Los últimos dos gobernadores de Chihuahua que se cayeron tenían, por casualidad, el nombre de Óscar. En 1955, Óscar Soto Máynez, por el crimen del taxista Juan Cereceres, y el segundo, Óscar Ornelas, quien cayó porque no tomó como tragedia el arrollador triunfo del PAN en los 19 municipios más importantes del estado en 1983. Quien sí lo vio como el acabose fue Fidel Velázquez, quien estuvo muele y muele hasta que le cumplieron el capricho y lo destituyeron en 1985.
En el caso de Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, sigue firme en el puesto y recibió tremendo espaldarazo de Andrés Manuel López Obrador, quien arrastró en esa desatinada visita al sinaloense a la en ese momento presidenta electa, Claudia Sheinbaum, a escasos días de la detención y exportación de “El Mayo” Zambada, quien al parecer es el único que no miente sobre los hechos que devinieron en su viaje a Santa Teresa, Nuevo México, y el asesinato del diputado Héctor Marcelino Cuén.
Todos han mentido en el caso del asesinato del diputado y enemigo político del gobernador Rocha Moya, quien no convence a nadie con el supuesto viaje a San Diego y con ello desmentir que en el mismo lugar en que fue “secuestrado” Joaquín Guzmán López, fue en la casa en donde se encontraría con el gobernador Rubén Rocha Moya y Marcelino Cuén, para zanjar diferencias entre ambos, o sea que “El Mayo” solo iba de componedor.
Puse el ejemplo de los gobernadores chihuahuenses porque antes la caída de un mandatario estatal se daba por situaciones infinitamente menos graves que los acontecimientos recientes de Sinaloa, mismos que mantienen hoy en el estado una incontrolable violencia que ha cobrado más de un centenar de muertos y el doble de desaparecidos.
¿Qué sostiene a Rocha Moya?
Es claro que la presidenta Claudia Sheinbaum en las Mañaneras ha estado enviando mensajes a Rocha Moya, y sobre todo se ha visto a un Gertz Manero, haciendo el trabajo que rehuye los seis años de Andrés Manuel López Obrador. El reciente boletín en donde habla de la sangre encontrada en Pedregal del Bosque, suburbio de lujo de Culiacán, y los rastros de sangre de uno de los miembros de seguridad de Ismael Zambada en el vehículo de Cuén, son muestras de que Sheinbaum tiene claro que cada día más en el gobierno de Sinaloa de Rocha Moya va en detrimento del prestigio de su gobierno y de su partido.
Revisando medios locales de Culiacán, llama la atención el “Altoparlante”, en donde se hacen señalamientos audaces y muy claros sobre los motivos de que aún permanezca en la gubernatura un personaje claramente ligado al narcotráfico y de alguna manera ligado al asesinato de Marcelino Cuén, o por lo menos que no ha demostrado fuera de duda su estancia en Estados Unidos en el momento de los hechos y con ello desmentir a Zambada, quien ante tantas mentiras es el único testimonio confiable.
Sara Bruna Quiñónez, quien ante el montaje del crimen de Cuén en una gasolinera, renunció y quedó en su lugar Claudia Zulema Sánchez Kondo, quien al parecer es tan confiable como su antecesora.
Cito al periodista Osvaldo Villaseñor del portal “Altoparlante”: “El gober cada vez que habla, más se enreda. Ya pasó de aquel gober sobrado y retador que decía lo siguiente: ‘Quien me va a investigar a mí no tiene por qué’, al aceptar después que sí compareció ante la FGR y ahora a aceptar que habrá órdenes de aprehensión en contra de funcionarios de su gobierno mínimamente y que incluso podrían llegar hasta él.”…su caída debe ser pronto, es mucho el daño que su permanencia le hace al gobierno de Sheinbaum y a la 4T.