Decía Napoleón que cuando se cometen estupideces por lo menos debe lograrse que den resultado.
Ni la petición de disculpas al Papa y a la Corona Española, ni el regreso a Tenochtitlan del penacho que no fue de Motecuhzoma darán el resultado promovido por lópez y su mujer.
Tampoco debiera fructificar el retiro del monumento a Cristóbal Colón que abusivamente pretende la estulticia.
Las tres son intenciones necias, derivadas de la ignorancia y de la tergiversación.
En principio, ni mil disculpas cambian lo imperdonable de las atrocidades cometidas por curas diabólicos y «conquistadores» asesinos.
Necedad, ignorancia y tergiversación perversa son distintivos que caracterizan las demagógicas y populistas peticiones de lópez.
Vamos por partes.
Todos sabemos que no es la primera ocasión que lópez le pide al jefe del Estado Vaticano que la Iglesia Católica se disculpe por su participación en la Conquista de Tenochtitlán y sus estados tributarios.
Y fue rechazada su petición, principalmente por la insolencia y la perversidad de su planteamiento.
No uno, ni dos, sino tres Papas han expresado en los últimos 30 años su mea culpa con distintos enfoques y en ninguna de esas ocasiones lo han hecho para satisfacer apetitos políticos de algún demagogo pendenciero.
No tendrían por qué volver a hacerlo ahora.
Pero tampoco sus expresiones han cambiado el calificativo de lo que sucedió.
Y lo peor, no han cambiado lo que sigue sucediendo aquí y ahora.
Expresaron mea culpa en nombre de la Iglesia Católica Juan Pablo II en Santo Domingo en 1992 en el V Centenario del encuentro de dos mundos y en víspera del Jubileo por el año 2000; Benedicto XVI, en 2007 y el Papa Francisco en su viaje a Bolivia en 2015.
En Santo Domingo, el 12 de octubre de 1992 Juan Pablo II pidió perdón a las poblaciones americanas por las injusticias cometidas contra sus antepasados.
Y agregó: ¿Cómo podría olvidar en este V Centenario los enormes sufrimientos infligidos a los pobladores de este continente durante la época de la conquista y la colonización? Hay que reconocer con toda verdad los abusos cometidos debido a la falta de amor de aquellas personas que no supieron ver en los indígenas a hermanos e hijos del mismo Padre Dios».
Por su parte Benedicto XVI aprovechó una audiencia para señalar que «no se puede ignorar las sombras que acompañaron la evangelización del continente latinoamericano», así como el «sufrimiento y las injusticias infligidos por los colonizadores a las poblaciones indígenas».
Y el papa Francisco, el único papa latinoamericano y a quien lópez ha exigido disculpas 8 veces ya las ofreció en Bolivia por la complicidad de la Iglesia Católica en la opresión de América Latina durante la era colonial, e hizo un llamado a un movimiento global para destruir el “nuevo colonialismo”, ese que ha impulsado la desigualdad, el materialismo y la explotación de los pobres.
Al hablar en un salón lleno de activistas, indígenas bolivianos, campesinos y recogedores de basura, Francisco reiteró sus agudas críticas al orden económico global y su advertencia de una posible catástrofe ambiental, pero también le dio un giro a su mensaje con su disculpa.
“Alguno podrá decir, con derecho, que cuando el papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia”… Les digo, con pesar: “se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios.”
Y agregó: “Pido humildemente perdón».
¿Así, o más claro?
¿O acaso pretende lópez que el Papa lea un guion de acusaciones dictadas desde su oficina como en el caso Lozoya?
En una entrevista radiofónica el Rector de la Universidad Pontificia de México Mario Ángel Flores dijo encontrar «cierta maldad» en la petición de lópez.
«Es una provocación y en ese sentido encuentro cierta maldad, porque ya sabemos que es parte de la estrategia de este gobierno lanzar una serie de expresiones fuera de contexto con algunas mentiras, con algunas intenciones para provocar…»
El rector Flores dijo que «debíamos centrarnos en lo que el papa Francisco acaba de presentar en su encíclica «Tutti Frateli», (Todos Hermanos) el 4 de octubre, donde invita a enfocarnos en el presente y a que construyámos juntos una sociedad nueva mas allá de rencores y enfrentamientos».
Pero es el presente lo que lópez quiere arrojar a segundo o tercer plano.
