Ciudad de México.- El chihuahuense José Luis Caballero Ochoa fue nombrado presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), organismo al que están suscritos 21 países del continente y cuya sede se encuentra en Washington, D.C., Estados Unidos.
Caballero Ochoa es Licenciado en Derecho por el Tecnológico de Monterrey, Campus Chihuahua; Maestro en Derecho por la Facultad de Derecho de la UNAM; y Doctor en Derecho por la UNED de España. Además, cuenta con un Diplomado en Derechos Humanos y Procesos de Democratización por la Universidad de Chile. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), nivel 2, y forma parte del Consejo de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.
El 5 de septiembre de 2023, Caballero Ochoa asumió el cargo de comisionado en la CIDH, tras una larga trayectoria académica en la Universidad Iberoamericana. Un año después, el jurista originario de la ciudad de Chihuahua fue elegido para presidir el organismo.
¿Qué es la CIDH?
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) es un órgano autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), encargado de la promoción y protección de los derechos humanos en el continente. Fundada en 1959, la CIDH trabaja en conjunto con la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), establecida en 1979, como parte del Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH).
Está integrada por siete miembros independientes, quienes ejercen su labor de manera personal. A lo largo de los años, la Comisión ha desempeñado un papel clave en la defensa de los derechos humanos y en la consolidación de las democracias en la región.
Declaraciones de Caballero Ochoa
En una entrevista realizada el 5 de septiembre de 2023, cuando asumió como comisionado, Caballero Ochoa reflexionó sobre el papel de los derechos humanos en la enseñanza del derecho en México:
«En las instituciones de enseñanza del derecho pasó una cosa muy interesante: teníamos situados los derechos humanos de manera marginal en varias coordenadas jurídicas en las que hemos construido el pensamiento del derecho en México. Primero, porque hay una noción mucho más acotada de las garantías individuales, y segundo, porque teníamos una visión mucho más legalista de esas garantías, así como del amparo. Los derechos humanos nos sonaban, digamos, un poco ajenos; quizá en los tratados internacionales, más subjetivos, era una masa de principios que estaba entre la filosofía del derecho y el derecho internacional, pero que no acababan de aterrizar. Además, hemos tenido dos visiones normativas en México que dificultaban la perspectiva de los derechos. Una es que casi siempre hemos estructurado la interpretación de las reglas de solución de conflictos del derecho tomando en cuenta la importancia de las fuentes (Constitución, tratados, leyes generales y federales), y hemos atendido poco la norma; en este caso, la norma de los derechos humanos”.
En otra declaración, Caballero Ochoa destacó la relevancia histórica de la CIDH:
«La CIDH tiene una relevancia histórica y simbólica de fondo. Se trata del organismo de integración americana de más antigüedad —64 años— que conecta a todos los países del continente miembros de la OEA y que ha revitalizado las transiciones democráticas en América Latina con su trabajo y sus visitas in loco*. En resumen, la CIDH ha propiciado el auge democrático de la región con base en los derechos humanos. La CIDH está llamada a construir un puente entre tradiciones, políticas jurídicas y pesos políticos específicos, tan diversos en el continente, para su integración”*.