•Obesidad y graves daños cardiovasculares por comer dulces y grasas y bebidas azucaradas como la despreciable coca cola •Vi a una madre ingenua que le da coca cola a sus tres niñitos sólo porque «les gusta mucho» y los prepara para diabéticos •Raras avis de algunos médicos que fuman, se atiborran de grasas pese a saber a ciencia cierta que son dañinas para la salud
Por Jesús González Raizola*
Que 35 de cada 100 pobladores de la capital chihuahuense son diabéticos y que como 68 mil padecen males degenerativos y cardiovasculares, coinciden en platicarme la casi docena de médicos serranos amigos míos de muchos años, que me incitaron a comer con ellos en el excelente lugar de comida española llamado El Cortijo.
La revelación de datos tan espeluznantes vino a cuento porque uno de ellos pidió coca cola para acompañar las suculentas costillitas de carnero que ya tenía en un platón ante su vista, y yo asombrado no resisto en preguntarle que si siendo médico no sabe lo dañino que es esa famosa bebida.
–Exacto–, dice el «matasanos» mi gran amigo que está en una de las mesas que juntamos para hacer una sola.
Y agregó: «Todos los azúcares; las grasas de carnitas de puerco y los chicharrones de marrano; las carnes rojas y todas las porquerías que solemos comer como característica muy arraigada como pueblo mexicano, nos llevan a producir el horrorizante y elevado número de diabéticos y dañados del corazón que se chupan casi todos los presupuestos destinados a la preservación de la salud pública».
Les comento del desatino público cometidos por el presidente Peña Nieto cuando asistió a un evento de embotelladores de coca cola y les dijo que él era su cliente.
¿Penoso, verdad? Que mientras la Secretaría de Salud Pública Federal y sus émulas en las entidades federativas emprenden campañas contra tales dañinos productos, el presidente revela ser adicto a la droga y al veneno de la coca cola.
Les platiqué mi tristeza cuando vi en el supermercado a una señora que llevaba en el carrito de las mercancías tres grandotas coca colas de esas de dos litros, seguida de tres niñitos, y a la que pregunté: ¿Señora, les da coca cola a sus niños? Sí, me contestó, «Porque les gusta mucho».
Pobres inocentes –me dije– candidatos a diabéticos.
Chihuahua, 2017
*Premio Nacional de Periodismo 1973
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