Varios periodistas, activistas y luchadores sociales entre los que destacan Carmen Aristegui, Carlos Loret de Mola y los directivos del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, quienes asesoran y representan a los padres de los 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, desparecidos en septiembre del 2014, han acusado abiertamente a gobierno del presidente Enrique Peña Nieto de espionaje, basados en una investigación del diario estadounidense New York Times.
Según la investigación, el gobierno se ha gastado 80 millones de dólares para infectar con un «malware» de una firma israelí, llamado Pegasus, los dispositivos electrónicos de varios personajes que deben de resultarle muy «incómodos» a Enrique Peña Nieto, sólo así se explica el gasto.
Lo grave de esta revelación es que en México, comunicadores y activistas viven en un estado de permanente riesgo. En lo que va del año siete periodistas han sido asesinados y el hostigamiento y amenazas a derecho humanistas son cosa de todos los días, más cuando en nuestro país las desapariciones han alcanzado cifras pandémicas.
El que el gobierno haya gastado 80 millones de dólares en espiar a comunicadores y luchadores sociales, incluyendo a un adolescente, es francamente ridículo, risible y trágico.
Para el régimen priista, los malos de la película y que le significan un riesgo, son periodistas y luchadores sociales, no los narcotraficantes que han asolado al país por más de diez años y se han cobrado la vida de más de cien mil muertos y 30 mil desaparecidos.
Otra cuestión es, si realmente semejante gasto ha valido la pena. ¿Qué tanto puede sacar de información la administración peñanietista y qué hace con ella?, porque si lo hace para inhibir el trabajo de comunicadores y activistas y neutralizar el daño que la investigación a temas como la Casa Blanca, matanzas como las de Tlatlaya y Tanhuato o la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, le ocasionan a la administración de Peña Nieto, pues entonces están haciendo una muy mala labor de inteligencia.
La situación del país es caótica y no se ve por ningún lado una salida honrosa a la administración de Peña Nieto, al contrario, será recordado como un presidente inepto y deficiente, debido en gran medida a sus prioridades equivocadas: espiar periodistas y solapar narcotraficantes.
Opina