Ofrecí una columna política dominical al diario El Universal de Ciudad Juárez y no únicamente se aceptó, sino que el pago acordado fue absolutamente satisfactorio, eran finales del año 1981 ó 1982 en sus inicios, me decidí por el nombre de “Escenarios políticos” y con la tecnología de la época, decidí escribirla directamente en el telefax, para evitar transcripción y pérdida de tiempo sobre todo porque sigo con el problema de trabajar contra reloj, siempre me las arreglo para empezar cuarto para las doce.
Como en el telefax no hay cuartillas, sino un rollo de color amarillo generalmente, nunca los he visto de otro color pero no descarto que los haya o los hubiera en aquellos años, mi manera de saber si ya se había escrito lo suficiente para llenar una página con ilustraciones, era el calcular una tira de papel de dos metros de largo.
Fue un sábado de invierno de finales de 81 o principios de 82 y seguramente mi empeño llamó la atención de don Carlos Loret de Mola, en ese entonces dueño y director del diario Norte de la ciudad de Chihuahua. Al terminar me llamó a su oficina y me pidió la larga tira de papel amarillo y se puso a leer, lector rápido como enseña a ser la mesa de redacción, tras explicarle su destino me ordenó regresandome la tira de papel: “que Perikles le haga cartones y la despliegan en una página”… no hablamos de pago y nunca lo hubo.
Al terminar de dar las órdenes, con su cortesía y sonrisa característica me comentó:
— Toño, sólo le voy a encargar que cuide a mi amigo Oscar Flores, a mi hermano Teófilo (Borunda) y a Manuel Bernardo ¡que es como mi padre!
El sarcasmo de sus últimas palabras no escapó a Alejandro Irigoyen, quien nos acompañaba en la diminuta oficina. Luego me comentó en su propio cubículo, “lo de Manuel Bernardo, es porque tiene la edad para ser su padre, está duro Charly boy«, remoquete que utilizábamos para referirnos a él cuando no nos oía.
Por semanas las cosas caminaron bien, la columna nunca se censuró en Chihuahua, después me enteré por Jesús Macías Delgado, el ex candidato del PRI a gobernador y gerente de Correo de Ciudad Juárez en unos años en los que trabajamos juntos, que en Juárez la censuraba Oscar Cantú y Chuy había arreglado que le enviaran de Chihuahua Norte, para leer la columna en su versión original y completa.
Gozaba de gran libertad en Chihuahua e ignoraba la censura de Ciudad Juárez, destinataria original del texto semanal. Cumplía, salvo excepciones raras y bien meditadas con la petición de don Carlos; su amigo, su hermano y su padre, los tres ex gobernadores rara vez se tocaban, no eran actores políticos vigentes era fácil cumplirle a Loret de Mola y Mediz -para no confundir con el nieto-, hasta que pasó lo que pasó, como diría Carmen Aristegui.
El vuelo aciago
Don Carlos Loret de Mola, vivía viajando de México DF, a León, Guanajuato y Chihuahua, en realidad se mantenían el avión con destinos diversos, estaba en la grilla nacional, pero estos tres destinos eran recurrentes.
Siempre con una pequeña maleta, que la recuerdo color marrón y encima de su ropa una pistola escuadra, que cuando la vi, entendí que un hombre de su posición necesariamente debería tener precauciones mínimas. Si pasaba la maleta por los controles de los aeropuertos seguramente tenía permiso para su portación, de hecho nunca me inquieto, lo consigno porque es un rasgo interesante de su personalidad.
Bien, pues sucede que una tarde llegó de México don Carlos y al entrar en la redacción se fue directo sobre mí, me encontraba platicando con Alejandro Irigoyen en su oficina, con cara compungida don Carlos me comentó/reclamó:
— Toño, el licenciado Ibarra, es un gran amigo que sólo ha tenido para conmigo detalles de amabilidad y gentileza, me acaba de enviar a México una caja de quesos, carne y carne seca. Me lo encontré en el vuelo de regreso de hoy y me comentó muy dolido sobre su columna.
Efectivamente, en “Escenarios Políticos” de la entrega inmediata anterior, documentaba corruptelas de Juan Ibarra Álvarez, secretario particular del gobernador Oscar Ornelas, quien hacía todas las transas e ilegalidades que le proporcionaran un beneficio económico que el gobernador no se atrevía.
Estaba coludido con el Ofi Yañez, miembro del gabinete y un par de funcionarios más que en estos momentos escapan a mi memoria, pero que hacían y deshacían, con el desconocimiento o tolerancia de Ornelas Kuchle. Yo los denuncié, tenían la protección del resto de la prensa.
Luego del desahogo. Loret se fue a su oficina y Alejandro Irigoyen, siempre rápido y filoso, me sugirió:
— Pida que le de una lista de sus amigos y así se acaban los problemas.
A los veinte años todo es fácil y te puedes comer el mundo. Sin pensarlo dos veces, seguí a Charly boy a su oficina y envalentonado y decidido, la solté;
— Don Carlos, podemos evitar malentendidos en el futuro si usted me proporciona una lista de sus amigos y evitamos problemas como este -lo dije sin titubeos y con convicción-, por supuesto consciente de la mala leche del maestro Irigoyen.
La sonrisa y el encanto de Loret de Mola, regresaron de manera mágica, rápido como siempre me contestó:
— No tiene caso hacerla Toño, la lista de mis amigos es larga y variable.