(Primera parte)
El videojuego como industria ha evolucionado dando brincos en una rama del entretenimiento que deja y deja mucho. Se ha insertado en la cultura y forman parte de la identidad de muchos. Quienes reflexionan acerca de este medio dicen que se encuentra en su etapa adolescente, es decir, aún está construyendo su carácter y personalidad. Y parte de este proceso está en la definición de «videojuego», para muchos es una palabra que se queda muy corta para la diversidad que presenta esta industria. Estas experiencias interactivas llevan más de una década desbordando el vocablo llevando cabo experimentos y uno de los más polémicos, aspira a desarrollar una facultad narrativa similar a la del cine.
Mientras el videojuego decide o no continuar ese experimento, el cine ha volteado a ver a estas experiencias interactivas y traducir en sus términos las historias contadas en este medio. Estas adaptaciones cinematográficas cargan con el estigma de lograr sólo bodrios y tristes decepciones en el mejor de los casos, pero este estigma atañe también cuando se adaptan libros, programas de televisión, comics, obras de teatro, etcétera. En un principio reseñaría The Assassin’s Creed pero decidí tocar este tema por dos razones: es un pretexto para discutir el problema de las adaptaciones y para no hacer un berrinche de ochocientas palabras porque sí, la cinta es mala.
Siempre que escucho esos clichés que dicen «el libro es mejor», «me gustó más el cómic» o «en la película le cambiaron muchas cosas», me inquieto y me pregunto lo siguiente: ¿en qué se debe una adaptación al material original?, ¿en verdad le debe algo?, ¿no es injusto juzgar una adaptación únicamente desde la perspectiva de la obra en que se basa? Es evidente que las adaptaciones están en deuda, pero considero que cuando se hace una traslación no se puede ser absolutamente fiel, no porque los escritores o los artistas no tengan la capacidad sino porque cada medio, cada arte se expresa por caminos diferentes. Considero que una adaptación se debe sólo en espíritu y una prueba de ello es que aún las adaptaciones fieles no son necesariamente buenas.
Assassin´s Creed es una saga de videojuegos exitosa y querida, con una historia compleja que incluso tiene su propia mitología. La adaptación de la franquicia fue dirigida por Justin Kurzel y protagonizada por Michael Fassbender; aquí se crea un arco argumental propio en el que se rescatan elementos de varios títulos sin limitarse a ninguno en específico. La película refleja que se estudió la obra original con consciencia puesto que hay guiños, referencias, el conflicto principal persiste y la tónica de los videojuegos se conservó en el traslado. La cinta cumple como adaptación al apegarse al espíritu de los videojuegos pero viéndola como lo que es, una película de acción con toques de fantasía, es difícil no ver lo floja que es el ritmo y el guion en función de crear emociones y clímax. Las actuaciones son valiosas, pero son opacadas con montones de violencia que no llevan a ningún lado más allá del espectáculo de las coreografías y del parkour (elemento característico del gameplay en los videojuegos). Los diálogos dejan en claro la gravedad del eje de conflicto, el artefacto conocido como «El libre albedrío» pero nunca acaban de explicar porque debemos preocuparnos por dicho objeto como lo hacen todos los involucrados. No incluyen al espectador. Agregue un final más que anticlimático y que desentona bastante con toda esa violencia con tal de no olvidar ese espíritu solemne. La cinta es una adaptación, pero una olvidable película de acción.
Acudiré a otro ejemplo. La adaptación cinematográfica de Guerra Mundial Z dirigida por Marc Forster y protagonizada por Brad Pitt del libro de Max Brooks del mismo título resulta ser un caso de incongruencia al traslado. De hecho, hay pocas razones, más bien, pretextos para que la cinta se llame como el libro. La película se aleja del espíritu, de la presentación, del objetivo y del tono. ¿Es una mala adaptación? Me atrevo a decir que no es una adaptación, aunque esa haya sido la intención, sin embargo, como película de zombies cumple de forma decente pero sin sentirse para nada fresco al usar varios clichés y un desarrollo holliwoodense que satisface al espectador sin complicarse mucho la existencia.
El libro no puede ser mejor o la película peor porque usan medios muy distintos. Se dice que el cine está lleno de «limitantes» que la literatura no tiene. Sin embargo, no imagino una adaptación de Mad Max: Fury Road igual de impactante siendo una obra de teatro o un libro que logré transmitir el carácter de los personajes como lo hacen los actores en Petróleo Sangriento. Una novela no puede expresar por medio de la armonización de imágenes, audio y música. ¿Por qué empecinarse en la comparación entonces si los medios son tan diferentes? Cuando se juzga una adaptación cinematográfica, se debe partir de la cinta por sí misma porque la película fue construida apelando a sus recursos y «limitantes». ¿En verdad es tan sorprendente que en el traslado de la literatura al cine se omitan cosas, descripciones, personajes y sucesos?
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