Hace unos días caminaba al Centro Municipal de las Artes, el cual por cierto está seriamente deteriorado, pero esa es otra historia, para otra ocasión, y observé con mucha tristeza lo feo que luce el centro histórico y lo mal que huele, cuando se supone que no hace ni tres años que lo “remodelaron”.
Los trabajos que se realizaron más recientemente, es necesario decirlo, acabaron por desdibujar y restarle personalidad a un lugar que ya de por sí carecía de sitios atractivos. Nuestro centro no es el de la capital mexicana, o como el de la capital del estado, no es como el de un pueblito de esos que llaman “mágicos”, por su belleza y encanto, en donde pintar las fachadas y uniformarlas de un solo color le da armonía al conjunto arquitectónico.
Ciudad Juárez es única en el mundo, surgimos del desierto y por siglos hemos combatido las inclemencias del clima, superado un entorno agreste, nos hemos sobrepuesto al olvido y la distancia de todo.
Por qué entonces replicar en Juárez “soluciones” a problemas diferentes. Si ya de por sí, es triste ver sin personalidad al centro, es más desconsolador ver que los trabajos se hicieron a la carrera, con malos materiales, sin un plan específico y bien concebido. Se ve más bien una recolección de materiales y sobrantes puestos al “ahí se va”, como se ha venido evidenciando desde un inicio, con el deterioro de las obras, mas por una mala ejecución que por mal trato de los juarenses.
Cosa que por otro lado, no nos excluye a nosotros de nuestra responsabilidad de cuidar lo que tenemos, que bonito o feo, pero es nuestro.
Si ya de por si las obras de remodelación son feas, pues peor se ve que el centro esté sucio, repleto de basura y lleno de “aguas” estancadas y mal olientes. Y no es sólo responsabilidad de los transeúntes que por comodidad tiran al piso la envoltura de las papitas y el bote del agua a falta de botes de basura; está también el abandono en que los locatarios tienen a su pedazo de banqueta, si todos recogieran sus escasos metros cuadrados y le pasaran un cepillito con cloro, el centro sería un lugar, ya no digamos agradable, pero sí algo menos feo y apestoso.
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