Una información enviada por la Secretaría de Hacienda al Congreso de la Unión encendió luces de alarma, pues registra un gasto inusitado en Pemex cometido en el segundo trimestre del año por la administración de lópez.
El gato escondido pretendió pasar desapercibido mientras se distráe al país con los videos solicitados por lópez a la fiscalía.
De inmediato corrió el reguero de que tiene todas las trazas de esconder, o pretender solapar un desvío de las arcas de la vapuleada empresa «productiva» del estado.
El informe consigna que la petrolera mexicana pagó de abril a junio un «bono» por 9 mil 467 millones de pesos a empleados que acudieron puntualmente a sus labores.
Sí, leyó usted bien: 9 mil 467 millones de pesos por llegar a trabajar a tiempo, precisamente en un trimestre en el que la mayor parte del personal no acudió a laborar.
Un tipo de saquéo de estos no lo tuvo Pemex ni en tiempos de «el señor Lozoya», como le dice lópez, «con todo respeto».
Fue el segundo de este año un trimestre en el que Pemex notificó al mundo via la Securities and Exchange Commission (SEC) radicada en Washington que no tendría personal ocupado ni para sacar adelante su contabilidad interna.
http://www.omnia.com.mx/noticia/150772/la-pre-acta-de-defuncion-de-pemex
La cifra reportada al congreso es absolutamente desproporcionada.
En el mismo trimestre del año pasado el gasto total por el mismo concepto fue de 473.7 millones de pesos, una vigésima parte.
Esto significa que de abril a junio de este año la «prestación» se habría incrementado aproximadamente 2 mil veces.
Mil 999.8 por ciento, ni más ni menos.
Échate ese trompo a la uña.
Es equivalente a lo que Pemex erogó por el mismo concepto en los 18 trimestres previos, sin pandemia.
Al cierre de 2019 Pemex tenía una planta laboral de poco más de 125 mil empleados.
Si fuera cierto que se entregaron 9 mil 467 millones de pesos a tooodo el personal porque en el segundo trimestre todos hubieran llegado puntualmente a la chamba, les hubieran tocado en promedio 75 mil 740 pesos por cabeza, más su sueldo y prestaciones habituales.
Eso es promedio. Una pizcacha de más de 25 mil pesos extras por mes, sin hacer nada, salvó «llegar temprano» cuando no tenías que ir ni fuiste.
¿Qué tal?
Hablé ayer con seis empleados de Pemex de distintas jerarquías que son personas conocidas y algunos, amigos. Tres me dijeron que no se habían aplicado los criterios de premiación de puntualidad durante la suspensión de labores. Dos sí recibieron bonos porque acudieron a laborar presencialmente, pero uno lo logró sólo en 5 de 62 dias laborales, y el último nunca ha tenido esa prestación por su condición laboral de no sindicalizado.
Quien más me llamó la atención fue el que llegó tarde 57 ocasiones, pero lo premiaron por las 5 veces que sí llegó a tiempo.
Pareciera que llegar tarde es una costumbre entre el personal de Pemex que no tiene penalidad ninguna.
Fue en ese trimestre, de abril a junio, precisamente cuando el mundo vió con asombro el desplome de los precios del petróleo a menos cero, las ventas nacionales de Pemex cayeron 61% y las ventas por exportación de crudo cayeron 72 por ciento, según sus cifras oficiales.
Un trimestre sin precedente en la historia de Pemex.
En el primer semestre de 2020 el Pémex de lópez tuvo una pérdida de 606 mil millones de pesos, la mayor de toda su historia.
Fue ni más ni menos el momento menos adecuado para estar pagando cantidades estratosféricas por una prestación de esa naturaleza.
Ni modo que haya sido «por descuido»
Además, en abril por instrucciones de lópez se hizo firmar a todos los empleados de jefe de departamento para arriba una carta en la que aceptaban «voluntariamente» reducir sus salarios en un 25 por ciento.
La instrucción lopista era exprimir a los empleados, no premiarlos, menos por cumplir con lo que es una obligación.
Desde principios del trimestre la empresa aplicó severos recortes en prácticamente todas las áreas. Se canceló la renta de plataformas de explotación y perforación, se suspendieron pagos a proveedores y trabajos de campo, mientras la empresa se declaró en «condición imprevisible» ante las entidades financieras internacionales.
Por si fuera poco, un 52 por ciento del personal no acudió a laborar ni se le encargaron tareas desde casa. Los directivos no fueron capaces de organizar un plan de productividad a distancia.
El otrora poderoso sindicato, bocabajeado desde la «renuncia» obligada de Carlos Romero Deschamps el 16 de octubre de 2019, anunció su disposición de «coolaborar con la empresa y con el gobierno» para enfrentar la inusitada condición provocada por la pandemia y la crisis mundial de los precios del crudo.
El sindicatro estaba de pechito para lo que lópez ordenara.
Precisamente unas semanas antes de iniciado el segundo trimestre del año, a principios de marzo, lópez calculaba la posibilidad de deshacerse del sindicato petrolero para dar un respiro a las calamitosas finanzas de la empresa.
Seguramente aun lo piensa.
En fin que ya legalmente está acabado el sindicato desde que Peña sacó adelante la Reforma Energética y se sacudió de paso al zanganismo de Romero Deschamps.
Pero se le atravezó a lópez la pandemia y la intención se le quedó atorada.
Cualquier cosa pasaba por las mentes de lópez, de su secretario de hacienda y del director de Pemex, menos erogar 9 mil 473 millones de pesos en «bonos de puntualidad».
No hay manera de que alguien avale esos números.
Lo cierto es que la cifra ya se pagó, aunque no se sabe a quién.
Es decir, el dinero ya salió de las arcas de Pemex.
Aunque los legisladores no han dicho ni pío, la pregunta es inevitable:
¿Dónde quedó ese dinero?
¿A dónde se desvió y con qué propósitos?
Es algo que lópez debe explicar a la nación, porque de ninguna manera nos podemos tragar el erizo.
Que lo escúlquen.
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