El año 2017 ha llegado, y no pinta nada bien para México, el incremento en las gasolinas y la escalada de precios que viene con ello, presagian un panorama difícil para los mexicanos.
El incremento en las gasolinas, ha sido un golpe que nos afecta a todos los ciudadanos de a pie pues sus efectos los sentimos directamente en nuestros bolsillos.
El presidente Peña Nieto prometió que con la aprobación de la reforma energética, el incremento mensual de las gasolinas iba a acabar y no sólo eso, sino que dio su palabra y dijo que los servicios como la luz y el gas iban a bajar. Lo prometió no sólo en campaña, lo repitió en 2013, para vender las bondades e impulsar la aprobación de la madre de todas sus reformas, la energética como ya lo dijimos.
Pues el presidente no cumplió y tuvo que desdecirse al anunciar la liberalización de los precios de las gasolinas y un incremento del 20 por ciento en el costo de éstas.
Este incremento como es lógico ha elevado los costos en otros bienes y servicios, como es el caso de la electricidad y el gas LP, que ya subieron sus precios, así como también el posible incremento del transporte público en nuestra ciudad, que pasaría de los 7 pesos a 10 o incluso los 12 pesos.
En medio de todo este panorama, el presidente Peña Nieto muy apesadumbrado sale y nos pregunta qué hubiéramos hecho nosotros, para mantener a flote el presupuesto federal sin afectar a varios programas sociales, sin la necesidad de incrementar el precio de las gasolinas
Y en Semanario tenemos la respuesta. Nosotros hubiéramos hecho un recorte al gasto corriente en el gobierno federal desde que los costos del petróleo empezaron a caer en 2014, implementando un plan de austeridad que afectaría a las siguientes áreas: Eliminaríamos a los 200 diputados por los que nadie vota y que le cuestan al país 148 mil 558 pesos mensuales por cada uno, que nos da un total de 356 millones de pesos anuales, esto sin contar aguinaldos, seguro medico, gastos funerarios y alguno que otro arrimadijo.
Eliminaríamos también a los 64 senadores que nadie elige y nos ahorraríamos por cada uno 117 mil 600 pesos mensuales sin contar su respectiva gratificación de fin de año que equivale a 40 días de percepción mensual más otras prestaciones, estamos hablando de un ahorro de 90 millones de pesos, tan sólo en salario básico.
Eliminaríamos también el financiamiento a los partidos políticos, algunos de los cuales sólo son comparsas del partido oficial sin representar una oposición real; en este rubro nos ahorraríamos 15 mil millones de pesos, que fue el presupuesto para el año 2016.
Haríamos también una revisión a los salarios y prestaciones de los ministros de la Suprema Corte que llegan a ganar 184 mil pesos mensuales, que pueden elevarse hasta los 400 mil pesos mensuales con bonos y prestaciones, lo que significa un total de 1 millón 536 mil pesos anuales que sube a 4 millones anuales con sus respectivas prestaciones . Todo esto sin contar otras erogaciones que incluyen gastos médicos, aguinaldos, gastos funerarios, prima vacacional etc., etc., etc.
Si tan apesadumbrado está el presidente, debería bajarse el salario, el de él y el de sus ministros cuyos salarios fluctúan entre los 270 mil pesos mensuales que gana el secretario de la Sagarpa hasta los 124 mil pesos que gana el titular de la Secretaría de Turismo.
Partiendo de esto, la lógica indica que ser presidente de México debe de alcanzar para hacer un guardadito, por lo tanto, no vemos la necesidad de pasarles una pensión vitalicia a los ex presidentes, los cuales reciben el equivalente a 2mil 379 salarios mínimos de ingreso mensual. Para el 2013 se destinaron 40 millones de pesos anuales en este rubro.
O pudimos haber dejado para después la compra del nuevo avión presidencial cuyo costo final fue de 8 mil 070 millones de pesos.
También revisaríamos los gastos de representación y haberle bajado por ejemplo a los 7.1 millones de pesos que costó el viaje oficial a Londres de Peña Nieto en 2015, en el que se llevó a 17 personas incluyendo a algunos miembros de su familia y de la de su esposa Angélica Rivera. Nos podríamos haber ahorrado también los 120 mil pesos de vestuario que se gastó la Primera Dama incluyendo los 50 mil pesos que costó el Valentino rojo que usó en la cena en el Palacio de Buckingham, o los gastos que significa mantener el tren de vida de la familia presidencial.
¿Con esto está bien, o le seguimos señor presidente?
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