Tres son los factores que han llevado la crisis del agua de las presas de Chihuahua al nivel en donde está:
1.- La tozudez del presidente López inspirada por su cobardía y entreguismo a Trump.
2.- La administración desastrosa por parte de Conagua.
3.- El abuso de potentados de la región que se han valido de la corrupción para consumir, por décadas, volúmenes descomunales de agua.
Vamos por partes:
Sólo puede ser que invadido por el miedo y la cobardía López esté empecinado en pagar la deuda de agua con Estados Unidos antes del vencimiento, que es el 24 de octubre, y antes de las lluvias que cíclícamente suceden este y el próximo mes.
El error nos puede conducir, incluso, a pagar dos veces.
De no ser por este afán anticipatorio por parte de López la crisis simplemente no se hubiera desatado.
Nada se pierde con esperar y mucho se abona al conflicto social y político con la prisa por mostrarle sumisión a Trump.
De hecho los texanos ya recibieron el impacto del huracán Hanna y el chorrito que les llegue de Chihuahua es comparativamente minúsculo y hasta ridículo.
Más aún, se corre el riesgo de gastar el agua de las presas de Chihuahua y que con las lluvias de agosto, septiembre y tres semanas de octubre escurra presas abajo el caudal suficiente para cubrir el pago, que en tal caso se haría doblemente.
Desde siempre se ha pagado la cuota del Tratado con esos escurrimientos de agosto y septiembre sin extraer el líquido de las presas agrícolas.
Pagar doble sería un desperdicio criminal, producto del tapaojos de quien desprecia usar el tapabocas.
El segundo factor, la desastrosa administración por parte de Conagua, incluye saquéo de grandes volúmenes que se extrajeron de las presas La Boquilla, Las Virgenes y El Granero pero que no se aplicaron a la deuda.
Los agricultores calculan que fueron 900 millones de metros cúbicos, más que suficientes para haber saldado el actual adeudo con Estados Unidos.
Al 17 de julio, según el capítulo norteamericano de la Comisión Internacional de Límites y Aguas, CILA, el adeudo era de 514.2 millones de metros cúbicos.
La capacidad de alamacenamiento de Las Virgenes es de 425 millones de metros cúbicos. Actualmente su nivel está a menos de la mitad.
En lo que va del gobierno de López Conagua ha mantenido en el hermetismo los datos, tanto de la extracción como de su destino, como parte de una política sistemática de soberbia y falsedad.
Pocas personas ajenas al tema saben que no existe un mecanismo tecnológico que mida los flujos extraídos y abonados por parte del gobierno mexicano. Simplemente no existe.
Obviamente es un faltante intencional.
El resultado es que los números nunca cuadran.
Agréguele usted que la actitud de los y las funcionarias de Conagua ha sido a lo largo del actual conflicto de soberbia y prepotencia. Sin cesár.
El pasado martes 28 Conagua abrió las compuertas de Las Vírgenes y extráe agua a razón de 12 metros cúbicos por segundo.
Ese día, según Conagua, la presa almacenaba 202 millones de metros cúbicos y el sábado el nivel había bajado a 194, extrayéndole 8 millones de metros, un 2% del volumen total.
Es decir, ni exprimiéndole hasta la última gota se alcanzaría a pagar la mitad del adeudo. Pero La Boquilla tenía hasta el sábado 1,130 millones, por lo que ya sabemos cuál es el verdadero objetivo de Conagua.
Según el diputado federal Mario Mata, activista al lado de los agricultores, para concluir el próximo ciclo se requieren 1,082 millones de metros cúbicos de la concesión, más 100 millones para las Unidades de Riego.
Debe considerarse que del «volumen total almacenado» no todo es agua. Hay que restar el ensolve que las presas han acumulado a lo largo de 71 años de Las Virgenes y 104 de La Boquilla.
Quizá lo más grave es que debido a las altas temperaturas no llegará a Texas ni la mitad de lo extraído, pues se evaporará y filtrará en el trayecto, bajo el sol canicular.
Lo cierto es que el agua no alcanza para pagar y asegurar el próximo ciclo, como miente lópez.
Respecto al factor 3, significa la corrupción y el uso abusivo del agua un elmento que implica una cada vez mayor complicación.
Desde que se construyó la presa Las Vírgenes en 1949 el reparto y la administración del agua han estado empapados de corrupción.
Desde las más altas autoridades federales en la materia hasta los canaleros -los empleados de más bajo rango que abren y cierran los canales- obtenían dinero a cambio de entregar a ciertos agricultores mayores cantidades que las legalmente debidas.
En un inicio, cuando se creo el sistema de Riego 05, se aplicaron políticas estrictas, principalmente en la restricción de los cultivos.
Todo sabemos que el escudo del municipio de Delicias incluye un capullo de algodón y una vid. Eran los cultivos insignia. El gobierno entregó entonces a los agricultores semilla y cepas de ambos, por ser de alto rendimiento con volúmenes medianos de agua.
Entonces el algodón trajo riqueza y prosperidad a la región y las uvas dieron vida a una industria emblemática, que produjo vino y brandy. Algunos muy buenos.
Pero en la década de los 80s, el precio del algodón se desplomó y su cultivo dejó de ser rentable. Actualmente el algodón ha recuperado valor y la prueba es que agricultores menonitas han abierto enormes superficies para su cultivo entre los municipios de Chihuahua y Villa Ahumada, por supuesto con excelentes utilidades.
