La reciente jornada electoral proyecta que en 2018 la disputa será reñida y de nueva cuenta con candidatos que orillan a la búsqueda del «menos malo». Las aparentes (lo digo por las impugnaciones) victorias del PRI en el Estado de México y Coahuila son significativas, pero lo son también sus derrotas en Veracruz y Nayarit. El mapa nacional de los partidos sugiere esperanza para el Revolucionario Institucional pues el escándalo y la inquietante imagen de Morena como impune y corrupta (elementos constantemente señalados por AMLO en sus críticas al sistema y a los demás partidos) y los numerosos resbalones que ha dado Obrador en sus apariciones en público y ante los medios de comunicación, dejan girando la moneda en el aire.
En las últimas semanas me han preguntado constantemente si es seguro que Obrador ganará la disputa del año que viene y respondo que aún falta mucho por ver, pero no se puede negar que en el clima se percibe ese destino. Después de ver estos resultados, la cuestión central continúa siendo, quién será el candidato del PRI y a partir de esto se puede tener un poco más de certeza sobre la pregunta de 2018, pues la candidatura se tiene que seleccionar con sumo cuidado: éste tiene que distanciarse del Grupo Atlacomulco, de los defectos de Peña Nito (torpeza, ignorancia e incapacidad de gobierno) y presentar oposiciones claras de los defectos de AMLO para denotar su inviabilidad. Por supuesto que estos pueden ser disparates míos y que la candidatura del PRI represente necedad en lugar de reinvención, pero tal vez veamos a un personaje con estas características.
Hay que considerar la posibilidad de un candidato independiente que sí persiga elementos como los antes mencionados, como el caso de Armando Ríos Piter o El Jaguar (¿intenta emular el efecto del apodo como el caso de El Bronco?), originario de Guerrero, senador por el PRD hasta su renuncia en este año y base del movimiento Ola 365. Quien apela a un carácter antipartidista, joven, austero y supuestamente tan cercano a la tecnología como a causas contemporáneas como la protección del medio ambiente, la legalización del cultivo, comercio y consumo de marihuana (o «mota» como prefiere decirle él), la violencia de género y hasta la oposición a las peleas de perros. Ríos Piter publicó en la edición de Nexos de este mes un artículo que permite ver la típica ambigüedad de los precandidatos y pinta una opción que apela a una gran variedad de electores. El que mucho abarca poco aprieta. Puede ser el independiente más fuerte y aunque no es el único, ya va siendo hora de que se perfilen claramente el resto de los destapes si quieren aprovechar el tiempo, pues estamos a un año de elegir nuevo presidente.
La aspirante a la candidatura del PAN, Margarita Zavala hará su luchita para llevar agua a su molino, pues anunció la gira «Voy por México» en la que visitará los 32 estados y aunque es claro que la candidatura aún está por definirse, se perfila poco probable su selección. La derrota de Vázquez Mota sumada a la de 2012, sugieren un error estratégico garrafal por parte del partido colocar a una mujer de nueva cuenta y aún más, cuando esta mujer es la esposa del expresidente Felipe Calderón (estigma con el que tendrá que caminar permanentemente). Además, Zavala tiene que demostrar que puede ganar el cargo a pesar de la falta de experiencia (no olvidemos que fue diputada local en la Asamblea Legislativa del entonces Distrito Federal y posteriormente subcoordinadora del Grupo Parlamentario del PAN) o incluso, sin el apoyo abierto del PAN que se ha tomado como un ultimátum para presionar la selección. Aún falta ver cómo se resuelve este pleito interno en el partido. Como he dicho aún es un poco temprano para buscar favoritos pues las candidaturas tienen que oficializarse para entonces, focalizar mejor los esfuerzos de campaña.
En lo personal y como probablemente le ocurre a usted también, me emocionan poco las posibilidades. No le invitaré a no votar, pero yo no dejo de encontrar resistencia para participar en el proceso pues la clase política debe sufrir una transformación radical para captar mi confianza. Es cierto que se avanza, que se están dando pasos hacia algo diferente pero falta mucho que cambiar para que encuentre sentido y valor en proceso electoral, los resultados, los candidatos y el sistema finalmente. Mi esperanza no se desvanece por completo ya que cosas como la «Ley 3 de 3» para transparentar las opciones o la propuesta «Sin voto no hay dinero» del diputado independiente Pedro Kumamoto, para reducir el escandaloso costo de las elecciones, evidencia que sí pueden haber soluciones institucionales y prácticas para los problemas reales de nuestra flamante democracia. Sí lo invitaré, sin embargo, a no buscar quimeras o tabulas rasas en los independientes.
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