Una maestra de baile, que trabajaba en el programa que FEMAP lleva a cabo en 12 escuelas de las colonias más marginadas de Juárez, en las que cada año ha impartido esa disciplina a medio millar de niño y niñas, me comentó con gran preocupación del comportamiento de un niño cuyos padres había sido asesinado a ráfagas de AK-47.
Dijo, externando dudas de utilizar la palabra:
—No sé si sea correcto decir sociópata—se refería a un niño de 11 ó 12.
Luego ahondó un poco en la historia del alumno que todos los días agredía y de manera muy violenta a otros compañeros:
—Tiene mucho coraje, sólo se queda callado, cuando se le reprende; vive con los abuelos, quienes no pueden hacer nada para enmendarlo. No se que hacer…y así hay más.
Eran los años posteriores a la declaración de “guerra” de Felipe Calderón al narcotráfico, que de muchas maneras aún se vive en el país y por supuesto la frontera.
En 2007 había 8.12 asesinatos por cada 100 mil habitantes en todo México. Con la llegada de los soldados en abril de 2008 la sangre anegó las calles de Ciudad Juárez, fueron años violentos cuando el ruido más estruendoso era el de los “cuernos de chivo”. En 2010 hubo oficialmente 3 mil 111 muertos en esta frontera; 234 por cada 100 mil habitantes, nos convertimos en la ciudad más violenta del mundo, en ese mismo año en Afganistán, país en guerra 2 mil 421 combatientes caídos en el frente de batalla.
Esos más de tres mil muertos y los otros miles de los años anteriores dejaron miles de huérfanos, viudas, viudos; se perdieron miles de amigos, miles de hijos, hijas, hermanos, hermanas…en fin, solo en el sexenio de Calderón fueron más de 10 mil muertos en Juárez, que era el epicentro de la violencia en el Estado y Chihuahua era el epicentro de los muertos en el país.
Nunca hubo de ninguno de los tres niveles de gobierno un programa para acompañar a las víctimas, no hubo acompañamiento sicológico ni terapia ni nada para atender a la secuela de víctimas familiares de los miles de asesinados.
Fábrica de sicarios
El Fiscal Zona Norte Zona Norte Jesús Manuel Carrasco Chacón, está enfrentando que muchos de esos huérfanos de todo, que tenían 10 ó 12 años, hoy están en sus primeros veintes se convierten en sicarios ante la falta de otros caminos en la vida. El Fiscal ve que “pareciera una fábrica de sicarios, es lo que mencioné y en realidad así lo parece, sacas a 184 de la calle y fácilmente los reemplazaron las células delictivas que operan en las diferentes colonias de la ciudad”.
Se arma la escandalera, una que no se armó para pedir que esos huérfanos fueran atendidos y no dejarlos a la mano de Dios.
Carrasco tiene un diagnóstico: “encontramos que hay un caldo de cultivo muy interesante aquí en Ciudad Juárez, que ha venido viviendo una sinergia de violencia de muchos años, en la que estamos analizando, por ejemplo, el número de niños que se han quedado sin padre o sin madre o que cuyos padres pudieran estar en prisión. Estamos analizando todos esos números de adolescentes infractores para entender la sinergia que vive Juárez; ya que pareciera, sin afán de ofender, una fábrica de sicarios». según lo dijo al corresponsal de Excélsior, sin embargo lo dice al disculparse de sus declaraciones anteriores.
Hubo quienes se ofendieron por llamar a Juárez fábrica de sicarios, no debe haber lugar a ofensa, tal vez ya sea tarde para miles de jóvenes, pero lo muertos siguen, las viudas y huérfanos se acumulan, en lugar de enojo por lo que vemos en el espejo, hagamos algo por enmendarlo. Carrasco no faltó a la verdad ni insultó a nadie, simplemente está enfrentando una realidad que muchos no quieren ver y las autoridades de los tres niveles de gobierno no enfrentan.