecutar una puesta en escena, aunque su discurso sea meloso y poco elegante. Por otro, The Post es un filme histórico cargando de humor referencial a la época, los neófitos en el tema de la Guerra de Vietnam o de la Guerra Fría, así como los desconocedores de nombres como Richard Nixon o Henry Kissinger puede que les pase todo esto de noche. Ciertamente la cinta se esfuerza poco en establecer los elementos cruciales del contexto histórico, pero no hay que olvidar que, como se mencionó al principio, es una cinta hecha para Estados Unidos. Es recomendable aunque difícilmente sea la mejor lograda de las cintas históricas de este director.
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