«Talamos porque rodo el mundo lo hace a diario y en todos los lugares de la sierra. Fue mala suerte que nos agarraron en flagrancia». Dijo el señor Luis Ángel Quezada Rodríguez, uno de los ocho detenidos por la policía estatal única en Panalachi, Bocoyna, cuando transportaban casi doscientos troncos de pino en cuatro camiones troceros hacia el aserradero de Samachique en Guachochi.
A manera de excusa, con ingenuidad campesina puntualizó que la tala cotidiana de arbolado es una práctica común «pero no de ahora sino de todo el tiempo» ya que nadie vigila y gente de la autoridad o del gobierno sólo aparece por allá cuando hay denuncias, como en este caso fueron por la denuncia que presentaron los principales prelados de la Diócesis de la Tarahumara con sede en Guachochi.
El detenido también hizo notar que muchas personas «adineradas» y las autoridades obligadas a combatir este delito están ligadas a bandas de la delincuencia organizada y son los principales taladores por lucro para tapar sus otras fechorías, en tanto que «nosotros los pobres lo hacemos para mal sobrevivir».
Reconoció el señor Quezada Rodríguez que la presencia de la policía estala única se debió a la denuncia de los sacerdotes católicos, pero que la verdad es que nunca se paran en la sierra los policías, porque tienen acuerdos con los grandes narcos para cometer toda clases de delitos en forma impune.
A juicio del detenido la tala de bosques es diaria y permanente y muy pronto acabarán con los bosques de Chihuahua desde el norte en Madera hasta el sur en Guadalupe y Clavo.
Por su parte, empleados de la Comisión Nacional Forestal y de la dirección forestal estatal, echan la pelotita de la tala de bosques sin ejercer una acción directa y duradera, debido a las imprecisiones legales y lagunas jurídicas en cuanto a la tipificación concreta de tala, traslado y comercialización ilegal de productos forestales.
Chihuahua, junio 2016.
*Premio Nacional de Periodismo 1973
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