De las muchas calles de Juárez, hay una que nunca se me olvidará: la Rodolfo Ogarrio, era otoño de 1976, en una casa como las muchas que hay por esa calle, me vi en la necesidad de dar grandes zancadas, para no pisar los cadáveres; si la vedad es como la recordamos, eran cuatro jóvenes empezando o, a punto de empezar los veinte años, eran miembros de la Liga 23 de Septiembre, pudieron haber estado conmigo tres años antes en la secundaria.
Caminando de la Francisco Sarabia hacia el sur a dos o tres calles por la acera de la izquierda, a mitad de la cuadra estaban la “casa de seguridad”; lo que oficialmente se informó, fue un encuentro con guerrilleros que se opusieron con las armas a la detención. No ubique a los miembros de la Brigada Blanca que participaron, pero si recuerdo a Jorge Palacios Sagarnaga y a Salvador Siller, a ellos sí los conocía.
Sin muebles, algunas cobijas en el suelo, en donde seguramente dormían, una parrilla eléctrica, algunas latas y restos de comida en unos pocos platos, es lo que recuerdo. No olvido también los cadáveres en el piso y las zancadas que tuve que dar para evitar pisarlos, eran tiempos en los que el lugar del crimen no se acordonaba, ni se tomaba ninguna precaución para no contaminar pruebas, además nada de ello era necesario, ya que no había intención de esclarecer los hechos, de lo que se trataba era de acabar con la Liga 23 de Septiembre, que terminó su existencia refugiándose en Ciudad Juárez, y de esta frontera fueron sus últimos reclutamientos, sobre todo del Tecnológico Regional de Ciudad Juárez.
Cubrí la nota, sólo había la versión oficial. El director del periódico notó mi perturbación y me dijo, creo que para calmarme: “si los hubieran agarrado vivos, los iban a ir tirando por la carretera”, quede peor, pero logré escribir: siempre frente a la máquina, aparece el que tiene que ejercer su oficio.
La Comisión de la Verdad
“El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la gobernadora Maru Campos Galván, encabezaron la instalación de la Comisión para el acceso a la verdad, el esclarecimiento histórico y el impulso a la justicia por violaciones graves a derechos humanos cometidas de 1965 a 1990, en el marco de la gira que el primer mandatario de la nación realizó este día por Chihuahua”, dice el boletín oficial difundido por el gobierno del estado.
Tarde, muy tarde llega la comisión, además en un entorno de violencia, cuyos números superan con creces a los de estos hechos sucedidos hace mas de cuarenta años.
Está suficientemente documentado que la Guerra Sucia, la creación de la Brigada Blanca y la orden presidencial de acabar con la guerrilla urbana, empezó el 1 de enero de 1969 y la brigada de asesinos oficiales quedó oficialmente desintegrada el 13 de septiembre de 1999, es claro que ahora se está tomando como parte de estos hechos el asalto al cuartel de Madera, el 23 de septiembre de 1965, en realidad ese dato es irrelevante, lo lamentable es que llegamos muy tarde a esclarecer estos crímenes de Estado.
En Argentina Raúl Alfonsín en diciembre de 1983, recién llegado a la presidencia y el mismo año en que los militares entregaron el poder después del desastre de Las Malvinas, ordenó procesar judicialmente a nueve ex comandantes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, «por haber sembrado el dolor, el terror y la muerte», pero la aparente valentía de Alfonsín tiene sus asegunes, quien realizó la investigación fue el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.
“El gobierno actuó con excesiva cautela, para no irritar a los militares”, dijo Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz. Mucha cautela, pero los asesinos estaban con vida, no es el caso de México.
En Chile, el Presidente Patricio Aylwin, mediante el Decreto del 24 de abril de 1990, creó la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Aún vivía Pinochet y sus alcances fueron muy acotados.
La comisión recién instalada el viernes pasado en el patio central del Palacio de Gobierno de Chihuahua, llega tarde, algunos dirán que más vale tarde que nunca, por supuesto que los familiares de los desaparecidos tienen derecho a saber dónde quedaron sus seres queridos, por ese lado bienvenida la comisión.
Según nota de El Universal, “del 1 de enero de 1969 al 13 de septiembre de 1999, periodo correspondiente a la guerra sucia, se registró la desaparición forzada de 480 personas en 17 entidades de la República; en 62% de los casos (296), elementos del Ejército mexicano estuvieron involucrados, revela un informe de la Procuraduría General de República (PGR).”
Sobre desapariciones vale la pena investigar las de Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua, en donde en los últimos 20 años suman más de 500 las personas desaparecidas y los autores de esos crímenes andan por ahí por la región y podrían pagar sus fechorías, no así los militares o miembros de otras policías cuyos mandos de estar con vida ya superan los ochenta años.
En fin muy tarde, pero llegó, por respeto a los familiares de los desaparecidos, ojalá y llegue a buen puerto, sin embargo, también es muy importante investigar no a los más 500 desaparecidos sólo en la Ciudad de Cuauhtémoc, sino a los miles, muchos miles de todo el país.
Ahora bien se habla de los desplazados por la Guerra Sucia, que suman centenares, la cifra de los que se están viendo obligados a emigrar en la sierra de Chihuahua, superan con creces las que investigará la multicitada comisión, la cual seguramente no traerá justicia para los cuatro jóvenes asesinados en la casa de adobe de la Rodolfo Ogarrio.