El lunes México obtuvo un asiento entre los expertos del Consejo General de ONU-Mujeres. Una gran distinción para una mujer luchadora y una enorme responsabilidad para cualquier país preocupado por proteger y promover la equidad y empoderar a las mujeres. Magnífico, bienvenido.
El mismo dia una manifestación exigiendo justicia por el asesinato de una joven activista feminista en Cancun fue disuelta por la policía local a balazos, hiriendo a tres personas incluidas dos reporteras. Alarmante, ilustrativo.
El mismo dia la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión se dispuso a aprobar del presupuesto para 2021 la eliminación de 13 programas para la igualdad de género y rasuró insensiblemente los recursos para salud sexual y reproductiva, recortó 14 por ciento el programa de prevención de la violencia contra las mujeres y aplicó un duro revés (otro) al Programa de Apoyo a las Instancias de Mujeres en las Entidades Federativas. Tambien disminuyó los recursos para la prevención al embarazo adolescente. Revelador, caciquil.
Tres caras de la misma pirámide. Una hacia el mundo recubierta de credenciales calificadas, en otra reflejada la violencia y la ceguera social, y en la otra mostrando el crudo desdén de lópez, reflejado en presupuesto y prioridades.
Candil de la calle y tinieblas en casa, pues simula ante el mundo ser un gobierno interesado en la complicada situación de millones de mujeres mexicanas y en términos contantes y sonantes es todo lo contrario.
Pero no es sólo eso. Al igual que en el tema del calentamiento global, el monto presupuestal que aparece como destinado a «las mujeres» es una falsedad.
Lleva el nombre, pero no el contenido.
Le explico:
El gasto total del «Anexo 13» del presupuesto de egresos de la federación para 2021, que suma las erogaciones para trabajar en la paridad de género y contra la violencia hacia las mujeres, y que agrupa todos los programas que ejercen las dependencias federales para este fin, tendrá 128 mil 92 millones de pesos.
Suena muy, muy bien, pues representa un 19 por ciento de incremento respecto a 2020. Significa pasar del 1.7 por ciento del presupuesto a 2.3 por ciento.
Pero ni se entusiasme, es sólo un disfraz.
Tras él se esconde una trampa.
La misma que con el ramo del Calentamiento Global.
De ese 19 por ciento de aumento, el 92 por ciento está etiquetado a recursos asistenciales de la Secretaría del Bienestar, que incluyen a mujeres. Se sumaron ahí, arbitraria y chapuceramente las pensiones a las adultas mayores y las becas a estudiantes mujeres.
La bolsa más grande en términos de género se la lleva la Secretaría de Bienestar, con 71,800 millones de pesos (56% del total). Y de ese monto, 59,200 millones de pesos están destinados al programa de Pensión para el Bienestar de Personas Adultas.
Un dinerito cae bien, pero nunca será suficiente para la enorme complejidad del problema que implica uno de los mayores retos que el mundo moderno ha decidido asumir, encarar y gestionar.
Y que es obligación del Estado.
Esos programas no son para trabajar en la paridad de género y contra la violencia hacia las mujeres, son los programas asistenciales de lópez.
Además del 46 por ciento del presupuesto de igualdad destinado a adultos mayores, hay un 29 por ciento para agricultura, una buena parte para fertilizantes que se entregarán para promover granjas familiares, sin acciones que comprendan la lucha por la igualdad. Parecen destinadas a incrementar la carga de trabajo doméstico a las mujeres.
Otras líneas se destinan a vivienda y microcréditos para las familias afectadas por el covid-19 y también tienen la etiqueta «de género».
Y para becas juveniles se destina el 22 por ciento.
Es decir son subsidios, pero sin ninguna perspectiva de género. Son programas mixtos, indiferenciados, que no impactan en un cambio de perspectiva y que algunos ya estaban en el presupuesto de 2019 y 2020, pero como lo que realmente son: programas asistenciales de lópez.
En realidad para la transversalidad y asuntos diferenciados para las mujeres, habrá menos de 30 por ciento.
