El director Volver al futuro, Robert Zemeckis con el guion de Steven Knight (Isla Siniestra, 2010) nos narran un romance en tiempos de la Segunda Guerra Mundial en el que Brad Pitt y Marion Cotillard protagonizan esta cinta de espías repleta de tensión. Las intenciones Zemeckis claramente apuntan a la vieja escuela del cine de los cuarentas y cincuentas con un ritmo a fuego lento y una trama construida enteramente por el guion. Max Vatan (Pitt) quien presta servicio a la Real Fuerza Aérea es enviado a Marruecos donde se encuentra con Marianne Beausejour (Cotillard), una miembro de la resistencia francesa, a quien ayudará a ejecutar a un embajador durante la ocupación nazi. Sobreviven y juntos vuelven a Inglaterra donde comienzan una familia mientras los nazis no dejan de tirar bombas. ¿Qué podría «salir mal»? La «Sección V» (para la que trabaja Max Vatan) le informa que tienen razones para creer que su Marianne es en realidad una espía nazi y que de serlo tiene que aplicarle una «tinta azul» y ejecutarla con sus propias manos. Lo dicho aquí es lo mismo que se presenta en los avances y es mejor mantenerlo así para no arruinar la película.
Como lo ha hecho antes, Zemeckis divide la narrativa en dos partes: la primera es un thriller romántico con formas y guiños a cosas como Casablanca (1942) y el segundo es más bien un thriller de espías. En ambas partes el ritmo es llevado con éxito donde se apuesta más al guion que a persecuciones, tiroteos o melodramas innecesarios. Los personajes no se andan con boberías y el afán narrativo se agradece en la misma medida que el gran trabajo de ambientación y vestuario (Cotillard siempre luce). Tuve la fortuna de estar en una función subtitulada, por lo que se puede apreciar el jugueteo de idiomas que hay entre los actores. Parece haber el conceso de que Pitt quedó muy opacado por la parisina y no lo niego, pero creo aquí que el guion no dio mucho margen para que ambos actores lograran del todo esa química tan necesaria en una cinta concentrada en estos personajes, aunque curiosamente sentí que se dedicó más metraje a Pitt que a Marion y lo mismo ocurre con Jared Harris (Sherlock Holmes: Juego de sombras) quien interpreta a Frank Heslop, el oficial de alto rango que funciona más bien como un personaje de trámite y al final se siente como una oportunidad desaprovechada.
Por otra parte, el guion recuerda a Bastardos sin gloria (2009) en los momentos de enorme tensión y hay quien dice que emula a Hitchcock por esos detalles en los que el espectador siente que comparte el secreto con otros personajes en la pantalla, tal vez un poco exagerado esto último, aunque sin duda justificada la sensación transmitida. El desarrollo de la historia lleva a pocos desenlaces posibles, no obstante, considero que tiene un final más que decente, cargado de sobriedad y de la cantidad justa de drama. El epílogo fue necesario, aunque desentona un poco. Al final la obra satisface y se siente fresca una experiencia que sigue un camino diferente, no nuevo y que parece tratar de recorrer el sendero en el que está Puente de espías (2015) no obstante, ésta última logra mejor su cometido.
Los guiños a la vieja escuela exhiben las intenciones, pero más bien consigue ser un tributo a ese «cine negro». He señalado varias cosas desaprovechadas, tal vez la incursión de más personajes o más participación de otros, como Bridget Vatan (la hermana de Max) interpretada por Lizzy Caplan (Los ilusionistas) con quien no queda muy claro si es un agente y sufre del mismo mal que Jared Harris: personajes necesarios y con posibilidades, pero usados para puro trámite, sin duda un desperdicio. Zemeckis consigue transportar a su público, plantea una historia de amor verosímil y nada empalagosa, desarrolla una trama (requisito que a veces parece un lujo en el cine comercial) y concluye la cinta sin cabos sueltos y haciendo sentir que valió la pena. Si espera un Hitchcock, hace mal.
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