Sebastián Lerdo de Tejada, cuando acompañó a Benito Juárez, quien traía la república en su carruaje, al comparar Paso del Norte con Franklin, Texas (hoy El Paso), escribió en una de sus muchas cartas: “No hay pueblo más desolado en el país que Paso del Norte”.
Hace unos días, revisando información, encontré un dato sobre las ciudades más feas de México. En primer lugar se sitúa a Torreón, la ciudad más populosa del vecino estado de Coahuila y en segundo lugar… merecidamente, por desgracia: Ciudad Juárez.
El mismo día en que mis sospechas de que mi bella ciudad fronteriza era muy fea se confirmaron, vi otro listado: las ciudades más peligrosas. De hecho, varios listados, entre las primeras diez, en 2022 aparecían nueve mexicanas, Juárez en el noveno y en las primeras diez, solo Nueva Orleans era de otro país. En el año 2023 ocupamos el tercer lugar.
En el listado dado a conocer en abril del presente año, Tijuana desplaza a Colima del primer lugar y Juárez vuelve a aparecer en el quinto lugar. En este último listado de las diez, cinco son mexicanas.
En fin, fea y peligrosa. Es claro que la presidenta Claudia Sheinbaum tiene una idea muy aproximada a la realidad de la situación de nuestra principal ciudad fronteriza, quien con motivo del *nearshoring* declaró: “No quiero otro Ciudad Juárez”… Entonces, presidenta, si tan claro tiene el diagnóstico de la vida en Juárez, porque eso es lo que reflejan sus palabras, ¿por qué esta agresión?
Nuevamente, presidenta, entonces, ¿por qué agrede la tragedia del centro histórico con un puente elevado sobre la Vicente Guerrero? ¿Por qué otra raya al tigre? ¿Por qué no un gran plan de “remediación” para esta ciudad que lleva el nombre de heroica por las razones equivocadas, pero que sí hay razones para titularla de heroica? Por supuesto no por su nulo papel en la Revolución, donde solo fuimos el escenario de la mayor batalla de la gesta y la consecuente caída de Porfirio Díaz. Nuestros tiempos heroicos fueron cuando, con generosidad y calidez, abrigamos la República; la custodiamos, como dice su lema. Aquí se refugió la libertad en tiempos del Segundo Imperio.
Solo se necesita voluntad
La construcción de un paso elevado o subterráneo por la Vicente Guerrero fue planeada desde hace dos sexenios. El anuncio de su construcción viene en el plan de gobierno de Enrique Peña Nieto. Tiempo para pensar en la mejor manera de realizarlo hubo, entonces, ¿por qué un puente elevado que perjudica más al centro histórico más desolado de México, el más triste y feo?
La generosidad y calidez con la que fue hospedado Benito Juárez y sus ministros sigue siendo la misma. El paisaje humano de Juárez es el mejor del país. El paso, sea deprimido o elevado, es necesario… pero es mejor subterráneo, no nulificará los espacios históricos más bellos y representativos de la ciudad, como lo son la vieja Aduana Fronteriza, a cuyas puertas se firmó la rendición del ejército federal en 1911, y el monumento más bello a la memoria de Benito Juárez en el país (con permiso del Hemiciclo de La Alameda en la Ciudad de México).
Apenas se empieza la obra, hay tiempo para la reflexión. Presidenta Claudia Sheinbaum, no basta con no querer otro Ciudad Juárez; el que existe puede ser mejorado. No ayude a aumentar su deterioro. El centro de Juárez ha esperado décadas; algunos meses más no importan. Los juarenses lo merecen, lo merecemos.