Planeado y anunciado a principios del gobierno de Enrique Peña Nieto, como una de las obras federales para el sexenio, el puente de la Vicente Guerrero ya esperó 12 años y puede esperar un poco más. Si se consuma el plan de construirlo elevado, será un error más en la zona que es el corazón de la ciudad.
Muchas han sido las puntadas con poco seso que han ido degradando al Centro Histórico de Ciudad Juárez desde hace por lo menos 50 años, desde los “arcos de Lezama”, que trataban de dar un falso aspecto colonial mexicano a la castigada zona.
Eleno “El Bueno” Villalba, quien había ocupado la Secretaría de Desarrollo Urbano, atentó sin el menor sentido común y cariño por nuestra ciudad contra nuestro Centro Histórico. Este caso me parece especialmente grave, porque llegó a tener en sus manos precisamente la aplicación de la normatividad para el desarrollo urbano de nuestra ciudad.
Durante su gestión como encargado “de la recuperación del Centro Histórico”, se perdió la oportunidad de reconstruir el edificio que, en la guerra de intervención, cobijó al presidente Benito Juárez y fue sede del gobierno de la república. Antes de la catastrófica actuación de Villalba, aún había por lo menos 40 metros cuadrados del muro original del edificio que fue casa del Benemérito y virtual “palacio nacional” o mejor dicho sede de la presidencia de la República.
Habíamos comentado en esta columna que nuestro centro solo es superado en fealdad por el de Torreón y los esfuerzos que se han realizado para su recuperación no han tenido continuidad. Aquí debemos reconocer el gran esfuerzo que hizo siendo alcalde Ramón Galindo, a finales de los noventa del siglo pasado; era un paseo familiar simplemente ir al centro y verlo iluminado de noche. No hace mucho, aún está en el horizonte de la memoria de muchos juarenses. Lamentablemente no se dio continuidad al esfuerzo.
El tren tiene prioridad
Recuerdo cuando el fotógrafo Héctor Oaxaca me dijo que las vías nunca iban a ser removidas del centro y recordó una tragedia ocurrida allá por 1962, cuando dos hermanitos pequeños quedaron atorados por sus pies en la vía y el ferrocarril los arrolló y mató. Recordaba Oaxaca que la indignación era tanta, que hubo una manifestación exigiendo el retiro de las vías de más de 50 mil personas. La frontera andaría en los 250 mil habitantes; doy el dato solo para dejar claro que fue la manifestación más grande que se haya dado en la ciudad, es como si hoy se tuviera una manifestación de 400 mil personas. Para dimensionarlo, el Zócalo, en la capital del país, dígase lo que se diga, se llena a reventar con poco menos de 200 mil.
Contaba Oaxaca que él ahí quedó convencido de que las vías no se moverían nunca. La impresión del bien recordado Oaxaquita me llegó a la memoria cuando hace 12 años el gobierno federal anunció su plan de obras para el sexenio y venían tres puentes en la zona centro, dos de los cuales ya se han construido: el subterráneo de la avenida 16 de Septiembre y el que queda atrás de la Unidad Administrativa Municipal, muy pegado al río.
Pedir quitar las vías no es alcanzable, por lo menos no en el mediano plazo, pero gestionar que no se atente contra nuestro patrimonio histórico y cultural es totalmente alcanzable. Si el puente se ha pospuesto 12 años, meses más o un año más no es problema y así, logrando que sea subterráneo, salvaguardaremos algunos de los sitios históricos más importantes de la ciudad: la ex Aduana, el Monumento a Benito Juárez, la garita de metales. De hecho, es salvar al centro, porque este puente elevado lo acabaría.
Hay personas que están pidiendo una consulta al Instituto Estatal Electoral, para que se haga una consulta pública… ¡Apoyemos!