Hace unos días, Emilio Álvarez Icaza retiró su postulación independiente a la presidencia de la república para el 2018, lo que generó gran revuelo entre la clase política en nuestro país, lo que trajo a la mesa de conversaciones la gran cantidad de candidatos independientes que se han postulado hasta ahora. Cerca de 40 ciudadanos aspiran a contender por la silla presidencial en las elecciones del año que entra, lo que puede beneficiar al PRI, al atomizar y dividir el voto ciudadano, como alega el ex ombudsman capitalino.
Hasta el momento y a unos días de que se cierre el registro, cerca de 40 aspirantes se han inscrito ante el INE con intenciones de contender en el 2018 por la presidencia de la república, algo que raya francamente en lo ridículo y en lo poco eficiente que puede resultar, una reforma necesaria y esperada por años, pero que cuya aprobación durante la segunda parte de la gestión de Enrique Peña Nieto, viene con dedicatoria a Andrés Manuel López Obrador, ante lo que algunos consideran un triunfo inminente, ante el descredito en el que han caído el PRI y el aparato que consiguió el triunfo de Peña Nieto, y la crisis que atraviesan las dos principales fuerzas opositoras en el país PAN Y PRD, si es que a estas alturas podemos llamarles oposición.
Y dicho lo anterior, aquí no vamos a desacreditar las intenciones y cuestionar el derecho de cualquier ciudadano de aspirar a la presidencia de la república ahora que la ley lo permite, no. Y más ahora que los partidos carecen de confiabilidad. Pero se trata también de ser realistas y serios y analizar las posibilidades reales de cada uno de estos ciudadanos y entender que en la medida en que seamos responsables a la hora de apoyar a cualquiera de éstos y así lo decidimos, nos estamos jugando la oportunidad de sacar al PRI de Los Pinos, por una verdadera opción opositora dispuesta a hacer los cambios y reformas que le urgen al país.
Ante algo tan serio como es elegir al próximo presidente de la república, no podemos seguirle el juego a la clase política que aprobó esta reforma ante algo que cree inminente, el triunfo de López Obrador, que por otra parte es miembro de esa clase política desacreditada y carente de integridad para algunos.
Las candidaturas independientes requieren de mostrarnos como un electorado maduro y responsable. Lo que se está jugando es otros seis años de lo mismo.
Opina