La guerra comercial iniciada por Donald Trump hace unos meses, al imponer aranceles al aluminio y al acero, ha alcanzado nuevos niveles de tensión luego que Estados Unidos presentara una demanda ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) para denunciar las medidas de represalias adoptadas por México, la Unión Europea, China, Turquía y Canadá en respuesta a los aranceles al acero y el aluminio. “En lugar de trabajar con nosotros”, alegó el representante estadounidense de Comercio Exterior, Robert Lighthizer, “eligieron castigarnos”.
Washington considera ahora que los impuestos confirmados el mes pasado sobre las importaciones estadounidenses de esos dos metales “están justificados”, pues asegura sólo busca proteger la industria local y preservar su integridad económica.
La seguridad nacional fue el dudoso argumento elegido por la Casa Blanca para justificar los nuevos gravámenes para algunos de sus más cercanos aliados comerciales.
La Administración de Trump interpreta, sin embargo, que la respuesta adoptada por estos países carece de justificación y por ello es la OMC, la que debiera arbitrar en este nuevo escándalo. Cada bloque es denunciado por separado por unas medidas que, según Washington, “parecen violar” los compromisos adoptados en el marco de la OMC.
México ha respondido que “analizará la solicitud hecha por el Gobierno de EE UU a fin de emitir una respuesta dentro de los siguientes 10 días y, en caso de que resulte procedente, establecer conjuntamente la fecha para celebrar las consultas solicitadas por ese país», declaró la Secretaría de Economía en un comunicado.
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