1 Reapareció como escritora la ex policía federal, probadamente ligada con el narcotráfico y con “los demonios del edén”: Marcela Bodenstedt, quien presentó a fines de la semana pasada su novela Damiana. Uno de estos demonios es Emilio Gamboa Patrón, a quien su ex jefe Carlos Salinas definió así: “no es un hombre de ideas, sino de habilidades, que utiliza para seguir de un sexenio a otro”; por cierto, muy admirado y modelo político de Javier Corral, según sus propias palabras.
La terca memoria:
“El 14 de mayo de ese año (1995), el suplemento Enfoque del periódico Reforma publicó una serie de llamadas entre el ex poderoso jefe de la oficina de la Presidencia, José Córdoba Montoya, y Marcela Bodenstedt, ex locutora de Televisa y ex agente de la Policía Judicial Federal”, quien, por cierto, estaba emparejada en ese momento con uno de los principales colaboradores de Juan García Abrego.
“La pista de Bodenstedt condujo pronto a la de Emilio Gamboa Patrón. Según la denuncia de Eduardo Valle, ex asesor del procurador Jorge Carpizo, tanto Bodenstedt como su pareja sentimental, el ex policía Marcelino Guerrero Cano, trabajaban como presuntos lavadores del capo del cártel del Golfo, Juan García Abrego. Marcelino Guerrero fue vinculado también con Jorge Hank Rhon, entonces dueño del hipódromo de Agua Caliente en Tijuana (Proceso, No. 937).”
2 La revista Proceso reprodujo una carta de Valle, dirigida a Salinas de Gortari, en la que señala que Gamboa Patrón, como titular de Comunicaciones y Transportes, sostuvo un encuentro el 8 de noviembre de 1993 con Marcela Rosaura Bodenstedt Perlick.
“No sé lo tratado y acordado”, escribió Valle, conocido como El Búho.
“Además, me enteré mucho después, cuando preparaba un cateo a una de las casas de Marcela en las calles de Tajín. En esa misma calle habíamos cateado la casa del Charro Blanco, para conocer reacciones. Lo cierto es que Marcela había presionado a su amigo (y quizá socio) Arturo Morales Portas –oficial mayor de la SCT– para conseguir la entrevista (con Gamboa).
La SCT es una pieza estratégica y esencial, lo sabe usted mejor que nadie, para la seguridad del Estado. Tan lo sabe, ciudadano presidente, que ha colocado a su hombre de más confianza por muchos años en esa posición. Controla carreteras, puertos, aviones, telecomunicaciones, telefonía celular, espacios aéreos, radares, pilotos, compañías de transporte (de carga o de personas) y a la Policía Federal de Caminos y Puertos.”
La periodista Dianne Solís publicó en The Wall Street Journal que tanto Eduardo Valle como la DEA coincidieron en vincular a Bodenstedt con García Abrego y con Gamboa Patrón.
3 Al detonarse el escándalo, Gamboa Patrón reconoció que sí conoció a Bodenstedt, pero que solo sostuvo un encuentro con ella para “comprarle unas pinturas”.
Para Eduardo Valle, “lo de menos que debió hacer la PGR con esta relación sospechosa de Marcela Bodenstedt y Emilio Gamboa Patrón era esclarecer cómo una supuesta vendedora de cuadros pudo tener acceso al secretario. ¿O qué, cualquiera puede llamar a un secretario de Estado para venderle algo? Que no se burlen del sentido común” (Proceso, No. 933).
El periodista Raymundo Rivapalacio reveló que Emilio Gamboa presentó a Marcela, a principios del sexenio, con José Córdoba Montoya, el poderoso jefe de la Oficina de la Presidencia, y con quien sostuvo un presunto romance (Reforma, 29 de agosto de 1994).
De este escándalo, Gamboa se salvó con “explicaciones” y contradicciones muy similares a las que reprodujo 11 años después, tras conocerse una conversación telefónica con Kamel Nacif.
No pocos analistas especularon que se trataba de un ajuste de cuentas entre Salinas de Gortari y su sucesor, Ernesto Zedillo y, de paso, con el propio ex secretario de Comunicaciones y Transportes que ya despachaba como titular de la Lotería Nacional.
4 Muchos dirán que es historia vieja, tal vez, pero aún no concluye. Acaba de presentarse en la FIL de Guadalajara con una novela, Damiana, y llegaron a la memoria los nexos de la escritora y pintores con la política y el narcotráfico.
El nombre de Emilio Gamboa siempre obliga a rememorar a Javier Corral, quien lo seguía como perrito faldero cuando coincidieron como diputados en la legislatura de 1997-2000, la que aprobó el Fobaproa. Corral Jurado, con admiración, comparaba a Gamboa Patrón con el ministro de Napoleón, Talleyrand, un clérigo francés hábil y venal, como Gamboa Patrón y Corral Jurado.
Sobre Emilio Gamboa y sus tropelías se ha escrito mucho. Sobre Marcela también; se ha llevado, con merecido mérito, portadas de la revista Proceso. Sobre Javier Corral Jurado aún falta mucho por ventilar. Las 18 carpetas que extrañamente guardó por tres años la administración de Maru Campos, aún cuando en su toma de protesta dijo que contra la corrupción del pasado “ni perdón, ni olvido”.
Hasta el momento han estado erráticos y los augurios son que así seguirán. No hay ni perdón ni olvido, pero hay suprema torpeza; es como cuando los ministerios públicos integran mal una carpeta. En la foto que acompaña esta columna, Marcela está flanqueada por el periodista Javier Solórzano y Corral Jurado. Crédito obligado por su investigación al periodista Jenaro Villamil.