El secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza ha mostrado una total falta de empatía y ha hecho gala de una gran indolencia al negarse a renunciar a su cargo luego de la tragedia que enlutó a una familia en el estado de Morelos, al abrirse un socavón en una carretera federal de reciente construcción, en el que murieron un padre de familia y su hijo.
Esparza compareció ante diputados y senadores mexicanos para rendir cuentas por uno de los sucesos que más indignación ha causado en el país.
Hace unas semanas se hizo público un peritaje en el que se enumeraban los errores y omisiones técnicas cometidas durante el proceso de construcción del famoso Paso Exprés —una autopista de que comunica la capital con las playas de Acapulco. El secretario Esparza señaló en dicha comparecencia que «no es el deber de la Secretaría» a su cargo, apuntar a los culpables y que «un sacrificio político» no era necesario. A lo largo de estas última semanas se han venido conociendo la lista de irregularidades en la construcción del llamado paso exprés, entre las que están la mala calidad de los materiales, sobreprecios, retrasos y favorecimiento a ciertas empresas constructoras, con esta lista de cosas, queda al descubierto la corrupción con las que se realizan de las grandes obras de infraestructura, de las cuales nadie se ha hecho responsables hasta el momento.
Y no hay visos de que así vaya a ser, a decir del Secretario, aquí no pasó nada. Muerto el niño tapamos el pozo, esta vez de manera literal y a nadar de muertito los meses que le quedan a la administración.
Así sin más y como ya es costumbre durante la administración del presidente Peña Nieto, le han apostado a que con y con tiempo, se puede dar por zanjado cualquier escándalo y problema a los que se han venido enfrentando a lo largo de estos cinco año, sólo falta que nos digan «ya supérenlo» como el Presidente cree que puede arreglar todo.
Opina