En la misma encíclica Francisco critica el neoliberalismo con mucha fuerza, por el materialismo consumista que promueve y también al populismo porque manipula al pueblo y lo empobrece, y no le ofrece nada más que palabras.
El rector pone el dedo en la llaga: «ya no es tiempo de estar mirando al pasado porque los pueblos indígenas siguen marginados y explotados 500 años después; es tiempo de tomar nuestra responsabilidad en el presente.
Todos sabemos que es un error garrafal pretender explicar la historia con criterios y visiones del presente.
Y lo es también pretender entenderla con clichés unilaterales, pues en la actualidad nadie podría defender la religión de los mesoamericanos prehispánicos tan hermanada con los sacrificios humanos y la antropofagia ritual.
Sin embargo, se fincaban en su visión del cosmos.
Como tampoco podría ignorarse la acción e influencia de religiosos católicos como Fray Bartolomé de las Casas, como Antón de Montesinos, Tata Vasco o el primer obispo católico en lo que hoy es México, Julián Garcés, quienes en su defensa de los indios fueron auténticos pioneros de los derechos humanos en el mundo.
Necedad, ignorancia y tergiversación son elementos no sólo presentes, sino pilares en los que descansa la petición de lópez.
Igual que en el tema del penacho que nunca usó Motecuhzoma.
Medio México sabe, sabemos desde hace años que trasladarlo a nuestro país desde donde yace en Viena sería exponerlo a la destrucción.
Lo que hoy pretende lópez no es nada nuevo.
De hecho está emulando una demanda del expresidente Salinas, el primer jefe de estado a quien se le ocurrió pedir su «devolución».
En 2011 Felipe Calderón ofreció a cambio de su préstamo la carroza de Maximiliano.
La respuesta del gobierno austriaco fue la misma para los tres: una argumentación científica.
La plumaria que conforma el espléndido penacho tiene obviamente más de 500 años que dejó de pertenecer a un cuerpo vivo. Se ha dicho hasta el cansancio que la vibración de cualquier transporte, e incluso su exposición al medio ambiente natural podría pulverizarlo.
Sólo los necios se resisten a entenderlo.
O aun entendiéndolo, insisten.
Actualmente no se le puede mover siquiera de un piso a otro del Museo del Mundo. Hasta 2010 se mantuvo en una posición de 90°. En la actualidad está inclinado a 22.5°para mayor seguridad y protegido por una vitrina a prueba de vibraciones dentro de un ambiente de clima y humedad estrictamente controlado por un software altamente sensible y especializado.
En una reciente mañanera lópez dijo que la insistencia de su mujer ante el presidente austriaco es prácticamente una «misión imposible».
También dijo lópez que ni siquiera se lo prestarían porque «se lo han apropiado por completo».
El gobierno austriaco dice que no se lo apropiaron, sino que fue un regalo de Moctezuma a Carlos V, (Rey de Castilla de origen austriaco) y que está inventariado en un catálogo registrado el 5 de noviembre de 1519 por dos notarios en la Villa Rica de la Veracruz. Las dos actas originales de los notarios -idénticas- están una en Viena y otra en Sevilla.
Habría viajado el penacho de Veracruz a Cádiz junto con otros 158 objetos que integraron el regalo y que aparecen en el inventario.
Respecto a que perteneciera a Motecuzoma lo más seguro es que sea un mito.
En primer lugar es demasiado grande y pesado para que el Gran Tlatoani lo llevara sobre la cabeza. En segundo, no hay ningún testimonio al respecto y sí hay muchos de que Motecuhzoma usaba ceremonialmente una sencilla y sobria diadema de oro.
Lo más probable es que el penacho formara parte de la indumentaria teatral de alguna deidad, posiblemente Quetzalcóatl por su plumaje de quetzal, o de Huitzilopochtli, el dios de la guerra que aparece en algunos códices con un tocado semejante.
El penacho se localizó formalmente en Austria a finales del siglo XVI como propiedad de la familia tirolesa Ambrás. Una versión dice que un sobrino de Carlos V, Fernando, Conde de Tirol, heredó el penacho en 1563 junto con otras piezas de la colección mexicana y que permaneció durante dos siglos en una vitrina de la familia.
Tiene una altura de 1.30 metros y un diámetro de 1.78. Originalmente tenía 1544 piezas de oro. El centro del penacho está hecho con plumas azules de ave Xiuh Totol y tejuelos de oro. Y está rematado por las espectaculares plumas de quetzal.
