Hace diez años se desató en Chihuahua una ola de violencia nunca vista en nuestro estado, que sumió a los ciudadanos en una zozobra y pesadumbre constante. Hoy nuevamente los chihuahuenses estamos siendo testigos de un resurgimiento de la violencia, que amenaza de nuevo la tranquilidad en la entidad.
Tan sólo entre el 2008 y 2011, el período de más violencia en Chihuahua, se registraron en el estado 16 mil 456 homicidios. Esta cifra llegó a disminuir hasta llegar a las 1,151 muertes en 2015. En 2016 desgraciadamente esta cifra aumentó en 2016 y llegó a 1,470, es decir 319 asesinatos más con respecto al año anterior. Esto según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Desde que inició la actual administración estatal, en octubre, a enero de este año, se han registrado 620 asesinatos, lo que equivale al 53 {1735f8c4d45cf8a7c22ecbf90211e3be8db77eaf7294ee842f16f03e71870070} del total de homicidios en 2015.
De la totalidad de estos homicidios, el 50 por ciento se han registrado en Ciudad Juárez y Chihuahua. Otras de las regiones más afectadas por la violencia están en la sierra, entre estos municipios están: Madera, Guachochi, Namiquipa, El Largo Maderal, y Aquiles Serdán.
Entre las muertes también se cuentan con elementos del orden: Ocho agentes has sido asesinados y cuatro policías preventivos han sido heridos.
Todas estas cifras ponen al estado como una de las entidades más violentas, Chihuahua se encuentra en el tercer lugar, tan sólo por detrás del estado de México y Guerrero.
Esta ola de violencia, según algunos se debe en gran medida a la reorganización de La Línea, el brazo armado del Cartel de Juárez.
Urge que el gobernador, tome cartas en el asunto y lleve a cabo medidas urgentes, antes que la violencia alcance los límites de hace ocho años, el estado aún no se repone de aquella ola de terror y sus secuelas las empezamos a sufrir apenas. Otro episodio como el vivido hace diez años resulta impensable.
Mientras esto sucede en nuestro estado, el presidente de la república, Enrique Peña Nieto se ha dedicado a presumir una supuesta disminución en los índices de criminalidad en el país y un supuesto decremento en el número de muertos, pero el presidente se equivoca al pensar que la violencia ha cesado, sólo porque Gómez Leyva ya no lleve un «ejecutómetro» no significa que los muertos no se cuenten, si cuentan y cuentan mucho.
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