En lo que va del año seis periodistas han sido asesinados en México, sin que hasta ahora se haya dado con los responsables, el más reciente fue el homicidio de Javier Valdez, periodista sinaloense y uno de los mejores cronistas del narcotráfico en el país.
México se encuentra en el tercer lugar a nivel mundial con más hechos violentos de este tipo. En los últimos diez años han sido asesinados setenta informadores en nuestro país.
Si bien es cierto que muchas veces el crimen organizado es el responsable directo, en los últimos años las cosas han venido a dar un giro, al ser en muchos casos, servidores públicos los que están detrás de ataques, intimidación, amenazas y en algunos casos el asesinato de informadores en México.
Esto cada vez es más frecuente. Ya no es sólo la complicidad del narcotráfico y el gobierno. Ahora son también los escándalos de corrupción en los gobiernos estatales y federal. Informar a la ciudadanía sobre la descomposición que permea en los tres niveles de gobierno se ha convertido en un peligro para los periodistas.
Mientras esto ocurre en el país, el gobierno poco o nada ha hecho al respecto. Hasta hace apenas unos días el gobierno federal se había mostrado indolente a estos casos, sólo hasta el asesinato de Javier Valdez es que Enrique Peña Nieto mostró señales de estar enterado del problema y esto, más empujado por la presión del gremio nacional e internacional que por una propia convicción de querer hacer algo al respecto.
Quizá esta apatía del gobierno, sea en parte lo que hace que estos casos rara vez o nunca lleguen a esclarecerse. Estamos hablando ya no solamente de la ineptitud demostrada de las autoridades competentes, estamos hablando de una clara complicidad.
Cada vez que un informador es intimidado, amenazado, atacado y asesinado, no sólo se atenta contra el oficio de informar, se atenta contra el derecho de la ciudadanía a estar informado. Y no haya nada más aterrador y desesperanzador que una sociedad ignorante de su realidad. Una sociedad ignorante está condenada a ser manipulada.
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