También la uva cayó de la gracia de los agricultores del distrito 05 el siglo pasado. Se les echaba a perder por no industrializarla y la abandonaron. Pero igual que el algodón, el cultivo de la uva ha renacido y dado vida a jóvenes empresas vitivinícolas.
Sin embargo los agricultores cambiaron desde hace décadas a dos cultivos de altísimo consumo de agua: la alfalfa y los nogales.
Cálculos de la UACH indican que para producir una nuez en el desierto chihuahuense se requieren mil 200 litros de agua. Un huerto de nogales consume al año una cantidad aproximada de 2 metros de altura de agua multiplicados por su superficie.
Y la alfalfa consume más. Alrededor de 3 metros de altura en un año.
Pero no hablamos sólo de los cultivos de gasto desmedido, sino también de la apertura excesiva de tierras violando las concesiones y los límites.
Hasta 1992 la corrupción la «administraban» funcionarios del gobierno. Pero en ese año Carlos Salinas modificó el régimen de tenencia de la tierra. Todas las tierras del distrito estaban bajo el regimen de colonias, ideado por Alvaro Obregon. No eran ejido ni privadas. Salinas les dió status de propiedad privada y, además, dejó la administración del agua en manos de los agricultores.
La corrupción se incrementó.
La Asociación Civil de Usuarios hasta entonces con facultades muy limitadas, meramente de Consulta, se convirtió en Unión de Usuarios y en la nueva administradora del agua, bajo el liderazgo de los ricos de Delicias que la distribuyén desde entonces prácticamente a su antojo y conveniencia.
Un momento histórico memorable es cuando se decidió encementar el canal principal como un método eficiente para evitar desperdicio. Efectivamente, el canal se encementó, pero también se amplió a 4 metros, para extraer más agua.
Aun queda un recuerdo de cómo era el ancho original. Se puede apreciar en Estación Conchos, en Saucillo, donde confluye con la carrretera libre que se construyó en 1945.
La mejora en el flujo del agua sirvió también para duplicar la corrupción.
Hasta antes de la sequía que azotó de 1990 al 2000 se podían sembrar dos cultivos al año, uno era el trigo. Así se hizo desde 1936.
Se abrían las compuertas el 15 de enero y para el 15 de junio cosechaban e iniciaba el segundo cultivo.
A partir del 2000 ya no se pudieron hacer 2 cultivos. Las compuertas para riego se abren a partir del 15 de marzo.
La decisión fue enmascarada por razones del cambio climático, pero ocultó el uso desmedido al igual que la apertura de nuevas tierras al cultivo, por parte de poderosos beneficiarios.
Así se han abierto nuevas unidades que ya llegan a San Diego de Alcalá.
Un ejemplo histórico fue el del ingeniero Mario Colokuris, un agricultor y sempiterno funcionario federal que de extensos lomeríos hizo tierras planas en Barranco Blanco y Potrero del Llano.
Como ese hay otros muchos ejemplos de personajes adinerados que realizan explotaciones ilegales.
Entre los agricultores originales hay algunos que poseen 5 hectáreas y en las nuevas tierras abiertas hay quienes poseen 100, 200, 300 y hasta 800 hectáreas. Tienen cultivos perennes como nogales, y también alfalfa… y agua suficiente.
Coincidentemente, los dueños de esas tierras han sido administradores del agua del distrito.
Hoy, cientos siembran alfalfa, que tiene buen mercado, pues se la venden a la lechería Zaragoza, a la familia Luján, a la señora Sandoval y a otros estableros, o la llevan a Torreón.
Por más que llueva, el agua de la presa Las Vírgenes cuando se llena se acaba muy pronto.
Los huertos nogaleros se han extendido a lo largo del Conchos prácticamente hasta Ojinaga y se riegan mediante «popotes» o tuberías que operan por bombéo. Es agua robada.
Nadie duda que hacer producir al desierto es una proeza digna de aplauso.
Pero tampoco se duda que el uso del agua debe ser ante todo responsable, y por supuesto legal.
Otro elemento que multiplicó la corrupción fue una decisión de 1990. Se desvincularon entonces la propiedad de la tierra de la concesión del agua. Así, los agricultores podían vender sus derechos de agua, sin necesariamente vender la tierra. Muchos lo hicieron, a sabiendas de que mediante la corrupción podían contar y cuentan con agua para regar, sin tener concesión.
Más allá, actualmente existen grandes extensiones agrícolas que no cuentan con ningún tipo de permiso o autorización.
Gracias a la corrupción se han amasado grandes fortunas y los conocedores de la región no dudan que en el actual conflicto, que tiene mucho de razón y defensa válida, se escondan quienes quieren distraer la atención para que no se fije en sus ilegalidades.
Esos privilegios deben ser abatidos.
Pero poner orden se complica ante la cerrazón del gobierno de López que se empecina en pagar antes del vencimiento y en culpar a actores políticos, contaminando la problemática de fondo.
Menos sumisión excesiva de López para con Trump, menos soberbia de Conagua ante los agricultores, y más empeño en desmantelar la corrupción destrabarían el conflicto que ha sacudido al estado y pudiera escalar la violencia.