José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña, mejor conocido simplemente como Noroña, suele ser locuaz y además tener arranques de sinceridad que hacen que uno agradezca su franqueza.
Cuando era corcholata, Fernández Noroña ofreció una entrevista sin desperdicio a los periodistas Alejandro Páez Varela y Álvaro Delgado Gómez, en el patio de un hotel de Tepoztlán, si la memoria no me falla. La recuerdo como un encuentro muy relajado. Noroña comentó sobre el sitio como un lugar al que le gusta ir a descansar.
Estaban en pleno proceso interno, en el que ya se sabía que iba a ganar Claudia, pero el único que actuaba en consecuencia, en realidad, era Ricardo Monreal, quien hacía una precampaña básicamente en la Ciudad de México, por lo que se daba por hecho que lo que en realidad buscaba era la gubernatura de la CDMX.
Como candidatos que se la creían actuaban Adán Augusto López y Marcelo Ebrard. Noroña también hacía su papel, pero en realidad hablaba de dar una sorpresa, la que finalmente dio, ya que quedó tercero por encima de Adán Augusto, con un gasto mil veces menor.
Las ideologías de las corcholatas
Recuerdo de ese encuentro la definición ideológica que, sin pelos en la lengua, dio de las corcholatas que realmente estaban en la pelea o parecían estarlo. Sobre sí mismo, defendió ser el de verdadera izquierda o el de más a la izquierda; aceptó que en esa geometría política se podía situar a Claudia Sheinbaum en la izquierda, ya que él la conoció militando en el PRD. Sobre Marcelo Ebrard, dijo que era un socialdemócrata, y aquí viene el agradecimiento por la sinceridad de Fernández Noroña… cuando se le pregunta sobre la ideología de Andrés Manuel López Obrador, no duda en decir “nacional revolucionario” y lo mismo dice de Adán Augusto López, o sea, ambos priistas, de ideología priista, sin cortapisas ni concesiones.
Una venganza genial
Esos dichos son historia, pero hace un par de semanas se aventó una joya para la revista Etcétera, cuyo video de 20 segundos acompaña esta columna.
En un entusiasta arranque de admiración dice: “Casi 71 años y entregó lo mejor de sí, un genio de la política, esta iniciativa de reforma constitucional al Poder Judicial es una venganza, una genialidad”.
Entonces no se trata de buscar una justicia pronta y expedita; no se trata de acabar con la corrupción en el Poder Judicial, como dice la narrativa oficial. El regalo de los diputados, como dijo Mario Delgado, sobre la misma es por venganza, según uno de los principales operadores de la misma; a confesión de parte, relevo de pruebas.
O sea, que la tómbola y el desarticular a uno de los tres poderes de la Unión es una venganza, por la cantidad de amparos que particulares o instituciones interpusieron a sus magnas obras y que por lo mismo las retrasaban, lo que explica la inclusión del Ejército como subterfugio para evadir rendir cuentas y alegar “seguridad nacional”. Una venganza porque el Poder Judicial hacía su trabajo y ello irritaba al presidente.
Más temprano que tarde tendremos los resultados de esta venganza presidencial. El juicio histórico sigue pendiente; sólo el tiempo dirá si los tiempos que vivimos fueron de transformación o retroceso.