En nuestro país cunde el pánico ante el escenario poco halagüeño ante la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y la posible implementación de sus políticas antimexicanas, como son la repatriación de miles de inmigrantes a nuestro territorio y la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
EL TLC firmado en 1992, vigente desde 1994 ha convertido a Estados Unidos en nuestro principal socio comercial y su posible desaparición pondría en serias dificultades a nuestro país y todo por la dependencia económica que hemos desarrollado en estos últimos 23 años, mismos en que hemos descuidado nuestro mercado interno.
Para darnos una magnitud exacta del problema, la de nuestra dependencia económica, habría que ponerlo en números: El que Estados Unidos sea nuestro principal socio comercial significa que el 80 por ciento del comercio se da con nuestro vecino del norte, lo que equivale a una tercera parte de su PIB, tan sólo el año pasado México y Estados Unidos intercambiaron comercialmente alrededor de 582.6 mil millones de dólares (entre bienes y servicios). Otro dato es, que el 60.6 por ciento de la producción automotriz, se exporta a los Estados Unidos.
En el país hay 6 mil 156 empresas maquiladoras, las cuales su producción, en su mayoría tiene como destino nuestro vecino del norte.
Este intercambio comercial genera 2.7 millones de empleos directos y 7.5 millones de empleos indirectos, los cuales están en riesgo si México sale del Tratado. La pérdida de estos empleos en México, tomaría 10 años para recuperarlos.
De este tamaño es nuestra dependencia económica.
Ya en 2008, con la crisis económica generada en Estados Unidos por la burbuja inmobiliaria y las «hipotecas basura», que arrastró a todo el mundo; algunos analistas veían con preocupación, tomando en cuenta las pérdidas en nuestra economía, la dimensión del problema. En aquella ocasión se perdieron sólo en 2008 1 millón 900 mil trabajos, más 390 mil que se sumaron 2009. Nuestra moneda sufrió una depreciación del 50 por ciento y el PIB sufrió una contracción del 8 por ciento. Ello, sin contar los 10 millones de personas que se sumaron a las filas de la pobreza entre 2006 y 2009.
Para aquel entonces analistas y economistas apuraban a fortalecer el débil y rezagado el mercado interno y a tomar una serie de medidas que permitieran a nuestro país estar mejor preparados para una situación similar en el futuro, pero nada se hizo.
Quizá esta sea la oportunidad que nos permita fortalecer nuestro mercado y generar crecimiento económico para México.
Después de todo, las crisis traen oportunidades. Tomemos esas oportunidades.
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