Es el porcentaje más bajo de los últimos 14 años.
En otras palabras, se quitó el dinero que debió dedicarse a la paridad de género y contra la violencia hacia las mujeres para llevarselo a la bolsa de los programas mixtos de lópez.
México buscó y logró un asiento en la ONU-Mujeres mientras paulatinamente el gobierno está desapareciendo los programas reales y efectivos para las mujeres.
Un terreno en el que se ve la diferencia con toda claridad es que la violencia contra las mujeres que se ha convertido en una emergencia nacional porque el gobierno no ha hecho nada al respecto, mantiene una impunidad de 96%.
Fue la impunidad en el asesinato y descuartizamiento de Alexis, la joven activista victimada, lo que provocó la protesta reprimida en Cancun. Al mismo momento se estaban realizando protestas y exigencias también en Playa del Carmen y en Chetumal.
Suena irónico que en una época en que la violencia doméstica contra las mujeres ha crecido exponencialmente en sintonía con el confinamiento debido a la pandemia, en lugar de aumentar, el presupuesto haya disminuido.
El Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) tendrá una reducción de 25 millones o 3 por ciento real, según datos de Fundar.
La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (Conavim) perderá 3 por ciento, lo que equivale a 11 millones de pesos.
El Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva tendrá una reducción de 25 por ciento, unos 603 millones de pesos.
El programa de Salud materna y sexual femenina se reducirá en 19 por ciento, lo que equivale a 489 millones de pesos.
¿Y las mujeres indígenas?
Ningún programa dedicado a ellas.
¿Y las mujeres reclusas?
Simplemente ignoradas.
Una agravante es que los programas asistencialistas no tienen reglas de operación y carecen en su totalidad de enfoque en aminorar las desigualdades de género.
También el programa Sembrando Vida fue agregado por primera vez al apartado de género, con más de 8,500 millones de pesos, siendo que 7 de cada 10 beneficiarios de estos programas son hombres.
Otro de los programas que reciben un porcentaje importantísimo del presupuesto 2021 y que abusivmente tiene la etiqueta “de género” es el de Jóvenes Construyendo el Futuro, incorporado en los recursos destinados para la Secretaría del Trabajo. En el proyecto de egresos este rubro captará casi Diez mil millones de pesos, y por supuesto tampoco es exclusivo para mujeres.
De ninguno de ellos se tiene el padrón preciso de población atendida o por atender.
En suma, la Secretaría del Bienestar asume para 2021 el 56 por ciento del anexo 13; en contraste, han reducido su participación dependencias como Salud y Educación Pública.
El rubro de diseño e instrumentación de la política pública en materia de igualdad entre mujeres y hombres, de prevención, atención, sanción y erradicación de las violencias contra las mujeres, tendrá un presupuesto total anual de 51 millones de pesos.
Es el equivalente a 4 veces el costo de la ceremonia del grito la noche del pasado 15 de septiembre en el zócalo, sin cena y sin público. Fue lo que reportó la presidencia.
La ONU declara:
ONU Mujeres es la organización de las Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Como defensora mundial de mujeres y niñas, ONU Mujeres fue establecida para acelerar el progreso que conllevará a mejorar las condiciones de vida de las mujeres y para responder a las necesidades que enfrentan en el mundo.
ONU Mujeres apoya a los Estados Miembros de las Naciones Unidas en el establecimiento de normas internacionales para lograr la igualdad de género y trabaja con los gobiernos y la sociedad civil en la creación de leyes, políticas, programas y servicios necesarios para garantizar que se implementen los estándares con eficacia y que redunden en verdadero beneficio de las mujeres y las niñas en todo el mundo.
¡Vaya lío!
En eso trabajará a nivel mundial la experta mexicana que ocupa desde ya el asiento en el Consejo General, pero no podrá hacerlo en México por carecer de presupuesto.
Pero si podría narrar y exhibir ante la comunidad de las naciones la osadía que practica el gobierno de su país en el desvergonzado vicio de la simulación presupuestal.