En 1878 el naturalista Ferdinand Von Hochstetter lo descubrió arrumbado en una vitrina del palacio de Belvedere en Viena. Él mismo realizó la primera restauración. Le faltaban muchas piezas de oro que sustituyó con bronce, y había perdido muchas de las plumas originales a causa del tiempo y la polilla, así que usó otras que no eran de aves mexicanas, excepto la del quetzal. Otras restauraciones y el cuidado que se le dió a lo largo de los siglos evitó que se desmoronara por completo.
¿Aún si fuera posible, alguien sensato se lo «prestaría» a lópez?
Según las encuestase que más favorecen a lópez , ni el 20 por ciento de los mexicanos que aprueban su gestión le confiaría la llave de su casa si fueran sus vecinos.
El penacho nunca volverá a México y mucho menos con la pésima diplomacia de pejelagarto desplegada por lópez y su mujer.
Pero todos podemos apreciar una réplica prácticamente exacta en el Museo Nacional de Antropología e Historia.
Respecto al atentado contra la Raza Cósmica que significa el arbitrario retiro de la estatua de Cristóbal Colón, es tan burdo como pretender desconocer el origen de nuestro origen mestizo.
La tesis central del libro La Raza Cósmica de José Vasconcelos, conmemoración de nuestras dos raíces, es que las distintas razas del mundo tienden a mezclarse cada vez más, hasta formar un nuevo tipo humano, compuesto con la fusión de cada uno de los pueblos originales. Sostiene Vasconcelos que la doctrina política reinante en el mundo moderno pugna por reconocer la legitimidad de los mestizajes y con ello sienta las bases de una evolución multirracial.
Obviamente los mexicanos no somos sólo indígenas.
Por eso, simbólicamente, la estatua de Cristóbal Colón en nuestro emblemático Paseo de la Reforma se encuentra a unos cien metros de la estatua de Cuauhtémoc.
El simbolismo es inmejorable.
Es falso que el monumento a Colón sea «porfirista» como pretenden descalificarlo los mentirosos «ideólogos» lopistas.
Ha permanecido en el mismo sitio desde 1877.
Lo mando hacer en Europa el empresario y banquero mexicano, mestizo, Antonio Escandón en 1873 al escultor francés Charles Cordier.
El monumento llegó a Veracruz en 1875 y fue el primero en ser instalado en el Paseo en 1877, por un acuerdo previo del presidente Sebastián Lerdo de Tejada que respetó su sucesor José María Iglesias. Fue trascendente la internvencion del ministro Riva Palacio.
Claudia Sheimbaum ordenó retirarla, precisamente en vísperas del día 12 de octubre, Día de la Raza que lópez ha prohibido «volver a celebrar», sin respetar ni consultar la opinión de los mexicanos.
Hipócritamente Sheinbaum dijo que lo había hecho para restaurarla.
En más de 140 años de estar ahí sólo un par de días antes del aniversario 528 del 12 de octubre tuvo el tino de querer restaurarla «de manera profunda».
La retiraron subrepticiamente, sin previo aviso y de madrugada.
«Ya hace tiempo que se había pensado en restaurarla», dijo Sheimbaum.
Mentir y fingir son ahora disciplinas que no sólo se practican sino que se compite en las cúpulas lopistas a ver quién miente más como imitación y ofrenda a su líder.
También fueron retiradas las estatuas de los frailes Pedro de Gante, Bartolomé de las Casas, Juan Pérez de Marchena y Diego de Deza.
Luego Sheimbaum hizo «un llamado a reflexionar si el conjunto escultórico debe regresar a su sitio y sobre esta visión que todos aprendimos del descubrimiento de América, como si América no existiera antes de que llegara Colón».
Pues efectivamente, América no existía antes de la llegada de Colón.
Nadie en el mundo tenía idea de que aquí había otro continente.
Ni los europeos ni los habitantes de estas tierras.
No existía ni la noción, ni siquiera el mapa y mucho menos el nombre.
Simplemente no existía.
Estaba en espera de ser descubierta, de ser nombrada, de ser puesta en en el mapa.
Fue por Colón y por Américo Vespuccio que los habitantes de estas tierras supieron luego que vivían en un enorme continente.
Todo un descubrimiento.
La formación, o quizá podríamos decir la invención de América fue un proceso histórico de siglos, resultado de fusión de razas y culturas, de descubrimiento, de luchas y hazañas sociales y heroicas que no puede entenderse sin la llegada de Colón.