La maestra Martha Elena Flores de García, la mujer que le hizo el feo a Halloween y plagó el IADA de Altares y Tumbas, hace 37 años. Es también fundadora de Artes y Oficios, un motor generador de empleos en esta frontera. Martha Elena Flores de García platica de manera casi cronológica cómo nació Altares y Tumbas, evento que fundó en 1982 y que actualmente es considerado uno de los acontecimientos de mayor arraigo en el estado de Chihuahua. Cuenta que en 1982 asumió la dirección de la carrera de Decoración de Interiores y entre sus objetivos destacaba promover este programa entre la comunidad universitaria y juarense. Pensó en qué podría funcionar para atraer la atención y la fecha más cercana era el 2 de noviembre. “Estaba tan cerca Halloween, pero también el Día de Muertos”, que optó por esta última, una costumbre sureña que hacía eco en la frontera. Se acercaba la fecha y con ella la búsqueda de elementos para hacer el primer altar, que fue en honor a las decoradoras de interiores que habían fallecido en los últimos años. Dos alumnas pusieron manos a la obra y eligieron un rincón, en la planta baja del edificio A, “precisamente a mis espaldas”, señala la entrevistada. Le empezaron a dar forma al primer altar, justo a las 14:00 horas, para involucrar a los alumnos de Ingeniería que estudiaban por las tardes. “Les ofrecíamos galletas y café mientras les platicábamos sobre esta tradición, algunos se mostraban interesados, otros sólo nos veían”, ríe. Para el siguiente año, varios maestros y alumnos de diferentes programas quisieron participar. “Pero con una condición”, sentenció la maestra Martha Elena: “van a tener que investigar lo que es un altar de muertos, que incluya su significado y en qué estado de la república se inspiraron”. Llegó el día y el entusiasmo fue contagioso. “Me encantó ver la voluntad con la que lo hacían, la responsabilidad y el interés que le tomaron”. Para entonces, Altares y Tumbas estaba cumpliendo su principal objetivo, llamar la atención de los universitarios y la de un público curioso, atraído por los adornos. Pero también estaba reuniendo lo que la carrera de Decoración de Interiores requería “que los estudiantes despertaran su imaginación y echaran a andar su creatividad con la ayuda de ofrendas, flores y pintura”, entre otros materiales. En 1984 surgió la idea de hacer tumbas chuscas que, además de imaginación, precisaba ingenio y humor ácido en la aplicación de situaciones actuales, con personajes reales de la política y autoridades dentro y fuera de la institución. El proyecto más original sería reconocido. El evento se le fueron sumando puestos de antojitos mexicanos y se acordó que los estudiantes participantes recibirían en retribución horas de trabajo social. Pero no fue sino hasta en 1985 cuando Altares y Tumbas empezó a adquirir fama. "Ese 2 de noviembre nos visitó el Secretario de Educación y Cultura de México (Miguel González Avelar) y el Lic. Cervantes (Alfredo Cervantes García, rector 1985-1990) lo invitó a que asistiera a nuestro evento”. Durante su recorrido, González Avelar se cuestionó cómo una tradición de tanto arraigo en el sur de la república estaba impactando en el norte del país y cómo de celebrarse en cementerios, casas particulares e iglesias pasó a ser un atractivo desde la academia. Esto llevó a que el funcionario federal girara la orden para que en todas las escuelas del país, de todos los niveles, fuera celebrado el Día de Muertos, lo cual implicó que alumnos y la misma Mtra. Martha Elena fueran invitados a dar charlas a varias instituciones educativas, a compartir su experiencia y a enseñarles cómo diseñar un altar o una tumba. Ese mismo año y luego de la visita de dos artistas procedentes de la Ciudad de México que, como parte de otro evento, tapizaron “de una forma muy particular” los ventanales del edificio A, del IADA, fueron adoptados aquí los murales y vitrales efímeros. “Yo me acerqué a ellos y me dijeron: venga maestra, si quiere ayúdenos y nosotros le enseñamos. Yo encantada”. Para 1986, esto ya era parte de la festividad, al igual que la participación de varios grupos artísticos como “Ruidos, sonidos y otras yerbas”, rondallas y los bailables de Lupita Bernal que armaban el jolgorio. Gracias a todo este revuelo, Martha Elena Flores de García fue nominada a la Presea Cultural, el máximo galardón que en otrora concediera la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez a todos aquellos que lograran un impacto social con su trabajo. ¿Cómo […]
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