•Por Guillermo Gallardo director de Índice, conocí a don Saúl como rector de la todavía no «autónoma» Universidad de Chihuahua •Demostró madurez cívica, grandeza política, honestidad intelectual al continuar y concluir el trabajo gubernamental de Ornelas •Él estaba convencido de que principios y postulados de la Revolución Mexicana eran base y sustento institucional para México
Distaba mucho tiempo, años diría yo, para que a Saúl González Herrera le llegara el turno de ser gobernador, sustituto pero gobernador al fin, de su querido estado de Chihuahua.
El dueño y director del aguerrido periódico Índice viajaba mucho por toda la entidad chihuahuense y al Distrito Federal promoviendo, vendiendo, estableciendo sitios de distribución que funcionaban excelentemente como el de la Torre de Papel al lado del Club de Periodistas de México, y esa vez regresó de Juárez con el comentario principal de que había estado en la junta mensual de la Unión de Profesionistas e Intelectuales que le pidieron, sostenía Gallardo Astorga, que Índice apoyara la consecución de cursos universitarios, posibles extensiones, algo, algo, para Juárez de parte de la Universidad de Chihuahua.
Me dijo Gallardo Astorga: «Vamos para que usted como juarense le pregunte al Rector si tienen proyectos al respecto en favor de la educación superior en aquella frontera». Y me llevó en su auto Chevrolet 55 hasta la explanada donde estaba la Rectoría, edificio que más tarde fue la Biblioteca Central y ahora en 2017, no sé qué funciones albergue.
Me anunció una secretaria a la que di tan sólo mis apellidos.
– ¿Cómo te apellidas?–, me preguntó don Saúl cuando ya estaba frente a su escritorio. «Ah sí. He leído tu nombre en algunos temas que te han publicado en Índice con el licenciado Guillermo Gallardo. Sí, sí.
Y luego: «Mira: sobre tu pregunta debes saber que el Consejo Universitario por voz de Gilberto Velarde, Eduardo Campos y Oscar Ornelas Kuchle sugirió ya la formación de una comisión universitaria para estudiar con seriedad y detenimiento ese asunto».
Agregó: «El propio Consejo aprobó por unanimidad turnar el caso para su estudio a una Comisión que forman Oscar Ornelas, director de la escuela de Derecho; Jesús Roberto Durán, director de Ingeniería; doctor Manuel Vargas Curiel, director de la Preparatoria; Joaquín Remolina, representante catedrático de Medicina, y los estudiantes Armando Reta Villalobos y Enrique Aguilar Pérez por Medicina y Derecho, respectivamente».
–Hasta allí lo que te puedo decir de lo que querías saber joven… joven… ¿Cómo? Ah sí González Raizola, González Raizola».
Ya en Índice me ordena Gallardo Astorga: «Escríbalo para que lo vean en Juárez en el siguiente número de Índice, Escríbalo».
A los pocos días se recibió en Índice una extensa carta, en papel con membrete de la Unión de Intelectuales y Profesionista de Ciudad Juárez en que agradecían lo publicado.
Firmaban el abogado Adolfo Chávez Calderón, contador José María Mercado, los profesores Armando B. Chávez y José Mateos Torres, señora Gracia Pasquel de Chávez Calderón, doña Lolita Cenizales Urrutia, abogado Roberto Castillo López y otras personas, todas importantes en su afán por prestigiar a Juárez, todos sostenedores del famoso Ateneo Fronterizo, todos anhelantes de contar con algo universitario en la frontera. Lo que lograron después.
Años más adelante. Yo mismo impresionado y agradecido, me dije un día: ¡Qué memoria! Don Saúl me vio sólo aquella vez en que era Rector pero después, si por casualidad lo veía en algún acto público o lo encontraba en la calle, su saludo invariable era: «Quiubo González Raizola».
En enero de 1963 ya era Secretario general del gobernador, don Práxedes Giner Durán, Entraba él a Palacio por la Calle Aldama y yo salía y que lo veo y que me ve y expresa su «Quiubo González Raizola» «Ahora estoy aquí arriba», aludiendo al segundo piso donde estaba y está la secretaría General.
Otra vez pasan los años y alentado por aquel amable trato personal de un señorón tan importante para un reporterillo intrascendente, el día 20 de septiembre de1985 me atreví a decidir subirá felicitarlo por su ascenso a Gobernador, sustituto, pero Gobernador al fin, y cuando vi que ya había muy poca gente quise entrar al Salón Rojo pero Luis Ochoa Minjares, ya vocero oficial de don Saúl como lo había sido en Profortarah, me dijo que no era momento para reporteros.
Humillado di la media vuelta y me encaminaba hacia el corredor para alejarme cuando se oyó la voz, cuando oí la voz muy conocida con el:
–Quiubo González Raizola. ¿Por qué te vas?
Regresé tres pasos para saludarlo, ante la mirada de desagrado de Ochoa Minjares, al que seguramente molestó mucho más aquello otro que me dijo don Saúl:
–Ahora estoy de este otro lado González Raizola para cuando quieras verme. Cuando quieras–. (Se refería a que ahora estaba del lado donde está la oficina del Jefe del Ejecutivo de Chihuahua).
Dos que tres veces me recibió sin necesidad de Ochoa Minjares.
Una, cuando me ordenó Gallardo preguntarle sin continuaría las obras y los trabajos emprendidos por el gobernador Oscar Ornelas.
–Es mu lesivo para el interés colectivo falta de continuidad en el quehacer administrativo, dejar una obra inconclusa es un despilfarro muy atentatorio contra la sociedad y sólo la carencia absoluta, pero absoluta de medio económicos podía justificar la suspensión. En otros términos una obra se convierte en prioritaria por el hecho de estar iniciada–. Puntualizó el Gobernador sustituto.
Hablando a posteriori, sobre el tema me especificó Enrique Aguilar Pérez:
–El relevo del gobernador Ornelas por el licenciado González Herrera significó transición y continuidad de lo positivo. No la ruptura que, al tratar de hacer de cada etapa punto de partida, y negar su antecedente, provoca en realidad retroceso, daño social y daño político.
En otra ocasión me habló de su resistencia a «concebir el ejercicio del poder como capricho, como ocurrencia, como prepotencia o como imposición coactiva de los lineamientos gubernamentales».
Recalcaba: «Los principios fundamentales rectores de mi acción de gobierno serán los de la Revolución Mexicana cuyos postulados constituyen mi profunda convicción».
Otra vez: «Mi particular concepción de la honestidad no se constriñe al recto manejo de los fondos públicos. Se extiende a la exigencia de verticalidad de la conducta general. Al rechazo de la simulación, el engaño, la prevaricación, y la tradición a los intereses del Estado y del Pueblo».
¡Quiubo! Es el vocablo con que los chihuahuenses serranos de los municipios de Guerrero, Ocampo, Matachí y Temósachi, saludan a sus gentes.
Don Saúl era de Guerrero. Allí saludan con el ¡Quiubo! Como Pérez Campos.
Chihuahua mazo de 2017
*Premio Nacional de Periodismo
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