Los paseños libran en este momento una batalla por la preservación de su patrimonio histórico, arquitectónico y cultural. Se oponen al derribamiento de varias cuadras en el antiguo barrio del centro, conocido como Duranguito, para construir una arena, a unos pasos del nuevo estadio del beisbol.
La oposición a dicho proyecto movilizó a un grupo de ciudadanos encabezados por el historiador Max Grossman, a interponer una demanda contra el Ayuntamiento de El paso y obtener un amparo contra la medida de echar abajo algunos edificios, muchos de ellos emblemáticos en la zona. La orden de un juez detuvo el derribamiento de dichos inmuebles, algo que por el momento sucedió, a la espera de una nueva audiencia para octubre.
Lo anterior, dista mucho de lo que los juarenses hemos hecho para defender nuestro patrimonio histórico. Desde hace décadas, administraciones municipales se ha dedicado a destruir los pocos edificios emblemáticos de la ciudad o simplemente han permitido que caigan en el desuso y el abandono, lo que ha ocasionado que los pocos que quedan en pie, estén a punto de su pérdida total.
El necesario que como juarenses, nos organizamos y exijamos a las autoridades, municipales, estatales y federales, recursos que permitan que recuperemos el poco patrimonio que nos queda, estamos a tiempo.
No permitamos nuevos planes de desarrollo municipal, estatal o federal pongan en peligro los restos de historia juarense, aquello pueda contarnos del glorioso pasado de Ciudad Juárez.
Nuestra ciudad es el espacio donde nuestro pasado y el presente coexisten. Necesitamos rescatar los lugares que nos enseñen de dónde venimos, porque estamos aquí y que nos permita trazarnos un futuro, para que Juárez pueda llegar a ser más grande de lo que ya es.
Aún es tiempo.
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