En mayo del año pasado escribí un artículo referente a Carlos Montemayor y su participación en la fundación del grupo de escritores chihuahuenses en México. Para precisar algunos datos, busqué a Joaquín Armando Chacón, quien generosamente me recibió la llamada telefónica, no obstante encontrarse delicado de salud. Él era en ese momento el último sobreviviente de este importante grupo que, desde la provincia, había dado el gran salto a la capital de la República. Lamentablemente, murió el pasado 4 de enero, por lo que ahora publico en su memoria estas líneas.
Los escritores migrantes de los años setenta
En la década de 1970, algunos escritores chihuahuenses lograron posicionarse en la vida cultural de la capital del país, unos como funcionarios y todos como autores publicando sus primeros libros: Carlos Montemayor, Ignacio Solares, Víctor Hugo Rascón Banda, Federico Urtaza, José Vicente Anaya y Joaquín Armando Chacón.
A finales de la década, Carlos Montemayor se había convertido en uno de los principales actores de la vida cultural en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco, y desde esta posición promovió la primera reunión de los chihuahuenses en México para que, de ahí en adelante, se consolidara como uno de los grupos intelectuales de provincia más importantes en la capital de la República. El grupo original estuvo integrado por escritores, pero también participaron el escultor Sebastián, el pintor Benjamín Domínguez y el cineasta Gonzalo Martínez.
Esta es la lista y los primeros datos de los escritores:
Carlos Montemayor
Entre todos, era el más posicionado. En 1970, El Universal le otorgó un premio por la colección de cuentos Las llaves de Urgel, que al año siguiente publicó la Editorial Premia, logrando que, en 1971, se le reconociera con el Premio Xavier Villaurrutia.
Ignacio Solares
En 1975 publicó su primer libro, una colección de cuentos titulada El hombre habitado. Antes había llevado a escena dos obras de teatro que él mismo dirigió: El jefe y El problema es otro.
Víctor Hugo Rascón Banda
En 1979 publicó su obra Voces en el umbral, finalista en el Premio Tirso de Molina de España. Ese mismo año se publicó Los ilegales, que estuvo en la terna de la mejor obra de autor nacional, y La maestra Teresa, con la que obtuvo el Premio Nacional de Teatro “Ramón López Velarde” otorgado por el gobierno de Zacatecas.
Joaquín Armando Chacón
En 1969 estrenó una obra de teatro, Dos meridianos a la misma hora. Cuatro años después, en 1973, Editorial Joaquín Mortiz publicó su primer libro, Los largos días.
José Vicente Anaya
Llegó a la Ciudad de México entre 1966 y 1967. Aunque siempre se asumió poeta, se inscribió en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, donde vivió la huelga estudiantil de 1968. Después de la huelga, se inscribió en la carrera de Letras de la Facultad de Filosofía, pero solo permaneció un semestre. En 1970 decidió ser poeta autodidacta. Puedo permitirme escribir que era el más proletario entre todos los del grupo chihuahuense, principalmente por su origen campesino. Sus primeros libros publicados fueron Los valles solitarios y Aludel trizado en 1974.
Origen del grupo de chihuahuenses radicado en México
En 1979, cuando Jesús Gardea, radicado en Delicias, publicó su primer libro de cuentos, Los viernes de Lautaro, casi nadie lo conocía en Chihuahua, pero tampoco en la Ciudad de México.
En 1980 se publicó su segunda obra, Septiembre y los otros días, por la que ese mismo año se le otorgó el Premio Xavier Villaurrutia. En aquellos días, Carlos Montemayor sostenía que la prosa de Gardea era lo mejor del momento en todo el país, pero no lo había tratado. Por eso, cuando se anunció el premio, buscó a los “desperdigados” escritores chihuahuenses que no se habían reunido antes. Los invitó a un restaurante de la avenida Insurgentes, donde se encontraron todos por primera vez para celebrar con el premiado.
Entre los asistentes estuvo el escritor Joaquín Armando Chacón, quien me contó que Carlos tomó la palabra para felicitar a Gardea y, al mismo tiempo, celebró con entusiasmo que tantos chihuahuenses estuvieran destacando en la vida cultural de la capital. Propuso que, a partir de esa ocasión, se buscaran las condiciones para seguir reuniéndose.
Después de aquella ocasión, cuando el arquitecto Mario Arras estaba a cargo del Centro Cultural Vallina en la ciudad de Chihuahua, organizó el Primer Encuentro de Escritores Chihuahuenses, al que fueron invitados los que radicaban en la Ciudad de México, presentándose por primera vez juntos en su tierra.
En esos tiempos, Víctor Hugo Rascón Banda era el Director de Comunicación en Banca CREMI, que en su edificio contaba con un salón especial para eventos de sus directivos e invitados. El salón tenía cocina bien equipada, chef de planta, cantina, barista y meseros. Víctor Hugo solicitó que se le permitiera usar el salón con sus invitados chihuahuenses, y así fue como encontraron las condiciones para reunirse periódicamente. Durante varios años lo hicieron, hasta que Víctor Hugo dejó Banca CREMI a mediados de la década de 1990.
Este fue el origen del famoso grupo de chihuahuenses en México, que en los años siguientes continuaron reuniéndose de manera intermitente.
La obra que nos legaron, los libros de poesía, novela, cuentos y teatro, rebasa los cien títulos. A final de cuentas, espero que estas líneas sirvan para provocar el interés por leer algunos de sus libros y que las instituciones de cultura del estado de Chihuahua definan entre sus objetivos difundir en la sociedad, principalmente entre los jóvenes, las biografías y, cuando menos, alguna muestra representativa de la obra que nos legaron.
(Tomado de la cuenta de Facebook de Jesús Vargas)